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Rompiendo con la revolución cubana

La hija de un coronel fusilado pide asilo en España y su marido tramita la residencia

Juan Jesús Aznárez

, Jorge Ricardo Masetti, de 35 años, hijo de Ricardo Masetti, aquel revolucionario argentino que perdió la vida al mando de una columna guerrillera en la serranía fronteriza con Bolivia en abril de 1964, ha dejado de creer en una revolución a la que llegó casi por herencia, de la mano de su padre, fundador de la agencia Prensa Latina y amigo personal de Ernesto Che Guevara, al que entrevistó en Sierra Maestra.Masetti, acompañado por su esposa, que confiesa que llegó a odiar las estructuras del régimen que sentenció a su padre niega validez política y futuro a un sistema al que sirvió durante años en misiones clandestinas con grupos guerrilleros del Cono Sur y de América Central, por cuenta propia o a las órdenes directas de Manuel Piñeiro, máximo responsable del departamento América del Comité Central del Partido Comunista Cubano.

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"Mucho odio, mucho dolor, una tristeza muy grande"

Jorge Ricardo Masetti recabó, allí donde estuvo, información para La Habana, conectó a funcionarios cubanos con guerrilleros, concertó entrevistas clandestinas y facilitó apoyo logístico y conexiones a organizaciones revolucionarias ilegales. "¿Proporcionaba Cuba armas a todos esas guerrillas en el tiempo en que usted trabajó para ese departamento?". "De eso, por ahora, prefiero no hablar", dice. "No por Cuba, sino porque hay gente que sigue ahí, bregando y creyendo honestamente en la lucha revolucionaria. Hacia esa gente, mi lealtad es total".

Masetti que, aunque llegó a Cuba a los tres años, conserva la nacionalidad argentina, niega saber nada sobre las operaciones de narcotráfico pero. piensa que Castro conocía todo. Denuncia con amargura en Madrid el "mito" de Fidel Castro. "La revolución", dice, "no es de Castro ni de los norteamericanos, es del pueblo cubano, que debe generar un recambio". Afirma también que, "con su marxismo dogmático y encerrado, Cuba desempeña hoy un papel contrarrevolucionario". Con su esposa tramita permiso de trabajo y residencia. En su nuevo destino han encontrado "la ayuda solidaria" del intelectual y escritor francés Regis Debray y de la que fue esposa de éste, Elizabeth Burgos, con quienes les unen "viejos lazos de. amistad".

Leprosos en La Habana

Después de un año y medio de difícil espera en La Habana para conseguir la autorización de salida de lleana, su esposa -"un período de enfrentamientos muy duros con las autoridades, y viendo cómo algunos nos miraban como leprosos"-, llegaron a España hace aproximadamente dos meses. "Pienso que me equivoqué cuando creía que la bandera revolucionaria era la única. Por combatir dictaduras estábamos construyendo modelos dictatoriales. El matrimonio planteó abiertamente su salida del país. "Cuando venían a vernos y nos preguntaban qué necesitabamos, les contestábamos: irnos, queremos irnos de Cuba. Creo que me permitieron decir todo lo que decía porque era extranjeror". Masetti agrega: "¿Hasta cuándo podíamos seguir diciendo '¿qué nos queda si dejamos la revolución?', o hasta cuándo podíamos estar frenados porque 'lo que yo diga va a ayudar al imperio [EE UU]' cuando estaban matando a los mejores hombres que dio la revolución. Sostener eso me pareció un argumento cobarde".Masetti, que volvió a Argentina en 1970 por razones familiares, militó allí en el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo, volvió cuatro años después a Cuba y, a partir de entonces, vía Europa y clandestinamente, efectuó entradas y salidas en Argentina. Participó en la guerra sandinista contra Anastasio Somoza y, en 1980, se vinculó orgánicamente con el departamento América, con estrecho contacto con los movimientos guerrilleros latinoamericanos y controlado por Piñeiro, "un hombre muy informado y con el que en tiempos mantuve excelentes relaciones".

"Es un error pensar que este departamento efectúa labores de espionaje. Yo diría más bien que lleva a cabo misiones de inteligencia política". Durante tres años, y en plantilla de la Embajada cubana en México, trató con las guerrillas de El Salvador, Guatemala y Colombia. Después, en una colaboración "inorgánica" con el Cono Sur. "El apoyo que puede dar Cuba o que dio a los movimientos guerrilleros no es más que una extensión de su política exterior. Si no tienen relaciones con nosotros, les ponemos malo el país".

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