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Gandhi, asesinado en plena lucha electoral

ENVIADA ESPECIAL El terrorismo sectario que ha inundado de sangre la historia de la India se cobró ayer otra víctima: Rajiv Gandhi, de 46 años, líder del Partido del Congreso (I), primer ministro entre 1984 y 1989 y máximo favorito para recobrar el poder en las elecciones iniciadas el pasado lunes y que debían concluir el domingo. En la madrugada de hoy, la comisión electoral anunció el aplazamiento de los comicios hasta el próximo 12 de junio. Una bomba oculta, al parecer, en un ramo de flores segó su cabeza y su vida, en plena lucha electoral, cuando iba a participar en un mitin en Sriperumpudur, localidad situada a unos 60 kilómetros de Madrás, en el Estado de Tamil Nadu, al sur del país.

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Muerte en la familia

Según el relato de una periodista india que se encontraba en el lugar de los hechos. Rajiv Gandhi acababa de descender de un vehículo, acompañado de varios dirigentes locales de su partido. Una multitud de más de 10.000 personas le dio la bienvenida, gritando consignas en lengua tamil y lanzando guirnaldas de llores y mantones de seda, conforme a la tradición tamil.El ex primer ministro se encontraba a unos 100 metros de la tribuna desde la que debía presidir el mitin, en un gran parque, cuando la bomba estalló. "La gente empezó a correr en todas direcciones en un ambiente de pánico y confusión", explicó la periodista, que aseguró que un mínimo de 20 personas murieron en el atentado, entre ellas un oficial de policía. El cuerpo del ex primer ministro, con la cabeza medio arrancada y bañado en un mar de sangre., era apenas reconocible entre el, montón de cadáveres de las otras víctimas del atentado.

Rajiv Gandhl había llegado a Madrás a última hora de la tarde, procedente del Estado vecino de Andra Pradesh, para una gira electoral de dos días por el Estado de Tamil Nadu, de mayoría tamil, que se halla enfrente de Sri Lanka. La esposa de Gandhi, la italiana Soma, acompañada de su hija Priyanka, viajó a Madrás en un avión del Ejército para trasladar el cadáver a Nueva Delhi, adonde llegará esta mañana.

La noticia de la muerte de Rajiv provocó numerosos estallidos de violencia. Muchos automóviles fueron destrozados en los alrededores de Madrás. En Vijaya wada, en el Estado de Andra Pradesh, fue implantado el toque de queda. En Kota (Rajastán) se quemaron carteles electorales. Partidarios de Gandhl gritaron en Delhi consignas contra el primer ministro Chandra Shekhar.

El atentado hizo realidad los peores temores de quienes veían cómo la celebración de las elecciones en tres días (el lunes, jueves y domingo de esta semana) y el impresionante despliegue de seguridad eran insuficientes para frenar la violencia sectaria que, además de la de Gandhi, se ha cobrado unas 200 vidas desde el inicio de la campana.

El trágico destino de los Gandhl se hizo patente una vez más. El Gandhi por antoriorriasia, con el que Rajiv no guarda ningún parentesco, el mítico mahatma, adalid de la no violencia, fue víctima de ésta en 1948, apenas un año después de que la India alcanzara la independencia. La propia madre del líder del Congreso (1), Indira, fue asesinada a tiros por sus guardaespaldas sijs en 1984 cuando era Jefa de Gobierno de la democracia más poblada del mundo.

Un portavoz del principal grupo guerrillero tamil, Tigres de Liberación de Tamil Eclam, que combaten en Sri Lanka, descartó cualquier tipo de implicación en el atentado. "Nosotros, ciertamente, no estarnos implicados de ninguna manera", declaró un destacado líder de dicha organización a la agencia india PTI en Londres.

Gandhl era primer ministro cuando atendió la petición del Gobierno de Sri Lanka de enviar una fuerza de seguridad interna que ayudó a reprimir la rebelión de la minoría tamil en este país. El Estado de Tamil Nadu, donde ayer fue asesinado, está poblado mayo ritariame n te por tamiles.

Pasa a la página 3 Edilorial, en la página 14

Rajiv Gandhi se perfilaba como nuevo primer ministro

Viene de la primera páginaRajiv Gandhi era el último monarca de la dinastía Nehru. Su padre, Jawaharlal Nehru, fue el primer jefe de Gobierno de la India independiente, y su madre, Indira Gandhi, le siguió en el cargo hasta su asesinato en 1984. Al iniciar la actual campaña electoral declaró: "He aprendido de los errores cometidos". Con ello se refería a la pérdida del Gobierno en las elecciones de d 1

elembre de 1989 por su alejamiento de las masas.

Durante el periodo que permaneció como primer ministro, entre 1984 y 19,89, Rajiv se rodeó de un estricto cínturón de seguridad por temor a un atentado como el que acabó con la vida de su madre. Ahora había vuelto a la vieja táctica del Congreso de los baños de multitud. Vestido de algodón blanco, estrechando las manos de centenares de personas, perdido entre la masa de sus seguidores, Rajiv había saboreado estos días, liberado de los agentes de seguridad, el envenenado placer de la popularidad. "En algún momento de mi Gobierno anterlor se perdió la comunicación con la gente que ahora he aprovechado para recuperarla", declaró Rajiv hace una semana. al semanario India Today.

