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Entrevista:

"Guerra ya es otro"

Pregunta. ¿Su presencia en la dirección del PSOE es, como se dijo, un signo dé apertura?Respuesta. Junto a otros represento una sensibilidad en ese sentido. Somos conscientes de que el partido no se reduce a una pura gestión desde el poder, sino que debe relacionarse con la sociedad, aceptar críticas y tomar medidas. Esto es, un nuevo estilo respecto a cierto monolitismo de equipos anteriores.

P. ¿Le podemos encasillar como felipista?

R. En el sentido de estar completamente identificado con el secretario general, sí, pero creo que a todos nos repugna que nos reduzcan a la condición de secuaces o de seguidores acríticos de alguien.

P. ¿Ha beneficiado o perjudicado al PSOE la existencia del llamado guerrismo?

R. Difícil pregunta. El 320 Congreso asumió el guerrismo y viceversa. Por consiguiente, creo que ha sido un factor positivo.

P. ¿El guerrismo ya pasó o sigue presente?

R. Las cosas están cambiando. Ha habido modificaciones importantísimas, que yo aprecio desde dentro de la dirección. Muchos analistas, desde el exterior, se mueven aún con clichés ya superados por la realidad.

P. ¿El caso Juan Guerra tocó del ala al guerrismo?

R. Ha afectado a todo el partido, para qué negarlo. Ha sido el shock más fuerte que hemos tenido desde que el PSOE está en el Gobierno.

P. Dentro de nada, en el 92, 10 años en el poder. ¿Para qué ha servido el socialismo en España?

R. Para dar respuesta a la gran pregunta de la pasada década sobre si estábamos a tiempo de coger el tren del progreso. Ése ha sido el mérito principal del PSOE.

P. ¿Y para qué no ha servido?

R. Ha habido un fallo importante, en mi opinión. No se ha hecho la reforma de la Administración pública y es en lo que hemos fracasado. Ahora tenemos que abordarla, con el fin de crear una Administración más ágil, más laboralizada, menos funcionarizada y más productiva, con menos privilegios y menos corporativismo. Éste es nuestro gran reto.

P. ¿Cómo se imagina al PSOE que surja después de Felipe González?

R. No me lo he imaginado. En ese tema no soy fatalista. Cuando llegue el momento, el partido elegirá a la persona.

P. ¿Qué fue del trío de Chamartín?

R. El tiempo pasa y borra.

P. ¿Y de la beautiful people?

R. Se quiso presentar como una herejía. Me parece completamente normal que haya beautiful people y fea gente en el partido; no tiene nada que ver con la ideología.

P. Hace varios días se entrevistó con Nicolás Redondo. ¿Hablaron del pacto de competitividad?

R. Que nadie piense que me vi con él para convencerle de nada, sino para hablar, desde nuestra vieja amistad, sobre el papel del sindicato, al que pertenezco, respecto al presente y futuro de la sociedad española.

P. A propósito, ¿cómo están ahora las relaciones entre el PSOE y la UGT?

R. Yo, que soy de los que me siento preocupado por la situación, creo que están en un punto frío. El partido debe hacer autocrítica, no sólo echar la culpa a los demás. Yo sé que hay compañeros que ven al sindicato como algo molesto.

P. ¿El PSOE quiso enterrar el sindicalismo en España?

R. Eso sería lo cómodo para algunos. Y no es un problema de ministros, no, sino, incluso, de alcaldes. Un clarísimo error. Otros pensamos que el sindicato es imprescindible para llevar a cabo un programa de transformación de la sociedad. Es un tema clave para un socialista.

P. ¿Quién debe dar el primer paso para la reconciliación: el partido o el sindicato?

R. ¡Hombre!, pues diría que el PSOE, que tiene nueve años más de antigüedad que el sindicato. Algo se debe hacer y no se está haciendo por parte del partido.

P. ¿A favor de quién sanea Solchaga?

R. A favor de prestar una política social fuerte. Si no hay recursos económicos, no cabe inventársela o estaríamos haciendo la demagogia típica de las campanas electorales del Tercer Mundo.

