"Esto no tiene perdón de Dios"
Las acusaciones de descoordinación han sido frecuentes. Así el alcalde de Tavernes de Valldigna, Eduardo Bononat, dijo: "Una reforestación mal hecha sin cortafuegos ni pistas forestales ha ayudado a la propagación del fuego"."Esto no tiene perdón de Dios, ha sido un desastre total que se podría haber evitado. La falta de coordinación era desesperante. En la Administración valenciana estaban mal informados. No se puede intentar apagar 50 incendios a la vez", señaló ayer el alcalde de Siete Aguas, Guillermo Zahonero.
Frente a las críticas, los servicios antlincendios se refugian en el adjetivo "incontrolable". Esta es la única definición que los servicios de extinción, bomberos, ayuntamientos y lás dispersas autoridades autonómicas han sido capaces de articular a lo largo de ocho devastadores días para referirse al incendio que se inició a causa de un rayo a las siete de la tarde del 28 de julio en la partida de La Paridera, en La Hoya de Buñol.
Una chispa que se multiplicó, azuzada por el intenso viento y por manos malintencionadas, a través de valles, vaguadas, sierras, montañas, barrancos, vías de tren y carreteras y que ha dejado un saldo de 18.000 hectáreas calcinadas.
"Los frentes parecían inmensos lanzallamas, que corrían a la velocidad de la pólvora. El fuego de superficie iba 50 metros por delante del fuego de copa arrasando lo que encontraba a su paso", comentó ayer Andrés Perelló, alcalde de Buñol, localidad de 10.000 habitantes que el martes pasado fue sitiada por las llamas.
Para hacer frente a la catástrofe, ese mismo día se reunió con carácter urgente el Centro Unificado de Coordinación Operativa. Cerca de 1.500 hombres, en su mayoría voluntarios, brigadas de extinción y soldados, se movilizaron para frenar la propagación de los incendios. Pero el avance de las llamas; prosiguió imparable. Ese mismo día se originó otro incendio en la zona. Esta vez intencionado. Ardieron 3.000 hectáreas.
La magnitud del incendio, ramificado en decenas de frentes de múltiples lenguas en una, zona escarpada de montañas, dificultó los trabajos de extinción. Los fuertes vientos racheados impidieron la actuación de los medios aéreos en algunos momentos, mientras la falta de pistas forestales retrasó el acceso a los frentes del incendio. Desbordados, los servicios de extinción no daban abasto.
Otros dos incendios presuntamente intencionados -que han devastado cerca de 2.000 hectáreas- se registraron en el sur de la provincia de Valencia.
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