Los últimos sondeos señalan que sus esfuerzos estaban teniendo éxito y casi todo el mundo daba ya por seguro en la India que a principios de junio volvería a jurar la Constitución como jefe de Gobierno.

"Vota estabilidad"

"Que Rajiv obtendrá 300 escaños no lo discute nadie. La cuestión más importante es saber si logrará hacerse, con dos tercios de la Cámara", aseguraba el profesor de Ciencias Políticas Surjit Bhalla.

Vota estabilidad fue durante la campaña .[la consigna de Gandhi, un hombre que logró levantar la esperanza de los indios en 1984 con su imagen de dirigente honesto dispuesto a luchar contra la corrupción que anegaba el país. Entonces logré, hacerse con 415 escaños de los 544 que tiene la Lok Sabl-la (Parlamento). Ahora, incluso sus acérrimos detractores han reconocido que al menos lograría 235 escaños, es decir, 40 más de los obterlídos en 1989.

Aquel apoteósico t:,-lunfo tuvo la duración de un sucño. El ex piloto convertido en político para honrar a su madre asesinada no tuvo coraje para. hacer frente a tanto cuadro intermedio y a tanto funcionario corrupto. Descontento con quienes, le rodeaban, con el pueblo que, le exigía que cumpliera sus promesas electorales, Rajiv se fue a:Islando hasta convertirse en el caballo de batalla de una nación que caminaba hacia la bancarrota. Las elecciones de 1989 se hicieron contra Gandi y contra su partido. Ahora, el desencanto sigue dominando la vida política india y la mayoría de las personas consultadas por esta enviada especial aseguran que se votaba a Gandhl por "ser lo menos malo entre lo peor". Cada día son más los que claman por una -mano de hierro" que ponga freno a la corrupción galopante, resuelva la catastrófiÍca situación económica y haga freno al terrorismo que amenaza con dividir al país en milpedazos.

La violencia ha sido la nota dominante de estas elecciones., que durante la campaña electoral se cobró 110 muertos. Desde que ese inició la primera jornada de votación, el lunes pasado, son ya 88 los asesinados. Según estaba previsto, las votaciones deberían continuar el jueves y el domingo próximo. Pero aunque el Gobierno aún no se ha pronunciado al respecto, parece poco probable que continúen. El lunes votó el 40% del electorado, es decir, unos 200 millones de indios. Entre ellos se encontraba Rajiv Gandhi y su esposa Sonia, de origen italiano.

Gandhi atacó durante su campaña a los líderes del Baratiya Janata (BJ) y del Janata Dal por sembrar la discordia comunal en un país que tiene un 80% de hindúes, un 4% de musulmanes, un 4% de shíles y el 2% restante de católicos, budistas, parsís y otras religiones. El BJ, un partído que ha subido como la espuma durante esta campaña, es de confesión hindú, mientras que el Janata Dal, en contrapartida, ha tratado de hacerse con los votos de los musulmanes. El asesinado líder acusó a los respectivos dirigentes de esos partidos, Lal Krishna Advani, y, V. P. Singh, de llevar a India a una "senda peligrosa".

El sectarismo es precisamente una de las principales razones de la ola de violencia que azota el país. La disputa por la mezquita de Ayodhya, en el norteño Estado de Uttar Pradesh, construida hace 600 años sobre los restos de un templo dedicado al dios Ram, según los hindúes que pretenden tirarla, fue una de las razones de la caída del Gobierno minoritario de V. P. Singh y ha sido una de las principales cuestiones de la actual campaña electoral.

Gandhl ha sostenido con firmeza el secularisnio de India, base de su constitución y de la ideología del Congreso. Sin embargo, se había apartado de los principios socialistas también defendidos por la Constitución y por su partido. Ante la campaña prometió que si alcanzaba el poder, liberalizaría la economía y la abriría al mercado exterior.

En tren, en coche o a bordo de su avión de seis plazas que pilotaba él mismo, un Rajiv Gandhi informal, confiado en su nueva popularidad, recorrió sin descanso todos los rinconis del país hasta que la bomba asesina le obligó a detenerse. "Parece un monarca depuesto reclamando su trono" comentó un periodista indio. No era un gran orador, pero su sonrisa llego a cautivar a miles de personas que volvieron a creer en sus promesas de un futuro mejor y más estable.

La tragedia, una vez más, ha puesto punto y final a las aspiraciones de esta familia de políticos. Indira mandó a su ejército a reprimir la revuelta de los sú y el disparo de su guardaespaldas sij le quitó la vida. Rajiv envió a la vecina Sri Lanka sus tropas para obligar a los rebeldes tamiles a doblegarse y una bomba en el Estado indio de Tamil Nadu, la mayoría de cuya población es tamil, le arrancó la cabeza. La consternación se cierne nuevamente sobre este país de 850 millones de habitantes cuyo futuro parece cada día más somibrio.

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