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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gran cantante y estreno mundial

Se suceden los recitales y conciertos de la Quincena Donostiarra dentro de una asistencia masiva y un clima entusiasta.Un magnífico cuarteto, el Vogler, de Berlín, estrenó la obra ganadora en el primer concurso Pablo Sorozábal. Es original del británico Edward Newell, que tiene ahora 33 años y que ya había obtenido otro importante galardón en Londres con la música para un gran ballet. Su Cuarteto número 1, más que la obra de un joven parece la de un experimentado maestro, tanto por la concepción -cíclica en la forma y en la ideología-, cuanto por el dominio de la siempre difícil escritura camerística.Asistimos, con interés, al planteamiento de los temas, pero todavía más a su desarrollo instrumental e incluso dramático por el tipo de dialéctica. Un sutil juego de referencias motívicas y una gran unidad, dentro de la variedad, en la pasta sonora otorga potencia a la extensa partitura, acogida con grandes aplausos e interpretada con admirable perfección por Tim Bowler y su grupo, entre otros cuartetos tan magistrales como el Número 2 de Bartok y el Número 11 de Shostakovich.

La lirica sigue acaparando buena parte de la actualidad. El jueves cantó y se impuso la fuerte personalidad de la soprano amerícana Aprile Millo en su concierto operístico con la Orquesta Sinfónica de Bilbao, que abarrotó el Victoria Eugenia. La Millo, que goza de considerable fama desde que hace unos años consiguió el primer premio en el concurso Viñas de Barcelona, anunció, honestamente, que no se encontraba en plenitud de facultades, pero a decir verdad esto sólo se advirtió en la supresión de un fragmento de Hernani. Por lo demás, como la Millo está sobradamente dotada y exhibe un magisterio fuera de lo común, la advertencia no tomó forma de limitación.

Voz y arte al estilo de las grandes líricas del pasado, Aprile Millo expresa, canta y actúa desde una dramaturgia tan hermosa como eficaz. La comunicación con el público se estableció inmediatamente y subió de grado según avanzaba el programa. Su Selva opaca, de Guillermo Tell, era gran pórtico, y Tacea la notte, del Trovador, nos dijo mucho de la categoría de la intérprete para transmitir las ernociones verdianas. Sorta la notte, de Hernani, y Pace, pace, mio Dio, de La fuerza del sino, elevaron la temperatura y obligaron a la Millo a dos bises, Andrea Chenier y Música prohibida. La sinfónica de Bilbao, llevada por Eugene Kohn atinadamente y con conocimiento del género, fue colaboradora valiosa y protagonista en diversos trozos instrumentales operísticos.

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