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"A Alcalá de Henares, 4.800 kilómetros"

El primer centenar de soldados españoles inicia en Turquía la ayuda a los refugiados kurdos

En la puerta del comedor del campamento de las fuerzas multinacionales, en la ciudad turka de Silopi, las diferentes compañías han puesto carteles de madera con las distancias a sus bases. Un paracaidista español asegura: "Mañana estará el nuestro. A Alcalá de Henares, 4.800 kilómetros". A las once de la mañana de ayer, casi un centenar de hombres de la primera compañía de la primera bandera de la Brigada Paracaidista (BRIPAC) formaba con cara de desconcierto en las soleadas planicies de Silopi, cerca de la frontera con Irak.

Se trata del primer contingente de soldados españoles que se unen a las tropas multinacionales que construyen asentamientos en territorio iraquí para albergar a los refugiados kurdos (o como eufemísticamente se les llama en Turquía, "ciudadanos iraquíes desplazados").Para la mayor parte de los voluntarios, comienza la aventura. "Yo llevaba 16 meses de mili y me reenganché", dice Carlos León, madrileño cetrino de 18 años. "Yo qué sé, me dio el punto", dice.

Álvaro Heras, que también acaba de cruzar la mayoría de edad, dice haber visto "mucha miseria" en las pocas horas que lleva en suelo turco, "pero somos voluntarios para todo, para cualquier sacrificio. Para eso vine a los paracas", explica con oratoria encendida. "Igual pienso yo", apostilla José Antonio Herrero, que en un alarde cosmopolita añade: "Es interesante conocer a otro pueblo, a otra raza, y ver nuevas costumbres".

El desconcierto aflora tras varias horas de viaje en autobús desde la base de Incirlik, a 800 kilómetros, donde llegaron el miércoles, y de la sorpresa de encontrar las tiendas montadas, la comida lista y las duchas resueltas.

"Sois 18 por tienda, así que ya podéis tenerlo todo recogido para que no haya broncas", grita un mando entre la multitud de boinas negras y rostros con acné. "No veas qué puente del 1 de mayo", musita en respuesta un soldado.

Este primer contingente está integrado, además, por una plana mayor compuesta por representantes de la unidad de helicópteros, de la de ingenieros, y del Escalón Médico Avanzado, cuyos integrantes llegarán a Silopi en los dos próximos días. Al mando de todos ellos está el coronel Francisco Javier Ledesma.

El equipo médico deberá supervisar toda la infraestructura sanitaria del campamento de refugiados. "Tenemos una unidad de cuidados intensivos muy sofisticada y un equipo completo de medicamentos. Recibiremos otro más adelante y el tercero será selectivo, una vez que hayamos evaluado las necesidades", explica Álvarez Leiva.

Son las 12 del mediodía, la hora de la comida ha llegado. Los soldados españoles deben rellenar un papel con el nombre, el grado y el número de tarjeta militar. "Ponéis SEF, que es Spanish Expeditionary Force [Fuerzas Expedicionarias Españolas] ¿Entendido?". Tras la confusión inicial, las tropas desfilan al comedor. La primera decepción se dibuja en sus rostros. La comida es un paquete marrón herméticamente cerrado del ejército estadounidense. Del menú sólo se entiende "arroz con pollo". La naturaleza del resto de los alimentos se oculta bajo unas siglas ininteligibles. "Vaya mierda. Las raciones españolas están mucho mejor", comenta uno de los jóvenes. Añoran al cocinero, que vendrá con los próximos contingentes.

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