P. Carmen García Bloise encuentra petulancia y soberbia en el ministro de Economía y Hacienda...

R. Yo conozco a Solchaga en el PSOE desde el franquismo. Para mí tiene una gran credibilidad. Me fío de él, sin perjuicio de que en algún momento tenga cierta incontinencia verbal.

P. ¿Como Guerra?

R. Siempre dije que no me gustaba su lenguaje descalificador. Pero eso fue hace muchos meses. Repito que ha cambiado notablemente, que es otro, aunque muchos aún no se hayan dado cuenta. Algunos comentaristas creen que las cosas siguen igual que hace un año. Es falso. Guerra da ejemplo de honestidad, de sensibilidad y de flexibilidad. Y está actuando con una gran corrección. Ha cambiado y eso es positivo.

P. ¿Y, en general, el lenguaje político español tiraniza a una sociedad que se muestra perpleja?

R. Lo que sí observo es una especie de fuera de juego de los dirigentes del PP y de algunos de IU. Por ejemplo, cuando el PP propone la supresión de los gobernadores civiles. Eso es una locura. La sociedad española busca alternativas de poder, pero se encuentra con alternativas de inseguridad y desconcierto. Tampoco me interesa abrirles los ojos. Allá ellos.

P. ¿Los brotes de corrupción son acaso signos de pubertad democrática de este país?

R. Es una enfermedad que vemos en todas las sociedades democráticas. Lo importante es que existan los instrumentos para detectar el problema y reprimirlo.

P. ¿Qué futuro puede tener la política en España si continúa sumiéndose en el desprestigio?

R. La política siempre tiene futuro, pero el desprestigio está en función de la existencia de partidos bien organizados, con vida interna democrática. Es cierto que lo que abundan son los políticos irresponsables y escasean las organizaciones fuertes, que sean alternativa de poder. Gobierno y oposición deben consentirse más. Disparates y situaciones escalofriantes he vivido yo aquí, en Gran Canaria, tras las elecciones de mayo, con pactos contra toda lógica. El fenómeno de Las Palmas, de todos contra la lista más votada, me temo que puede ser exportado a la Península.

P. ¿Felipe González pone orden en el PSOE?

R. El pasado 3 de julio, en La Moncloa, puso el punto final, en la reunión con los secretarios generales. Esa reunión del punto final ha dado paso a una mayor confianza y armonía entre las distintas familias del partido. Ha sido decisiva. Había demasiada desconfianza dentro de la organización.

P. De nuevo Guerra. ¿Cuál es su papel hoy?

R. El vicesecretarlo general es un segun do muy próximo al secretario general y, como tal, tiene un papel muy difícil de definir. En cierta forma, es un ministro sin cartera, pero con más cartera ministerial que otros ministros; incluso, en la actualidad. 'Sus enfoques y análisis tienen influencia, sin ninguna duda. Lo importante es que la estrategia del partido es fruto del diálogo y está siendo asumida por todos. La capacidad intelectual y la talla moral. de Guerra le permiten afrontar esta nueva. etapa.

.P. ¿Quién se ha equivocado en el pulso Gobierno-prensa?

R. Creo que nosotros. Simplificar diciendo que todo ha sido una campaña preestablecida contra el PSOE me parece que ha sido un error que hay que corregir.

P. ¿Qué lectutra le sugieren las cintas de Txiki Benegas?

R. Plantea el límite de una reflexión ética sobre la libertad de expresión y el derecho del polítice a la intimidad. Un viejo, debate...

P. ¿Cómo ve un europeo insular el 93?

R. Como el principio del gran avance de los, años 2000. Los Doce se unen y el resto de nuestros vecinos se descomponen; ésa es la principal dificultad. Pero, en general, Europa tiende a un mayor bienestar.

P. ¿Y la España del 92?

R. Empiezo a sentirme intoxicado por el 92; prefiero mirar hacia el 93. Las Olimpiadas, la capital cultural, la Expo... Las principales ciudades se han tragado todo el presupuesto y, además, los honores. Si hay una región que claramente está en el camino de América es Canarias, por donde pasaron los protagonistas del 92, pero la politica nacional no ha tenido en cuenta ese papel en lo rriás mínimo.

P. ¿El. Rey debe opinar?

R. Sin duda, y, debe dar de vez en cuando un toque de atención.

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