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La batalla por la carrera soñada

Un tercio de alumnos aprueba la selectividad con menos de un 5 en el examen

El pasado 31 de julio concluyó el plazo para la presentación de los impresos de preinscripción para el ingreso en las diversas universidades de] Estado. Algo menos de 200.000 estudiantes realizaron el examen de selectividad en la convocatoria de junio, de los que alrededor del 85% la superaron. Para ello ha sido decisivo el promedio de la nota del expediente del bachillerato y del COU, con la del examen de selectividad. Un 32,84% de los 23.110 alumnos adscritos a la Complutense de Madrid y un 34% de los 7.000 examinados por la de Barcelona, pese a contar con una calificación final de aprobado, obtuvo una nota inferior al 5 en el examen de selectividad.

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La 'necesidad' de la prueba

En las universidades de las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, sólo un reducido porcentaje, nunca abiertamente confesado por la Administración, conseguirá cursar los estudios elegidos en primer lugar, sobre todo en las carreras más demandadas.El siguiente diálogo se producía en la sección de información del vicerrectorado de alumnos de la Complutense. Una señora quería saber "qué nota pedían" para ingresar en las escuelas superior y universitaria de Informática. Paciente y solícito, el funcionario le explica que no puede decirse con propiedad que los centros pidan una nota determinada:

-Esas calificaciones que aparecen en la lista son meramente orientativas, señora. La nota puede variar de un año a otro. Depende de cuántos alumnos deseen entrar y de la oferta de cada centro. El curso pasado, la mínima en Informática superior fue 6,6.

-Ya, o sea, que mi hijo, con un 5,9, nada que hacer...

-Pues no; si no baja la nota este año, no.

-Claro que si sobran plazas, sí cabrá...

-No sobrarán, no. Eso no pasa nunca.

-Y en Derecho? En Derecho sí sobrarán, ¿no?

-Pues tampoco.

-¿Y en las otras universidades?

-No puedo saberlo, señora.

-Bueno, pero la pongo por si acaso, ¿no le parece?

-Hágalo, señora. Para eso está pensado ese impreso.

La mujer marca la Facultad de Derecho de la Complutense, y sigue preguntando:

-¿Y en Óptica? ¿Con cuánto se entra en óptica?

-El año pasado con 5,9.

-¿Con 5,9? ¡Qué bien! Y dígame usted: ¿ésta es una carrera de cinco o de tres años?

-De tres.

-Ah, estupendo. Pues la voy a poner también.

La mujer se retira enfrascada en la lectura de un gigantesco impreso. Los funcionarios de información llevan todo el mes de Julio respondiendo con infinita paciencia a un rosario de preguntas como las planteadas por esta afligida madre que camina a cuestas con ese 5,9 de su hijo sin saber a ciencia cierta a qué caballo apostar.

Situación singular

Montse y Silvia rellenan el impreso "por lo que pueda pasar en septiembre", dicen. Su situación es realmente singular. Las dos superaron la selectividad con calificaciones bien altas: Montse con 7,8, Silvia con 7,4. Las dos amigas ingresaron en la universidad en 1989 para hacer Medicina en la Autónoma de Madrid, una facultad en la que funciona un duro régimen de permanencia.

Durante los tres primeros años de la carrera, explican, no se puede pasar de curso sin haber aprobado todas las asignaturas. "Si suspendes una, debes repetir todas al año siguiente, y si vuelve a suceder, tienes que abandonar la facultad". Silvia y Montse repitieron y las dos tienen asignaturas pendientes para septiembre. Se proponen estudiar intensamente durante el verano, pero... "Si no las aprobamos, se acabó".

Por eso repiten el rito de la preinscripción. A Montse, que marca el apartado de Biológicas, le sobrarán 2,1 puntos para ingresar en esa facultad. Y con su 7,4, Silvia, que reencauzará su vida académica en la de Odontología, arrebatará una de las 60 plazas que se ofrecen a uno de los nuevos aspirantes a dentista.

El tribunal especial para la revisión de exámenes es una instancia a la que cada año acuden más alumnos. Este curso, 4.180, el 18% de los 23.110 que se examinaron en la Complutense. También hay una sección específica para atender a estos angustiados demandantes. Preguntan, dan su nombre, un joven funcionario escruta la lista y... la respuesta más frecuente: "Revisión negativa". "¡Qué putada!", es la exclamación más común. Solícito, el empleado recuerda que a partir del momento en que reciban la comunicación dispondrán de un plazo de 15 días para recurrir en alzada ante el rector. Y la reacción más repetida: "Para qué! ¡Que les den por el saco!", rumia el decepcionado de turno al abandonar la oficina.

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