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MÁLAGA

Bueyes de carreta

El propietario actual de la que fuera ganadería de Joaquín Barral ha recuperado para este hierro la antigua denominación de Carriquiri. Y a fe que el encierro lidiado, en Málaga no le ha dado lustre a la legendaria divisa. Bueyes para uncir a una carretera, más que para salir al ruedo a pelear.Y para no desentonar, el sobrero de Araúz de Robles, por haber sido devuelto el cuarto por rojo y chico, también era un manso importante, pero además con peligro. Peligro, la verdad que no tuvieron los de Carriquiri, pues cuando no estaban pegados al piso como si estuvieran encolados, era para huir como alma que lleva el diablo. El sexto, sin embargo, el único con movilidad, sí tenía peligro, pues daba cada tornillazo como para asustar a El Espartero que resucitara.

Carriquiri / Morenito de Maracay, El Soro, Castillo

Cinco toros de Carriquiri bien preseritacos y muy mansos y 4º sobrero de Araúz de Robles manso y peligroso. Morenito de Maracay: pinchazo hondo, media delantera y tres descabellos (silencio); dos pinchazos y media caída (ovación). El Soro: tres pinchazos; y dos descabellos (silencio); estoconazo (división). Pedro Castillo: pinchazo y estocada perdiendo la muleta ( silencio): pinchazo y estocada desprendida (silencio).Plaza de La Malagueta, 13 de agosto. Cuarta corrida de feria. Menos de media plaza.

Corno la corrida era de banderillas, el público exigía a los espadas su intervención en el segundo tercio, al margen de cuáles fueran las características del toro. Y todos pusieron banderillas, aunque el patio no estaba para cortesías y, por tanto, no hubo cesión de los rehiletes de unos matadores a otros.

Corno también el público exige redondos y naturales a todo pasto, los diestros no se limitaron a machetear a los mansos sobre las piernas y matarlos decorosamente, sino que intentaron, sin fruto, con machacona insistencia, darles la lidia que se merece un toro bravo, por lo que el resultado fue que el festejo, pesadísimo, duró dos horas y media, cuando con tal género la corrida podía haber sido despachada en poco más de una hora.

Lo más destacado de la labor de Morenito de Maracay fue en el cuarto, en que consiguió meter la muleta con temple sobre la mano derecha, pese a que el toro llevaba la cabeza como una devanadera. Espigando en la mediocridad de la tarde, no por culpa de los diestros, cabe señalar la estocada de El Soro al quinto, pese a lo cual cuando salió al tercio a saludar parte del público se enfadó con él, por no haberse puesto estilista con un enemigo imposible. El segundo par de banderillas de Castillo a su primer toro, ganándole guapamente la cara, también merece una especial mención.

La empresa sigue sin anunciar en la tablilla la ganadería correspondiente al sobrero. Pedirle, además, que ponga en la puerta principal, la reseña y el orden de lidia de los toros, debe ser pedirle la luna. La afición no se merece tanto.

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