La unión monetaria, según el profesor Dornbusch
El profesor Dormbusch, en dos artículos publicados en EL PAÍS (3 y 4 del pasado enero), defiende la conveniencia de establecer dos velocidades en el proceso de la unión monetaria europea. A su juicio, las economías de Alemania , Holanda y Francia, y posiblemente también Bélgica, Irlanda y Dinamarca, han alcanzado ya la convergencia necesaria para poder fijar definitivamente sus tipos de cambio e instrumentar una política monetaria común; España y el resto de los países de la CE por el contrario han alcanzado un límite a su proceso de desinflación difícil de salvar sin reformas fundamentales de sus economías.Esta recomendación se apoya en dos hipótesis. Primera, la per tenencia al Sistema Monetario Europeo (SME), no ha sido esencial para reducir la inflación; como prueba de ello aduce que otros fuera del SME también consiguieron reducir su inflación. Segunda, es dificil que países como Italia, España o el Reino Unido acepten la elevación adicional de sus tasas de paro, que sería necesaria para situar su cifra de inflación cerca de la ale mana: En estas circunstancias, sostiene Dornbusch, el núcleo de países que han alcanzado la convergencia deben avanzar rápida mente hacia la unión monetaria a fin de ocasionar en los otros países las presiones políticas necesarias para instrumentar las re formas estructurales que exige la reducción de su inflación.
En cuanto a la primera hipótesis, el profesor Dornbusch muestra gráficamente cómo la reducción de la inflación desde 1982 se produjo tanto en los países del SME como en otros países europeos y en otros países industrializados no miembros del SME. ¿Demuestran estos datos que la pertenencia de un país al mecanismo cambiarlo del SME no contribuyó crucialmente al proceso de desinflación de dicho país? No, ciertamente.
El contraste de esta hipótesis de Dornbusch exige simular el comportamiento inflacionista que habrían tenido los países del SME durante el periodo 19821989 si no hubiesen pertenecido a dicho sistema. El supuesto implícito en el razonamiento de Dornbusch,es que estos países se habrían comportado igual que los otros países no miembros del SME, aunque ello entrañara en algunos casos cambiar su propensión histórica a la inflación. Sería quizá más realista suponer que si no hubieran participado en el SME durante el proceso de desinflación de 1982-1989, los países miembros se habrían comportado igual que lo hicieron en la desinflación anterior a 1974-1978 cuando no existía dicho sistema.
Economías industrializadas
Como se puede observar en el cuadro 1, entre 1974 y 1978 se produjo una notable desinflación en Europa al ajustarse las economías industrializadas a la primera crisis del petróleo. Durante este periodo, en Francia, Italia e Irlanda se consiguió reducir la inflación significativamente, si bien mantuvieron amplios diferenciales de inflación con Alemania. Parece razonable suponer que, aún sin la disciplina cambiaria del SME, Francia, Italia e Irlanda habrían reducido su inflación en el periodo 19821989 (al igual que hicieron Estados Unidos y otros países no miembros del SME), pero no necesariamente, o no tan intensamente, su diferencial de inflación respecto a Alemania como lo redujeron dentro del sistema. En otras palabras, habrían registrado una desinflación menos intensa sino hubieran pertenecido al SME con lo que sus tasas de inflación alcanzarían hoy niveles más elevados.
El que el SME haya contribuido a reducir la inflación de algunos países miembros no está reñido con que dicha desinflación ocasione desempleo.
Otra cuestión distinta sería si la instrumentación de una política antiinflacionista 'dentro del SME induce mayor o menor desempleo que si se llevara a cabo sin pertenecer al SME, pero en cualquier caso entrañaría desempleo. Los datos de crecimiento del paro y caída de inflación en Europa aportados por el profesor Dornbusch únicamente muestran que una política antiinflacionista genera desempleo en proporción, entre otras variables, a la rigidez a la baja de los salarios reales; es una observación, por tanto, perfectamente compatible con las hipótesis de que el SME ha contribuido crucialmente a la intensa desinflación efectuada por buena parte de las economías europeas. De hecho, se puede incluso aducir que las elevadas cifras de desempleo producidas por la política antinflacionista de algunos países europeos no se habrían tolerado fuera del SME. Esto es, los costes, en términos de paro, de las políticas monetarias instrumentadas en Irlanda, Italia y Francia fueron políticamente tolerables porque existía un firme compromiso cambiario dentro del SME, sin el cual hubiera sido imposible mantener la dureza de aquellas políticas.
Dornbusch considera que el establecimiento de dos velocidades en el proceso de integración monetaria puede originar una crisis en los países de mayor inflación que facilite una desinflación más intensa en estos países. Desgraciadamente, el profesor Dornbusch se abstiene de revelar el modus operandi mediante el cual se podría conseguir esta rápida desinflación. El problema de estos países es que registran ritmos de crecimiento de sus costes laborales por unidad de producto, sobre todo en el sector de bienes no comerciales, sensiblemente por encima de los registrados en Alemania. Mientras pervivan estos diferenciales, estos países están condenados a sufrir pérdidas de competitividad frente a a Alemania de menor o mayor entidad; esto es, a sufrir una apreciación de su tipo de cambio real. Esta pérdida de competitividad se producirá, bien mediante un aumento del diferencial de inflación con Alemania, bien mediante una política monetaria rigurosa que contenga dicho diferencial y ocasione una apreciación del tipo de cambio nominal, o bien mediante una combinación de ambos efectos. Cuando el profesor Dornbusch asustado por la fortaleza de la peseta, considera que el tipo de cambio nominal de la peseta está frívolamente valorado ¿qué alternativa no frívola tiene en mente?. De hecho el rigor teórico llevaría a recomendar una apreciación adicional del tipo de cambio de la peseta si se quiere reducir más rápidamente nuestro diferencial de inflación con Alemania. Si se relajara excesivamente la política monetaria, ciertamente se debilitaría el tipo de cambio nominal, pero también aumentaría el diferencial de inflación Alemania, impidiéndose así que dicha depreciación se tradujera en ganancias de competitividad y alejando a nuestro país de la inflación alemana. Y en cualquier caso, el país continuaría teniendo un tipo de cambio real frívolamente sobrevalorado, en la terminología del profesor.
Irlanda y Francia están dentro del núcleo de países que Dornbusch considera que pueden avanzar a mayor velocidad hacia la unión monetaria. Si Irlanda y Francia consiguieron alcanzar su situación actual dentro del SME, ¿por qué no España, el Reino Unido o Italia?
es socio director de AB Asesores Bursátiles, SA.
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