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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Feminismo soviético

TEATRO: EL DECAMERÓN DE LAS MUJERES'

Las mujeres lo pasaron mal en la Unión Soviética. A algunas, les encerraron o les mataron sus novios. Se supone que peor lo pasarían ellos. Esta obra se dedica a la condición femenina en la URSS, y se ve que no es mejor que en otro sitio: incluso peor.Pero es también un fresco amplio, y negativo, sobre las condiciones de vida en el país, y se culpa directamente de ello al partido comunista, representado por uno de los personajes.

El Decamerón de las mujeres

Novela de Julia Voznesenkaya, adaptada al teatro y dirigida por Danielle Chinsky. Traducción del francés de Teresa J. Berganza. Intérpretes: Izaskun Azurmendi, Leonor Bruna, Teresa Cortés, Teresa J. Berganza, Ascensión Soria. Producción: Centro Dramático Personal. Madrid. Centro Cultural de la Villa, Sala II , 13 de febrero.

Consumismo frustrado

Estas cinco protagonistas resultan aniñadas, infantilizadas, pese a ser madres cumplidas -sucede en una maternidad, durante una cuarentena posparto-: sueñan con las braguitas de plástico para los niños que hay en los países de mas allá del telón de acero, con los lápices para labios de Alemania Occidental: víctimas del consumismo frustrado y de un régimen represor.Las cinco -cuatro aisladas, una enfermera- se cuentan sus experiencias, y las de otras: tienen un valor literario considerable, tierno unas veces, sentímental otras. Procede de una novela, y se nota: no hay acción teatral, y todo se lo cuentan unas a otras, en pequeños monólogos. La novela, El Decamerón de las mujeres, es de Julia Vozneseriskaya, que ayer estaba en Madrid; Danielle Chinsky hizo la adaptación al francés y al teatro con toda la soltura posible, y Teresa J. Berganza a un castellano, que suena bien.

Las cinco actrices se desenvuelven bien en sus relatos, con mayor éxito tradicional para la que hace el papel cómico. El público, muy mayoritariamente de mujeres -muchas se habían quedado tras una mesa redonda sobre las mujeres en la Unión Soviética, en la que participó la novelista- acogió todo con entusiasmo.

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