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Crítica:CINE /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Robin 'bluff'

Desde que el ilustre proscrito de los bosques de Sherwood apareció por primera vez en una pantalla, en 1908, no ha pasado una década que no haya visto nacer uno o varios Robin Hood cinematográficos. Las versiones del personaje se cuentan por decenas, pero sobre todo tres de ellas -la de Allan Dwan, con Douglas Fairbanks, rodada en 1922; la de Michael Curtiz y William Keighley, con Errol Flynn, realizada en 1938, y, a cierta distancia, Robin y Marian, de Richard Lester, con Sean Connery, de 1976- pueden considerarse joyas en su género.El lanzamiento simultáneo de dos nuevas versiones del mito made in Hollywood ha creado una expectación que, al menos en el caso de la película de John Irvin, se ve muy poco justificada. Robin Hood, el magnífico es un mediocre filme de aventuras que no sólo no aporta nada nuevo al personaje, sino que además juega sucio con el espectador.

Robin Hood, el magnífico

Director: John Irvin. Guión: Sam Resnick y John McGrath. Producción: EE UU. Intérpretes: Patrick Bergin, Uma Thurman, Jürgen Prochnow, Edward Fox, Jeroen Krabbe. Estados Unidos, 1991. Salas de estreno en Madrid: Callao, Roxy A, Carlos 111, La Vaguada, Liceo, Victoria, Ciudad Lineal, Consulado.

En primer lugar, se hace pasar por original un guión que se limita a retomar, con ligeras modificaciones, la estructura argumental de Robin de los bosques, el filme de Curtiz y Keighley, readaptándola a un presupuesto relativamente modesto (15 millones de dólares) y disfrazando la operación con un supuesto enfoque realista. No existe una interpretación personal de la leyenda, sino una apropiación poco imaginativa de ideas ajenas. A pesar del cambio de nombre de algunos personajes, hay numerosas secuencias -como el enfrentamiento inicial del protagonista con los caballeros normandos a causa de un cazador furtivo, el duelo de Robin con Little John, el reclutamiento del fraile Tuck, la primera emboscada en los bosques de Sherwood- directamente extraídas de la versión citada, pero repetidas aquí -con escasa inspiración.

Soluciones económicas

El trabajo de los guionistas se reduce a buscar soluciones económicas para sustituir las escenas más espectaculares y caras de Robín de los bosques. Esta labor de poda o de refundición no siempre se lleva a cabo con el rigor suficiente, y a veces provoca graves incoherencias en el relato.Ni Patrick Bergin, como Robin Hood, ni Jürgen Prochnow y Jeroen Krabbe, como los villanos normandos, tienen el fuste suficiente para sostener la función. Sólo la voluntariosa Uma Thurman, en su papel de lady Marian, logra, a duras penas, salvarse del desastre.

Lo más irritante, con todo, es la realización de John Irvin -el director de Historia macabra y La colina de la hamburguesa-, que, sobre todo en las escenas de acción, se sirve de todo tipo de triquiñuelas ópticas y de un montaje de vídeo musical para engañar al espectador y disimular las limitaciones de presupuesto. A pesar de mover la cámara continuamente o de recurrir una y otra vez a encuadres insólitos Irvin se muestra incapaz de dotar de fuerza y dinamismo a sus secuencias, y las supuestas pièce de résistence, como el asalto al castillo por los proscritos (pobre y embarullado) o el inevitable duelo final (resuelto con una notable pereza mental), se quedan en agua de borrajas. El resultado acaba siendo un penoso ejemplo de quiero y no puedo.

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