'Hijos de la nube'
DESPUÉS DE más de 15 años de inquietud y guerra, parece definitivamente encarrilado hacia una solución satisfactoria el problema del antiguo Sáhara español, uno de los más incómodos que la democracia española heredó del franquismo y del que nunca consiguió ayudar a solucionar. No se puede olvidar el dato de que la población afectada era de nacionalidad española hasta finales de 1975.Hace tres semanas, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la resolución 690, merced a la que se prevé la celebración bajo su control del referéndum de autodeterminación del Sáhara occidental en el plazo de un año -probablemente, en enero de 1992- El mero hecho de su adopción fue significativo: no hubiera sido posible sin la aceptación del proyecto por los dos protagonistas directos del conflicto: Marruecos y el Frente Polisario. Hace dos días, las declaraciones realizadas por el rey Hassan II a sus mandos militares sobre que Marruecos aceptaría cualquier resultado de la consulta indicarían no tanto que el monarca se anticipaba al malestar de sus Fuerzas Armadas por un resultado desfavorable tras años de guerra, sino que debe estar bastante seguro de conseguir una votación favorable a sus intereses; es decir, a la marroquización del territorio.
En efecto, el plan, tal como ha quedado aprobado por la ONU, favorece claramente a Rabat. Por una parte, la Misión de las Naciones Unidas al Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) -2.000 observadores militares, civiles, policías y cascos azules- ha quedado pequeña si se la compara con el impresionante despliegue de más de 60.000 soldados marroquíes y con la permanencia de la Administración y la policía en el territorio. Si a ello se añade la masiva presencia de colonos, superiores en número a los saharauis auténticos, se comprenderá que, con vistas a la consulta, la presión moral y material de Marruecos sobre el Sáhara es enorme. Una de las pocas maneras de limitarla radicaría en el aumento de las competencias previstas para el representante del secretario general de la ONU: vigilar la preparación y el desarrollo del referéndum. Por ello, su intervención puede ser decisiva si su autoridad es efectiva.
Naturalmente, la clave de toda la cuestión es (igual que lo ha sido a lo largo de los últimos 15 años) la elaboración del censo de votantes. Como es sabido, éste se basa en la lista que ya confeccionara el Gobierno español en 1974. Hasta hace pocos meses, los saharauis del Frente Polisario querían que permaneciera sin cambios, mientras que Marruecos, por razones evidentes, deseaba ampliarla de modo que en ella quedaran incluidos sus colonos. Es significativo que Rabat haya conseguido que se acepte el principio de la ampliación aun cuando la ONU imponga como garantía una comisión de identificación. Para llevar a cabo su labor, ésta se asesorará del consejo de unos notables que representen a partes iguales al Polisario y a los marroquíes.
Si se recuerda que la votación se celebrará en los núcleos de población -de mayoría marroquí-, y no en los campamentos -saharauis polisarios-, es evidente que el ambiente será de enorme presión en pro de los intereses de Rabat.
¿La disyuntiva es realmente independencia o integración en Marruecos? Tras los años de guerra y de desestabilización regional parece evidente que ninguna de estas dos soluciones aplicada a rajatabla es ya viable, especialmente en el supuesto de que el resultado, muy disputado, resulte poco concluyente. Por esta razón, la tercera vía de una autonomía saharaui dentro de la integración en Marruecos (apoyada en la fortaleza del voto autóctono) resultaría más sensata que las otras dos. Precisamente, Argelia, cuyo presidente se reunirá en los próximos días con el rey Hassan, ha venido propugnando desde hace tiempo la negociación entre el Polisario y el Gobierno de Rabat para que se alcance un acuerdo político previo con el que matizar un resultado desestabilizador del referéndum. En las condiciones en que éste se celebra por fin, no resulta una idea descabellada.
Finalmente, debe destacarse la prudente actuación del Gobierno español a lo largo de los últimos años, especialmente en lo que hace a la reafirmación del papel de la ONU en todo el proceso. Sus discretas gestiones diplomáticas y ahora su compromiso político y Financiero (en la comisión de identificación, en el fondo voluntario para la repatriación de saharauis e incluso en la asistencia material a la celebración de la consulta) deben ser alabados. Es la mejor manera de liquidar una deuda contraída hace demasiado tiempo con los saharauis para que estos hijos de la nube, como se llaman a sí mismos, puedan disfrutar de la tranquilidad que tienen más que merecida.
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