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El traslado de la sede del Gobierno a Berlín costará cinco billones de pesetas

La ajustada votación de los parlamentarios alemanes en favor de trasladar el Gobierno y el Bundestag a Berlín fue recibida con júbilo por los escépticos cosmopolitas de la antigua capital prusiana, que acabaron lanzándose a la calle para celebrarlo, y con desespero por los habitantes de la perdedora Bonn. Ayer empezaron a discutirse los detalles de la operación, que puede costar 70.000 millones de marcos (cinco billones de pesetas) y se realizará en un plazo de 10 a 12 años.

El ex canciller socialdemócrata Willy Brandt, uno de los grandes defensores de Berlín, propuso ayer con el apoyo de 183 diputados que de aquí a finales de año se elabore un plan preciso que deberá desembocar en que el Bundestag pueda empezar a funcionar en Berlín dentro de cuatro años y que dentro de diez o doce se complete la operación y el Gobierno empiece a funcionar plenamente en su nuevo destino. Brandt aconsejó al Bundesrat -la cámara territorial alemana- que debe votar el próximo día 5 sobre el mismo asunto, que se quede en Bonn.En la pequeña ciudad del Rin se quedará el grueso de la Administración, aunque será privada de todos los centros de decisión policía. Es evidente que, en el futuro, aquellos funcionarios que insistan en no mudarse, se autelimitarán profesionalmente. Lo que parece perfilarse es que aquellos funcionarios de mayor edad, quienes están cerca de la jubilación y no pueden permitirse el lujo de vender, perdiendo dinero, la casa que compraron con el trabajo de toda una vida, se quedarán en el Rin. El Gobierno federal ha insinuado la creación de un fondo especial de compensación destinado a cubrir las perdidas de numerosos ciudadanos y empresas privadas, y ayer mismo, con cierta culpabilidad, prometió que "no se dejará a Bonn abandonada".

Los alemanes empezaban a reflexionar ayer sobre los conceptos vertidos a lo largo de la maratoníana sesión del Bundestag en la que se decidió trasladar el Gobierno a Berlín por la escasa diferencia de 18 votos. La carga emocional y patriótica que destilaron todas las intervenciones en favor de la propuesta ganadora, contrastaron fuertemente con la mentalidad pragmática de quienes preferían quedarse en Bonn.

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