La merienda es sagrada

La tradición forjada a lo largo de decenios manda que en el mudéjar coso albacetense es justo y, sobre todo, necesario merendar en el descanso del festejo; o sea, entre el tercer y cuarto toro.Tan sagrada obligación es a veces la única posibilidad de festoneo para el cotarro si lo que acontece sobre la arena no incita a que refulja el toreo. Mayormente, como ayer, por la catadura mansa y de sordo peligro del encierro de Ana Romero, excepto el lote de Jesulín de Ubrique.

Los espectadores cumplieron el mandamiento religioso de la merienda a lo grande y por allí se degustaban perolicos y tornajos repletos de jamón, panjilones de chorizo, guarricas, queso (manchego, claro), pisto, moje y hasta los más atrevidos destapan sus ollas de ajo de mataero, judías con perdiz, codornices escabechadas y gazpacho (manchego, claro). Sin olvidar, por supuesto, los dulces postres como la miel sobre hojuelas, el arroz de boda, los miguelitos y los suspiros de Ayna. Y todo ello regado siempre con los buenos caldos de la zona.

Atentos al ruedo

Eso sí, a diferencia de otros lares, casi tan sagrado como este descanso, es estar atento antes y después a los sucesos en el ruedo, sin distracción alguna, al menos gastronómica, que hay algunos parroquianos que frente al aburrimiento observan de reojillo el trapío de las mozas situadas en los tendidos altos.Pero la opípara merendola en nada cambió precisamente lo que sucedía en el ruedo en esta segunda parte con respecto a la primera. Los bicornes siguieron saliendo, y en este orden, así: dos mansurrones, que buscaban carnaza de torero, y un bajuno bobote; todos astifinos o de semejante apariencia, lo que aumenta el mérito de sus estoqueadores.

Poco fue el mérito de Jesulín de Ubrique, quien brindó su primer oponente al local Manuel Caballero, que se encuentra en capilla para la alternativa. Pero la vulgaridad imperó a lo largo de su faena, que sólo produjo cierto alboroto con su final de parón Oiediano. Lo mismo que frente al beatífico y manejable sexto, cuya sosez pronto se transmitió al coletudo y a los espectadores, deseosos de escapar al ferial.

César Rincón buscó el triunfo con sus armas clásicas, distancia y autenticidad, pero su primer enemigo se rajó pronto y el colombiano no halló la densa ligazón. El cuarto era imposible: topón y defendiéndose tirando arreones, por lo que el diestro abrevió.

Rafael de la Viña, le echó gran valor y templanza tanto al agresivo segundo toro que, como buen manso, nunca se entregó, como al quinto, con el que intentó crispados conatos de tremendismo y ortodoxia, sin resultado positivo alguno.

Destacó en la brega el subalterno Monaguillo de Colombia, de la cuadrilla de Rincón, y en banderillas Manuel Montoliú -de la cuadrilla de Rafael de la Viña- que saludó tras clavar dos pares al quinto toro.

Triunfo de Almendralejo

Por otra parte, el novillero Antonio Rodríguez Almendralejo fue el triunfador del festejo de feria celebrado ayer en Torrenueva (Ciudad Real), con tres cuartos de entrada.Se lidiaron seis novillos de Isaías y Tullo Vázquez, justos de presentación -excepto el sexto- y de juego desigual. Félix Rodríguez -que sustituía a Paco Delgado-, silencio y palmas en su lote. Almendralejo -que sustituía a Manuel Díaz El Cordobés-, aviso y silencio; dos orejas. Ruiz Manuel, silencio en sus dos novillos.

Andorra (Teruel). Media entrada. Novillos de Zapatero Martín, manejables. Fernando José Plaza, oreja en cada res. Paco Picado, ovación y dos orejas y rabo.