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Dos ministros marroquíes pisan Ceuta por vez primera

Dos ministros del rey Hassan II de Marruecos, los titulares del Interior e Información, Driss Basri, y de Inmigración, Rafek Haddaui, visitaron ayer por primera vez en la historia Ceuta, una de las dos provincias españolas en el norte de África que, junto con Melilla, viene siendo reivindicada por el Gobierno de Rabat. La decisión de efectuar esta visita, celebrada sólo dos días después de la firma del tratado de amistad entre España y Marruecos, se tomó, al parecer, de forma espontánea e inesperada, después de una cumbre en Tánger con el ministro español del Interior, José Luis Corcuera.

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Basri no teme la polémica

La visita de Driss Basri y Rafek Haddaui a Ceuta se inició a las 17.00 y se prolongó durante casi dos horas. La jornada de trabajo con Corcuera había sido programada para hace una semana, pero a última hora se aplazó para efectuarla tras la firma del tratado de amistad y cooperación.El departamento de Prensa de la Embajada de España en Rabat había anunciado la reunión de Tánger como una sesión rutinaria y protocolaria de trabajo, dirigida a los medios informativos marroquíes y encaminada a favorecer las buenas relaciones entre los dos departamentos del Interior.

En la sesión estaba previsto, como así se realizó, hablar de los visados, de la inmigración Ilegal, y sobre todo de la operación Paso del Estrecho 1991, que ambas administraciones planifican todos los años de forma conjunta.

Un paso histórico

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En el programa de trabajo se preveía una visita al puesto fronterizo de Ceuta. Pero, inesperadamente, los ministros marroquíes Driss Basri y Rafek Haddaui decidieron dar un paso más y convertir la reunión rutinaria en una jornada histórica, al aceptar la invitación de las autoridades españolas de entrar en Ceuta y de participar en una conferencia de prensa que se celebró en el hotel La Muralla, situado en la plaza de África, en el corazón de la ciudad, frente al Ayuntamiento y la catedral.

Uno de los cerebros de esta operación fue el delegado del Gobierno en Ceuta, Pedro Miguel González Márquez, quien cursó y forzó la invitación de acuerdo con su equipo de Gobierno. Ayer González Márquez ocupó un lugar destacado en la comitiva, siempre junto al ministro marroquí Driss Basri, entre otras razones por su buen conocimiento del francés, lo que le permitió en más de una ocasión hacer de intérprete a Corcuera. El delegado ceutí se había traslado a Tánger a primera hora de la mañana para sumarse a la comitiva del ministro español del Interior.

Por la tarde siguió en su puesto y en la frontera de Ceuta, entre España y Marruecos, en tierra de nadie, sugirió a la comitiva dar un paso más y entrar en la ciudad.

La comitiva siguió caminando. Hubo sonrisas y comentarios irónicos. José Luis Corcuera le dijo a su homólogo que dejaba de ser invitado de Marruecos para convertirse él en anfitrión. Basri sonrió. Buscó a su fiel intérprete -el delegado de Gobierno ceutí- y le sugirió que se abrazase con el gobernador de Tetuán. Ambos se besaron las mejillas entre los aplausos de los reunidos. Para entonces Basri y Haddaui estaban ya en territorio español.

Basri, Corcuera y las dos delegaciones al completo subieron a sus vehículos y se traslador al hotel-parador La Muralla, donde se celebró la conferencia de prensa. Los miembros de la delegación española paseaban su euforia por los pasillos del hotel y recalcaban la importancia de la visita. Mientras los dos ministros hablaban en el vestíbulo, Basri recibió dos llamadas telefónicas desde Rabat. Dos horas más tarde, una vez finalizada su conversación con los periodistas, las delegaciones volvieron a Tánger, desde donde José Luis Corcuera partió por vía aérea hacia Madrid.

Críticas

Los partidos de la oposición marroquí acogerán sin duda con indignación el gesto de Basri, el poderosísimo político marroquí a quien algunos sectores califican despreciativamente con el mote de ministro de todas las cosas. Sin lugar a dudas calificarán la visita como constitutiva de una traición hacia las reivindicaciones históricas marroquíes sobre Ceuta y Melilla. Hasta ahora ningún ministro de Hassan II había aceptado visitar ninguna de las dos plazas -presidios, en la terminología oficial del reino magrebí-, alegando que no lo harían mientros estuvieran bajo pabellón español.

Sin lugar a dudas los ataques más virulentos saldrán de las líneas del Partido Nacionalista, el Istiqlal, que se ha mostrado siempre intransigente con la cuestión de Ceuta y Melilla y que ha llegado incluso a plantear la posibilidad de realizar una marcha verde sobre las dos ciudades españolas.

Para los ceutíes, la presencia de un ministro marroquí en su ciudad junto con José Luis Corcuera sólo tiene una lectura y es que Rabat acata y acepta la presencia española en las dos plazas del norte de África.

Este gesto político llega en un momento delicado y polémico para la sociedad ceutí, que teme que el tratado de amistad y cooperación firmado entre España y Marruecos se convierta en un punto de partida para negociar la entrega de las dos ciudades a Hassan II.

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