EE UU, obsesionado con el éxodo aéreo iraquí
Estados Unidos se preparaba anoche para escuchar el discurso de su presidente sobre el estado de la nación, la intervención política anual más importante de los primeros mandatarios norteamericanos, con la esperanza de que George Bush ofreciera alguna respuesta a la inexplicable llegada masiva de aviones iraquíes a Irán, cuyos motivos no aclarados constituían la máxima preocupación de los líderes políticos y militares de este país. Bush tenía previsto dirigirse a las dos cámaras del Congreso norteamericano a las nueve de la noche, hora de Washington (tres de la madrugada, hora peninsular española), en una intervención dedicada principalmente a explicar la marcha de la guerra en el Golfo.
El presidente estuvo dedicado durante toda la mañana de ayer a dar personalmente los últimos toques al discurso, mientras sus asesores militares y civiles trataban de encontrar una explicación plausible a la fuga de más del 10% de la aviación iraquí a Irán, que ayer alcanzaba, en cifras del Pentágono, a 80 o 90 aviones, y, según fuentes británicas, a más de 100 aparatos, entre ellos los modernísimos Mirage F-1, los Mig-29 y los bombarderos SU-24, considerados cómo la crema de la fuerza aérea de Irak.Aunque los portavoces militares y civiles evitaban cuidadosamente cualquier declaración que pudiera ofender a Irán, en privado, funcionarios norteamericanos no ocultaban su preocupación por lo que pudiera ser una utilización posterior de esos aviones gracias a un pacto secreto entre los dos hasta ahora enemigos irreconciliables.
A pesar de que Teherán se ha comprometido a mantener su neutralidad en el conflicto y ha anunciado su intención de retener a pilotos y aviones hasta el fin de la guerra, una fuente de la Casa Blanca expresó a la cadena de televisión CNN la posibilidad de que Irán estuviera jugando a dos barajas en la guerra del Golfo y que el destino final de los aviones dependiera del resultado de la contienda. Según esta fuente, si la victoria final se decanta del lado aliado, Irán puede presentar la factura de que impidió el despegue de una parte importante de la fuerza aérea iraquí.
Si, por el contrarío, el presidente iraquí, Sadam Husein, consigue una victoria política parecida a la obtenida por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en 1967 cuando, a pesar de perder la guerra contra Israel, se convirtió en el líder indiscutible de las masas árabes, Teherán puede devolver a Irak sus mejores aviones intactos, según especuló la fuente citada.
Los satélites vigilan
Oficialmente, el Departamento de Estado norteamericano acepta las explicaciones iraníes, pero los militares siguen teniendo la mosca detrás de la oreja y los satélites espías vigilan continuamente los aeropuertos donde han aterrizado los aviones iraquíes.
En la rueda de prensa diaria del mando supremo aliado en Arabia Saudí, el portavoz militar norteamericano, general Pat Stevens, evitó cuidadosamente cualquier referencia política al extraño éxodo de aviones iraquíes que pudiera ofender las sensibilidades de Irán y se limitó a decir que el mando aliado no tenía "ni idea" sobre sus causas.
Sin embargo, Stevens afirmó que la aviación de la coalición "derribaría" a esos aviones si intentaban volver al actual teatro de operaciones. ¿Por qué no han sido derribados cuando se dirigían a Irán?, fue la pregunta lógica de un informador. No hubo respuesta.
En una entrevista concedida al enviado especial de la CNN, Peter Arnett, único periodista de un medio norteamericano autorizado a permanecer en Bagdad, Sadam Husein manifestó que respetaría cualquier decisión que Irán tomara con respecto a sus aviones. Sin embargo, el presidente iraquí manifestó que tanto Irak como Irán se planteaban esta guerra como un enfrentamiento "entre la fe [islámica] y los infieles". La CNN difundió ayer pequéños fragmentos de la entrevista a Sadam, que hasta el momento no ha podido ser emitida en su integridad, debido a que los censores iraquíes no han dado la autorización. La entrevista fue grabada por un equipo técnico de la televisión iraquí, ya que no se permitió hacerlo al equipo de la cadena norteamericana que llegó a Bagdad para transmitir en directo desde la capital iraquí.
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