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Tribuna:HACIA LA ECONOMIA DE MERCADO EN LA U. R. R. S
Tribuna
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Ayuden al nacimiento del nuevo hombre soviético

¿Es realista imaginarse que de aquí a dos décadas la Unión Soviética puede convertirse en una economía de mercado? Numerosos factores se alían contra el éxito soviético.Psicológicamente, las raíces de una sociedad no democrática que no está orientada al mercado son profundas.

Un conocido cuento popular habla sobre un granjero ruso que responde a la buena fortuna de su vecino al comprarse una vaca, no comprándose su propia vaca, sino conspirando para matar la de su vecino.

Conservadurismo, asentada envidia y reforzada pasividad, tras años de socialismo paternalista, han hecho a los ciudadanos soviéticos poco aptos para una democracia económica y política.

Los que se oponen a la democracia y a la economía de mercado están perpetuando las instituciones que representan la autoridad: las militares, el KGB, fuerzas de seguridad interna, aparatos del Gobierno central y cuadros del Partido Comunista.

No es de esperar que estos individuos abandonen su poder voluntariamente. Más bien, deberíamos esperar provocaciones, incluyendo el uso desautorizado de la fuerza contra Gobiernos constitucionales, caso de Lituania. Todo esto puede resultar perjudicial para las esperanzas de libertad económica y política.

Pero como la matryoschka rusa, muñeca dentro de otra muñeca, la aparentemente dura concha de estos argumentos puede resquebrajarse y revelar posibles alternativas en su interior.

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Los debilitadores efectos de la ideología, la cultura y la psicología se están moderando: si aún no hay un nuevo hombre soviético, el antiguo es ya una raza en extinción. El fracaso ha desacreditado las ideologías y las prácticas aceptadas.

El comunismo ha muerto.

Es más fácil encontrar un marxista convencido en Cambridge (Massachusetts, EE UU) que en Moscú.

Un fuerte declive económico ha forzado a los ciudadanos a confiar en sí mismos sólo para sobrevivir. Encontrar comida, aspirinas y zapatos implica buscar y trocar en mercados grises, conducta económica que, legalizada, beneficiaría a productores tanto como a consumidores.

Éste ha sido un año de retos reaccionarios: en Lituania en junio, contra manifestaciones populares en Moscú en marzo, en un esfuerzo por destituir a Borís Yeltsin en abril, en las elecciones de junio del presidente de la República de Rusia y, recientemente, en el Soviet Supremo.

En cada caso, los reaccionarios sé retiraron. Si bien aún pueden actuar decisivamente, su actuación recuerda las falacias del antiguo régimen.

Voto al capitalismo

En las elecciones a la presidencia rusa, Nikolai Ryzhkov, el anterior primer ministro, proclamaba estrategias de economía dirigida, frente a la defensa de Yeltsin de una economía de mercado. El eslogan de la campaña de Ryzkhov era: "Un voto a Yeltsin es un voto al capitalismo". Yeltsin obtuvo el 60% de los votos; Ryzhkov, el 16%.

La fuerza subterránea más poderosa en la Unión Soviética es la creciente corriente nacionalista. Un sentimiento cada vez mayor de identidad nacional alimenta las ansias independentistas amenazando con la desintegración. Pero, cuando los líderes de la unión y de las repúblicas se asomaron al precipicio, se retiraron.

El acuerdo, en abril, entre Mijaíl Gorbachov y los líderes de las nueve mayores repúblicas estableció un calendario para negociar una nueva Constitución, seguida de elecciones generales en todos los estamentos nacionales.

De hecho programaba un salto a la democracia durante el año que viene; lo que hay que hacer es cumplir estos compromisos.

Otro paso hacia la democracia fue dado el pasado 1 de julio, cuando un grupo de reformistas guiados por Edvard Schevardnadze, el anterior ministro de Asuntos Exteriores, anunció la creación de un movimiento opositor que retaría al partido comunista.

Ahora, Gorbachov y Yeltsin se enfrentan al problema de la economía. Mientras que ellos contemplan las verdaderas alternativas, ¿qué papel puede jugar Occidente responsablemente?

Sólo los líderes soviéticos pueden elegir lo que ellos crean que más convenga a los intereses de su pueblo.

En caso de decidirse definitivamente por una economía de mercado, tendrán que confiar en los recursos, el coraje y la determinación soviéticos.

Pero los líderes de Occidente deben darse cuenta de que aquellos que toman estas decisiones no tienen experiencia alguna en una economía de mercado.

Sin intervenir en sus asuntos internos, los líderes occidentales pueden echar luz sobre las alternativas a las que se enfrentan los líderes soviéticos. Los líderes occidentales deben comprender lo que se juegan en ello y comunicarles su disposición a ayudar.

Si los líderes soviéticos están preparados para escoger un programa realista con vistas a una rápida transformación hacia la economía de mercado, no debería haber por parte de los occidentales abandonos, desconfianzas, sobornos o chantajes.

Occidente debe invertir recursos morales, intelectuales e incluso financieros en esta transformación, no sólo por los intereses soviéticos, sino también porque las apuestas de Occidente están sobre la mesa.

dirige el Proyecto para Reforzar las Instituciones Democráticas de la Universidad de Harvard; Grigori Yavlinski fue viceprimer ministro de la Federación Rusa. Son los principales autores de un plan para reestructurar la economía soviética.

Copyright The New York Tímes

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