_
_
_
_
FRANJA GAZA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Gaza contiene la respiración

Paula Gil, presidenta de Médicos Sin Fronteras España, recuerda que hay más de 12.000 personas esperando evacuación médica dentro de la Franja, cientos de miles de heridos que requieren atención continua y un número indefinido de pacientes crónicos que están muriendo por no tener acceso a sus tratamientos

Gaza
Palestinos inspeccionan sus casas destruidas por los ataques israelíes en Jabalia, norte de la Franja de Gaza, el miércoles 29 de enero de 2025.Jehad Alshrafi (AP)

No encuentro palabras para describir la guerra en Gaza. Al intentarlo me viene a la mente uno de los dibujos que pude ver cuando estuve en la Franja el pasado mes de diciembre. El pequeño artista no se sale nada de la raya, utiliza muy bien los colores y explica, aún mejor, el horror de la guerra.

Dibujar es una de las actividades que lleva a cabo nuestro equipo de salud mental. Permite a los más pequeños externalizar sus pensamientos y miedos. Admiro mucho a los profesionales que se dedican a la salud mental, y en particular a los trabajadores palestinos que trabajan en Gaza y Cisjordania. Estando expuestos a la misma violencia que el resto de la población, sintiendo el mismo miedo que la persona que tienen delante, hacen su trabajo con dedicación y cariño.

Ilustración realizada por un niño en la franja de Gaza, en diciembre de 2024.
Ilustración realizada por un niño en la franja de Gaza, en diciembre de 2024.

En mi reciente visita a Gaza, donde pude ver de primera mano las actividades de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la Franja, me impresionó especialmente el testimonio del equipo de salud mental. Es tal la deshumanización constante que sufre la población, que pacientes de todas las edades, les repiten una y otra vez frases como esta: “Soy una persona, soy un ser humano. Tenía planes, sueños, tenía una vida. No soy un número”.

Una compañera gazatí, fotógrafa y periodista, que trabaja en MSF, cuenta que busca desesperadamente en sus fotografías un poco de luz aquí y allá, que está sedienta de colores y de vida.

Su manera de mantener la cordura en medio de la guerra es buscar desesperadamente con su cámara algo de esperanza en medio de las ruinas y la devastación. Ella siente que fotografiar a las personas en estas circunstancias es liberarlas un poco de la carga que representa llevar encima tantas historias personales no contadas, historias de pérdida, de despedidas y de supervivencia.

Esta guerra, como tantas otras, se ha cobrado miles de vidas y ha dejado el sistema de salud completamente devastado. Pero en Gaza la destrucción ha sido tal, que lo único que prácticamente se mantiene en pie es la esperanza de la gente y las ganas de sobrevivir. Estos días, la población se permite celebrar el fin de los bombardeos como quien toma un soplo de aire después de haber aguantado la respiración por demasiado tiempo.

Esta pausa, les va a permitir visitar las ruinas de sus casas, intentar enterrar a sus muertos y reencontrase con sus familiares. En el mejor de los escenarios, seguirán viviendo bajo plásticos y tiendas de campaña por muchos años, sin escuelas, sin empleo, sin casa, sin el tejido social que sostenía la vida.

Los ataques a estructuras de salud se repiten en Cisjordania con la misma impunidad que han sucedido en Gaza y el personal sanitario está siendo víctima directa de estas incursiones
Paula Gil, presidenta de Médicos Sin Fronteras España

Tras más de 15 meses, las personas que fueron secuestradas el 7 de octubre, aquellas que han logrado sobrevivir, regresarán a sus hogares en Israel y cientos prisioneros y prisioneras serán excarceladas para empezar de nuevo. Pero a nadie se le escapa que los acuerdos sobre los que se sustenta esta tregua son extremadamente frágiles.

A medida que por los puestos fronterizos de Gaza aumenta el flujo de camiones de ayuda humanitaria, el derramamiento de sangre se extiende en Cisjordania.

En estas zonas ocupadas, la violencia contra la población no ha cesado un solo día. Solo en Yenín, en el mes de enero, las fuerzas israelíes han matado a 30 personas y herido a decenas y al personal paramédico no se les permite acceder a las zonas atacadas para recoger a los heridos.

Los ataques a estructuras de salud se repiten en Cisjordania con la misma impunidad que han sucedido en Gaza y el personal sanitario está siendo víctima directa de estas incursiones.

En los últimos 15 meses, ser profesional de la medicina, de la enfermería, ser paramédico se ha convertido en una actividad de altísimo riesgo en Gaza y Cisjordania, casi un delito, o así se empeñan en verlo aquellos que no entienden nada de medicina, de humanidad y de derecho internacional humanitario. Desde el 8 de octubre del 2023 hasta mediados de septiembre del año pasado, se contabilizaron solo en Gaza 512 ataques a estructuras de salud y más de 500 sanitarios fueron asesinados.

Sabemos que hay más de 12.000 personas esperando evacuación médica dentro de Gaza, cientos de miles de heridos que requieren atención continua, un número indefinido de pacientes crónicos que están muriendo por no tener acceso a sus tratamientos y por las durísimas condiciones de vida en las que han de sobrevivir. Está todo por hacer, hay que reconstruir un mundo entero y un eventual regreso de los bombardeos a Gaza sería la peor noticia posible para una sociedad devastada, agotada y atrapada.

A los que ponen en duda lo que digo les invito a mirar con atención el dibujo que ilustra este texto porque ante semejante testimonio sobran las palabras.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_