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'Estudiosos' o 'empollones'

SantanderSon mejores, más estudiosos que antes, piensan muchos profesores españoles sobre sus alumnos, y no sólo en las universidades de verano. Son unos adocenados y unos pelmazos empollones, piensan quienes añoran las formas de la rebeldía y los grafitis que prometían la playa bajo los adoquines y el asfalto. Sin duda, esos son extremos que admiten múltiples matices, pero incluso las estadísticas, ]os testimonios y las solicitudes de admisión indican que el universitario español de hoy está más interesado que antes en asistir a clase.

Dos causas les convencieron de que era mejor estudiar, piensa Emest Lluch: la crisis económica demostró que los mejor preparados salían adelante con mayor facilidad, y la paulatina creación en España de "microclimas" de investigación, zonas de estudio que comienzan a tener una verdadera importancia, y que encuentran su medio ideal en las universidades de verano, para algunos, los lugares más adecuados para presentar la investigación avanzada del último año. Un seminario sobre cáncer con autoridades reconocidas agrupó en Santander a 325 matriculados. Antonio Córdoba, uno de los matemáticos más importantes de este país, juzgó tan interesante un curso, que quiere repetir... como estudiante. Idéntico testimonio se recoge en El Escorial y Almería.

El viaje

Si bien se mira, una universidad. de verano se puede acercar al ideal de vacaciones que los rectores de Cambridge, Salamanca o Bolonia (y los teóricos de la Institución Libre de Enseñanza) idearon para sus estudiantes: una actividad intelectual de seis horas al día, con gentes de otras tierras, sobre materias que no son forzosamente las especialidades de cada uno -aunque existe el proyecto de doble filo de que los seminarios de verano -puedan valer como cursos de doctorado-, y a menudo consecuencia de un viaje: pues en contra de lo que sucede a causa de las realidades económicas y de la existencia del distrito universitario, a las universidades de verano acude tina mayoría deforasteros, que, aprovechan un curso paria combinarlo con un viaje.

Pero en los veraneos de Oxford y Heidelberg estaban también previstas actividades gastronómicas y deportivas -pues "un caballero se reconoce en la mesa y en el juego"-, y ahí está la diferencia con, los cursos en España. Quizá no sea el ideal caballeresco el que los mueva, pero sí el común denominador de una encuesta en Santander.

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