_
_
_
_

Alimentos 'made in USA' para los refugiados kurdos

Helicópteros con víveres cruzan diariamente la frontera turco-iraquí

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALEl siempre presente fotógrafo japonés, acodado en una paca de víveres como un francotirador, dispara entusiasmado su cámara mientras un Superstallion de gran tonelaje despega desde la base que Estados Unidos levanta aceleradamente en la localidad turca de Slopi. El helicóptero, con artillería en la proa y toneladas de comida, agua y leche en sus bodegas, se pierde en los cielos de la frontera con Irak, en cuyas cañadas y macizos montañosos penan o mueren miles de kurdos.

Más información
La reunión entre militares de la coalición y de Irak termina sin acuerdo

El comandante Ron Gahagan que ha facilitado el acceso del fotógrafo a la pista central de estas nuevas instalaciones militares, comenta complacido la eficacia de los ingenieros: "Este lunes, todo esto que ven ustedes eran prados donde pastaban ovejas. Ahora empieza a parecerse a una ciudad".Un total de 980 soldados estadounidenses, británicos y franceses, muchos de ellos trasladados de otras bases, habitan en esta ciudad de despensas atiborradas y medios ilimitados. Cada día despegan desde sus dos pistas 71 helicópteros con alimentos para los kurdos. "Hace dos días repartimos 108 toneladas, y el jueves, más de 70. Depende de las condiciones climatológicas. El 50% del cargamento son comidas o platos preparados; el 25%, agua, y el resto, leche en polvo maternizada", dice Gahagan.

Acostumbrados a levantar campamentos en los desiertos de Arabia Saudí y Kuwait, los técnicos militares norteamericanos han cimentado con rapidez unas instalaciones, con 180 tiendas verde oliva que pronto albergarán a varios miles de soldados de la coalición que derrotó al Ejército de Sadam Husein. Un total de 408 toneladas de equipos y material de transmisión se amontonan en los laterales de esta ciudad almacén, enclavada en una campiña entre montañas, desde la que se distribuyen víveres para cerca de 20 campos de refugiados kurdos. El sol quema al mediodía y algunos de los marines que conducen las excavadoras presentan un bronceado similar al que distinguió a los curtidos y legendarios camioneros de Agromán durante sus heroicas campañas de estío: hasta la mitad de los bíceps y un poco más abajo de la nuez. El comandante Gahagan dice que las condiciones de reparto entre los refugiados mejora, y en algunos lugares, los helicópteros aterrizan y las raciones son distribuidas con más orden. "Sin embargo, les kurdos se mueven constantemente y no es fácil acceder a todos ellos". Pródigas caravanas de camiones llegan regularmente a Slopi y descargan todo tipo de elementos, desde maderos y lonas para construir letrinas o señalar las pistas de aterrizaje hasta contenedores con material electrónico o cables. La actividad es constante y un parque móvil variado se encarga de distribuir las bombonas con oxígeno para soldar las camas, las mesas y el material sanitario de un hospital de campaña.

Hacendosos, unos construyen una nave, apilan botellas de agua o cercan con alambradas el espacio ganado a la llanura. Otros conducen los vehículos pesados como si del París-Dakar se tratase.

El nuevo acuartelamiento multinacional en Turquía ha sido dividido en tres secciones: una de intendencia, con una pista cimentada de aterrizaje en la que se almacenan y clasifican las mercancías; una pradera que agrupa a los helicópteros fuera de servicio o dispuestos a despegar, y la destinada a viviendas. El comandante Ron Gahagan esquiva una respuesta concreta cuando se le pregunta por qué van a ser ideados cinco nuevos campamentos de refugiados en Irak en lugar de facilitar el regreso de los kurdos a sus ciudades con protección militar. "No lo sé; pregunten al Departamento de Estado".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_