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Brindisi contra Roma

Los habitantes del puerto italiano se vuelcan con los 25.000 albaneses hambrientos que buscan refugio

ENVIADO ESPECIAL, Brindisi, representativa de las regiones meridionales pobres y desempleadas de Italia, ha dado un ejemplo de generosidad al mundo y una gran lección a un Gobierno de Roma arrogante y miope al ofrecer toda su ayuda a los refugiados albaneses. A última hora de ayer el viceprimer ministro italiano, Claudio Martelli, anunciaba a su regreso de Tirana que el Gobierno de Albania liberará hoy a todos los presos políticos.

Junto a las vías del tren del puerto, donde centenares de albaneses deambulaban en espera de poco más que incertidumbre, padres de familia italianos frenaban sus automóviles, abrían los portamaletas y sacaban cacerolas con espaguetis o tallarines aún calientes que repartían entre los hambrientos fugitivos.Dado, un joven arquitecto, albergó en su casa a una familia con dos hijos, enfermos todos ellos de gripe. Otras familias recogieron a diario a niños de los colegios y naves municipales donde maldormían para llevarlos a casa, darles comida, una ducha, ropa, zapatos y un cariño que éstos jamás olvidarán, vuelvan o no a la convulsa Albania.

Mujeres llegadas de pueblos de la región aparcaban sus coches en el paseo de las palmeras ante el hotel Internazionale y se veían de inmediato rodeadas por decenas de albaneses que se disputaban los paquetes de leche, las galletas y bocadillos. Asociaciones, clubes y grupos de amigos de Brindis¡ han estado organizando a diario la distribución de pizzas y tramezzini en las plazas y avenidas de la ciudad.

"Si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie, y nosotros sabemos que podemos estar en la situación de esta pobre gente a poco que tiemble la tierra aquí", comentaba la cajera del bar Messico, en Brindisi. La población es orgullosamente consciente de que la solidaridad es, de alguna forma, patrimonio de los pobres.

"No tengo palabras para agradecer a esta gente lo que ha hecho. Me dicen que ésta es una ciudad pobre, aunque a mí, como primera ciudad de Europa que conozco, me parece maravillosa", dice Mirza Mahinudaj un estudiante de letras al que los transeúntes en Brindisi han dado el suficiente dinero por las calles para pagar un billete a Roma y evitar ser enviado a Palermo con el grupo con el que compartía techo en una escuela.

En busca de trabajo

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Mirza, como otros de los más ilustrados de los refugiados quiere intentar suerte por su cuenta en el Norte y no en el Sur, que saben ya solidario pero tam bién pobre. "Me da igual trabajar en una cosa u otra. Sólo quiero salir adelante y tener dinero para vivir y estudiar".La ciudad de Brindisi, con 90.000 habitantes, vio cómo en cinco días arribaban a sus costas 25.000 extranjeros, extenuados, harapientos, enfermos. Como en 1915, según reza orgullosa una placa en el paseo marítima, los habitantes de esta ciudad han tendido su mano a los foráneos, entonces serbios, hoy albaneses en fuga del hambre, la violencia y la ignominia.

Que, con 25.000 hambrientos circulando por una ciudad, los robos en tiendas y supermercados hayan sido mínimos es ya muy sorprendente. Que gremios tan reacios normalmente a la novedad y al extranjero menesteroso como los comerciantes y los taxistas minimicen estos hechos hace aún más extraordinario este gesto de Brindisi al mundo, la ausencia de xenofobia y esas convivencias ejemplares de albaneses e italianos que han compartido las pequeñas y estrechas viviendas de los segundos. Posiblemente nunca puedan responder los albaneses a la generosidad mostrada por el pueblo de esta región italiana. Ésta, sin embargo, puede y debe ser una lección para Gobiernos y pueblos que en tantos lugares del mundo dan la espalda a gentes necesitadas que acuden a ellos y no reciben sino desprecio y desapego. "Que alguien tenga que pedir limosna es una afrenta al género humano y a Dios", dijo ayer el oficiante de la misa de la tarde en la abarrotada iglesia de San Benedicto, una joya arquitectónica del siglo XII construida por los caballeros de las cruzadas en Brindisi. Esta ciudad ha sabido dar la respuesta más digna a esta afrenta provocada por un régimen demencial allende el Adriático y un Gobierno indiferente en Roma.

Por otra parte, la Comunidad Europea. concedió ayer una ayuda de un millón de ecus (casi 100 millones de pesetas) a los refugiados álbaneses. Con esta primera ayuda, al CE pretende sufragar los primeros gastos afimenticios y de alojamiento de los miles de personas que se encuntran en Brindisi, informa Efe.

Asimismo, en el puerto italiano, delegados albaneses se entrevistaron con delegados de los refugiados para tratar la devolución a Albania de miles de personas, si se les garantizaba su seguridad. Sin embargo, 2.000 de entre los refufgiados esperaban en la estación de Brindisi a que el gobierno de Roma autorizara su salida hacia los campos especiales que se les ha preparado en Capua (cerca de Nápoles) y Jesolo informa France Press.

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