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POSGUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

La carretera de los vencidos

Una multitud de harapientos soldados iraquíes marcha sin control hacia Basora

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALLa carretera está flanqueada por carros de combate destruidos y pozos de petróleo ardiendo. Una multitud harapienta camina por ella, intentando llegar a la ciudad iraquí de Basora desde la franja de Irak que controlan las tropas estadounidenses. Los soldados de Sadam Husein marchan en retirada, armados, sucios, hambrientos y vengativos. Numerosos asiáticos y kuwaitíes que pudieron huir de las prisiones de Basora hablan de combates callejeros entre militares y civiles y de la aparición de brotes de cólera. El domingo por la noche, en las cercanías del enclave iraquí de Safwan, partidas de soldados iraquíes asaltaron a todo aquel que intentó acercarse hasta la población donde la Guardia Republicana tiene uno de sus cuarteles generales.

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Un grupo de reporteros permanecía ayer perdido dentro de Irak y un viajero que entró en el país dijo haber visto cómo soldados de la Guardia Republicana introducían en un coche Mercedes a dos europeos "muy asustados y con aspecto de ser periodistas". Un camarógrafo de la cadena norteamericana de habla hispana Univisión pudo huir cuando tenía un cuchillo en el cuello. Otros dos fotógrafos de una agencia fueron ametrallados, aunque no alcanzados. Los vehículos de otros informadores fueron saqueados e inutilizados. Varios corresponsales franceses e italianos no habían regresado ayer por la noche a Kuwait City y se teme que hayan sido detenidos por patrullas del Ejército que se bate en retirada.Los asaltos a varios corresponsales de guerra se produjeron cuando un grupo de ellos superó el domingo las líneas norteamericanas y se adentró sin escolta en Irak. Durante los primeros kilómetros se encontraron con soldados en retirada que saludaban pacíficamente, pero a unos 20 kilómetros de Saf Wan varios de sus vehículos fueron interceptados por 30 o 40 soldados iraquíes que les rodearon.

El representante de Univisión pudo huir acelerando de golpe su vehículo. El resto permaneció encañonado hasta que llegó un oficial iraquí y controló la situación. Tras advertir que todavía no se había suscrito el armisticio definitivo, les conminó a bajarse de Ios vehículos. Fueron trasladados a 15 kilómetros de la carretera y acordaron con el oficial que podrían volver hoy. Cuando retornaron a sus vehículos, encontraron los cables de la instalación eléctrica cortados y los aparatos esterofónicos arrancados. Los periodistas que ayer no habían regresado a Kuwait City trabajan para el diario Le Monde, TF-1, TF-3, Telemontecarlo, Canal 5, grupo de periódicos Politres y revista Panorama, éstos últimos italianos.

Furiosos y vencidos

Muchas unidades iraquíes han perdido el contacto con sus mandos y sus miembros están furiosos por la derrota y por las bajas sufridas en su último repliegue o durante los inacabables bombardeos. Pelotones de iraquíes encuadrados en fuerzas irregulares buscan revancha y vagan por las rutas fronterizas con el emirato reconquistado."Después del último pozo ardiendo, a la derecha", me dice un marine de Nuevo México cuando le pregunto por la ruta hacia Basora. Quizá pudo haber sido más preciso en su explicación y añadir: "Cuando sobrepasen el 25º blindado ardiendo y las naves voladas por la aviación, sigan adelante, crucen por el desierto cuando observen que los zapadores están volando minas y eviten chocar con el avión de transporte que ha aterrizado en la misma carretera".

El general Normal Schwarzkopf, jefe de la Operación Tormenta del Desierto, y varios comandantes de Sadam Husein celebraron ayer en Saf Wan un nuevo encuentro para ultimar los detalles del definitivo alto el fuego. A la misma hora, civiles iraquíes regresaban por ese punto a su país en coches destartalados con colchones y maletas en la baca. "Tenemos órdenes de dejarles pasar si no llevan armas", dice un soldado en un control.

Las armas, los Kaláshnikov, las ametralladoras, los cañones, las granadas, quedaron 60 kilómetros atrás, a las afueras de Kuwalt City, en un gigantesco amasijo en el que se mezclan más de un millar de vehículos destruidos, autobuses y coches reventados, carros calcinados y motocicletas despanzurradas que poco a poco son apartadas de la ruta por tractores y grúas militares. El armamento está revuelto con toda la mudanza iraquí sorprendida por la aviación en plena huida: pintalabios, calculadoras, zapatillas, toallas, bolígrafos, televisores y un sinfin de artículos cargados en el largo convoy aniquilado.

Ayer, los marines y las tropas árabes encargadas de clasificar el fruto de la rapiña, se fótografiaban entre los restos de la columna alcanzada y guardaban como recuerdo algún objeto del inmenso y variopinto bazar, hasta hace poco salpicado de cadáveres. Un tomavistas nuevecito, por ejemplo, uno de los recuerdos. 30 kilómetros más adelante, medio centenar de pozos de petróleo arden a menos de 200 metros de la carretera. Sus llamas se alzan impresionantes y forman columnas de humo negro y blanco que se ensanchan como hongos en un cielo oscurecido.

Tropas británicas, francesas y estadounidenses mantienen sus posiciones a lo largo de la carretera que saliendo de Kuwait City llega hasta Safwan y de allí en 50 kilómetros alcanza Basora. Desde allí marchan penosamente hacia Kuwait grupos de envejecidos filipinos, srilankeses y kuwaitíes que salieron de la cárcel cuando militares iraquíes o funcionarios hartos de su Gobierno se rebelaron contra sus superiores y abrieron varias prisiones.

Marcha a pie

Mangal, una hindú con dos niños pequeños, cuenta que durante su larga peregrinación descalza hacia Kuwait se alimentó exclusivamente de tomates. Ahmed Idalha, de 20 años, kuwaití, volvió ayer a su país, donde, había sido encarcelado durante la ocupación y después trasladado a un penal de Basora. Otros iraquíes en grupos más reducidos cruzaron también los límites de su país para entregarse.En Kuwait City, un grupo de corresponsales nos fotografiábamos, como felices turistas, ante un carro ardiendo en el que periódicamente se producían explosiones que atribuíamos a la combustión de materiales sintéticos. Hasta que un blindado norteamericano nos puso la torreta en la boina y sus tripulantes nos ordenaron retirarnos inmediatarriente. Las detonaciones resultaron ser cañonazos que se disparaban, percutidos por las llamas.

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