El fraude del gasóleo
LA DIFERENCIA entre el precio de venta del gasóleo de tipo A, utilizado para los automóviles, y el de tipo B, o agrícola, dio lugar hace años a una picaresca muy lucrativa para algunos agricultores desaprensivos que revendían el combustible. Para evitarlo, Hacienda equiparó ambos precios, a la vez que establecía un mecanismo de subvención indirecta a los agricultores mediante devolución de impuestos a través de unos cheques oficiales que actuaban como justificantes del gasóleo consumido. Con ello, la Administración trataba tanto de evitar el fraude como de estimular la regularización de la Situación fiscal de los muchos agricultores que nunca habían pagado sus impuestos. Este objetivo se ha cumplido en parte, pues son ya unos 500.00,0 los agricultores que utilizan el sistema de cheques, pero se estima que aún queda un millón de ellos que trabajan de forma opaca, en su mayoría pequeños prodiactores que no utilizan matería] mecánico o en tan poca cantidad que les es más económico ocultar sus ingresos que reclamar las devoluciones por el gasóleo utilizado.Ahora el fraude consiste en comprar gasóleo C, de calefacción, a unas 40 pesetas, y declarar que lo que se ha adquirido es gasóleo B, con derecho a devolución, con lo que Hacienda paga 32 pesetas y el coste para el agricultor y el distribuidor se reduce a unas ocho pesetas. Para cometer este fraude se han de poner ambas partes de acuerdo, el agricultor y el distribuidor. Es un fraude llamado veraniego, porque en época estival las máquinas pueden funcionar con gasóleo de calefacción, con el único coste adicional de tener que cambiar los filtros de la maquinaria más a menudo.
Otra modalidad consiste en adquirir otros bienes distintos del gasóleo (herramientas, recambios, etcétera) que son pagados con cheques de gasóleo agrícola. Aquí el pagano es de nuevo Hacienda, que acabará devolviendo al agricultor un dinero que no tiene derecho legal a percibir. La guerra de precios entre distribuidoras para comer terireno a lo que hasta ahora ha sido monopolio distribuidor de Campsa parece estar favoreciendo este tipo de fraudes.
Una tercera forma de: fraude es el que cometen los distribuidores en perjuicio del agricultor, al que venden gasóleo de calefacción afirmando que se trata (le gasóleo agrícola. Es el fraude más fácil de evitar, dando un tinte diferente a arribos tipos de refinado. En la actualidad, el agrícola y el de calefacción tienen un color rojizo muy parecido, mientras el gasóleo de automoción se confunde con el color azulado de la gasolina convencional.
Los sindicatos agrícolas temen, con razón, que el Gobierno se plantee la posibilidad de eliminar las desgravaciones al gasóleo para evitar este conjunto de fraudes. Parece muy dificil poner en marcha mecanismos de control que permitan evitar estos fraudes y que no sean más costosos que las consecuencias de la estafa en sí misma. Pero el Ministerio de Agricultura y la propia Hacienda pública debe,rían encontrar un mecanismo que, sin quesignificara una reducción de las subvenciones a los agricultores, acabara con todo este tipo de ilegalidades.
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