Tarde plomiza
La tarde transcurrió plomiza. Plomizo estuvo el cielo. Plomizo era el tono imperante en los tendidos del sol, por el color de las blusas de los mozos. Plomizo, es decir grisáceo, ni bueno ni malo sino todo lo contrario, el comportamiento de los toros. Plomiza fue la actuación de los diestros.Las únicas notas destacables a la grisácea tarde fueron el intensísimo frío y la buena impresión que dejó el rejoneador navarro Pablo Hermoso. Domina las cabalgaduras, aprovecha bien los terrenos, torea llevando las jacas muy templadas, cita y reúne generalmente de frente y estuvo muy acertado en los rejones iniciales, en las banderillas largas y cortas, y sin embargo falló con el rejón de muerte.
Murteira / Oliva, Cuéllar, Martín, Hermoso
Toros de Murteira Grave, bien presentados, con más casta que pujanza y desigual bravura y uno para rejones de Viuda de Alicio Tabernero, que cumplió. Emilio Oliva: vuelta y ovación. Juan Cuéllar: ovación y petición y dos vueltas. Pepe Luis Martín: silencio y ovación. Pablo Hermoso de Mendoza: vuelta. Plaza de Vitoria, 9 de agosto. última de la feria de la Virgen Blanca. Media plaza.
Una característica de los toreros modestos es que quieren, lógicamente, aprovechar las pocas oportunidades que se les brindan, y siempre se encuentran insatisfechos con lo realidad, por lo que alargan las faenas al máximo. Los tres espadas recibieron avisos, no tanto por estar desacertados con la espada, como por tratar de apurar el último muletazo. Alguno, como Cuéllar, recibió un aviso en cada toro sin haber entrado a matar.
Al quinto, el de Colmenar, le hizo una faena con numerosísimos pases, pero sólo toreó de verdad en la última serie de redondos. Menos justificación tiene su actuación en el segundo, un toro bravo y noble al que dio numerosos pases sin sosiego ni limpieza.
Emilio Oliva recibió a su primero con tres largas cambiadas de rodillas, y a su segundo con similar suerte. A la faena le faltó continuidad porque la cortó reiteradamente. El cuarto se caía y desde luego el de Chiclana estuvo por encima del toro.
Pepe Luis Martín tropezó con el lote menos pujante. La falta de fuerza de su primero le imponía corta trayectoria, y los muletazos no podían lucir. Con el sexto, no acertó a centrarse en la primera parte, antes de que el toro se rajara.
La tarde fue plomiza por el color, que no plúmblea por lo pesada.
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