Refutación de ETA
ALFONSO MENTXAKA, fallecido el domingo en un hospital de Bilbao, es el quinto miembro de la policía autonómica vasca (Ertzaintza) que muere a manos de ETA. Resultó gravemente herido en el enfrentamiento producido el pasado jueves entre agentes de ese cuerpo y varios terroristas, uno de los cuales, Juan María Ormazábal, murió en el acto. Dirigentes de Herri Batasuna (HB) difundieron una versión de los hechos según la cual la Ertzaintza habría "tendido una emboscada" a los activistas en el curso de la cual Ormazábal habría sido rematado en el suelo tras resultar herido. Los por tavoces de HB, organización que hace ahora un año inició lo que sus documentos denominaron "campaña de agitación" -es decir, de desprestigio- contra la policía autonómica, acusaron a este cuerpo de haber sido "infiltrado por la policía y la Guardia Civil para imponer el método del tiro en la sien". También emplazaron al lehendakari Ardanza a explicar a la opinión pública si fue él quien "dio la orden de aplicar ese método".Cuando los amigos de ETA hablan de emboscada están expresando su queja porque los agentes que desde hace cinco meses venían siguiendo al comando Vizcaya no avisasen a sus componentes de que pensaban detenerlos. En el acto de homenaje al etarra muerto celebrado en su localidad natal, el jefe de Herri Batasuna que tomó la palabra reivindicó el derecho a "utilizar todos los medios a nuestro alcance, y, por supuesto, también la lucha armada". Acto seguido calificó de "asesinato" la muerte de Ormazábal. Extraña guerra ésta declarada por ETA, en la que sólo una de las partes puede disparar, debiéndose limitar la otra a dejarse matar. Por ejemplo, los agentes de la policía autonómica. Y si no lo hacen, demostrarán ser unos antivascos opuestos a la paz. Concretamente, según HB, si no se dejan matar por los heroicos activistas serán culpables de estar creando "un clima de guerra civil".
La debilidad que aqueja al mundo de ETA y HB es, así pues, ante todo mental. Hasta hace algunos años existían en ese mundo algunas personas inteligentes que, por los motivos que fuere, habían quedado primero fascinadas y luego atrapadas por el mecanismo de la violencia. Resulta difícil creer que esas personas no sientan vergüenza -como ayer dijo experimentar Ardanza- ante la atroz vaciedad del discurso actual del abertzalismo radical. Pero también es posible que sea, el miedo, y sólo él, lo que paraliza a esas personas: en el último comunicado de ETA, y en términos que recordaban obsesivamente el lenguaje de las notas de los gobernadores civiles durante el franquismo, se Incluía una muy explícita advertencia a quienes, dentro de ese mundo, pudieran estar tentados de expresar sus pensamientos en voz alta. Y también es posible que algunos de los que ahora acuden a los actos de homenaje a los terroristas, y quizá figuran entre los que más gritan, nieguen mañana haberlo hecho con similar empeño al que otros emplean para rechazar haber estado en su día en la plaza de Oriente.
Durante el franquismo, la existencia de una policía autonómica con plenas competencias fue entre los nacionalistas vascos, incluidos los más radicales, una de las tres aspiraciones sustanciales en que se concretaba la voluntad de autogobierno. Las otras dos eran la Universidad vasca y una Hacienda propia.
No es de extrañar, por ello, que los primeros pasos de la Ertzaintza como policía integral, simbolizados en su eficaz intervención contra ETA, hayan puesto tan nerviosos a los portavoces de los terroristas; no sólo por esa eficacia, sino, sobre todo, porque su existencia misma se convierte en la prueba más evidente del afianzanuento del autogobierno que de manera pacífica y democrática se han dado a sí mismos los cludadanos vascos. Es decir, en la refutación, ahora sellada con sangre, de la. pretensión de ETA de representar a los vascos arnantes de la libertad de Euskadi.
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