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"El Gobierno de EE UU me prohibió rodar 'Habana' en Cuba"

La última aventura cinematográfica de Sidney Pollack reúne, en su conjunto, las paradojas del cine norteamericano actual. El director -"también soy productor, para rodar así lo que me apetece", afirma- de películas tan famosas y exitosas como Tal como éramos, Danzad, danzad malditos, Tootsie y Memorias de África, entre otras 10 más realizadas a lo largo de 25 años, decidió que "el cine norteamericano nunca había tocado el tema de la revolución cubana", y que "éste podía ser el marco ideal para contar una historia de amor".Así, reúne un reparto estelar, con Robert Redford de protagonista -"y, por primera vez, persiguiendo a una mujer y no corriendo detrás de él mujeres como Jane Fonda, Barbra Streisand o Meryl Streep", dice Pollack-, acompañado de la enigmática sueca Lena Olin (La insoportable levedad del ser), Raúl Juliá y Alan Arkin.

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Con ellos, prepara una historia ambientada en las Navidades de 1958, en los últimos días del gobierno de Batista que, justo con la llegada de 1959, fue derrocado por los revolucionarios de Fidel Castro. En ese ambiente, Habana cuenta la historia de amor entre un jugador norteamericano (Robert Reciford), y una elegante revolucionaria (Lena Olin).

Además, Sidney Pollack planificó la película como una superprodución: presupuesto de 4.000 míllones de pesetas, pues "era la primera vez que Hollywood se acercaba a la revolución cubana", explica, e, incluso, enseñó el guión al régimen de Castro y le dieron permiso para rodar en La Habana, "aunque ellos preferían que hubiera más énfasis en la revolución".

Sin embargo, el filme terminó rodándose en Santo Domingo porque "el Gobierno de EE UU me prohibió invertir los 40 millones de dólares ]unos 4.000 mfflones de pesetas) en Cuba, y que este dinero se transformara en divisas para Castro", cuenta Pollack. "En EE UU hay una ola de conservadurismo, que no llega a la represión, pero sí hace que el ambiente sea más opresivo. Es la consecuencia de Reagan, y ahora está Bush, su continuador".

Al final, como si se tratara del personaje que interpreta Redford en la película -"es la séptima que hago que Redford, que es como mi alter ego cinematográfico, y que en Habana aparece con la misma edad que tengo yo, 56 años"-, Sidney Pollack se ha quedado como el viejo refrán castizo: compuesto y sin novio, pues la película no ha tenido en EE UU el éxito que él esperaba y ahora recorre Europa acompañando el estreno del filme.

"En América me han críticado muy duramente por el paralelismo con Casablanca. Pero mi única intención era hacer una película al estilo de las de los años 40 y 50. Aunque nunca pretendí hacer una película política, para los americanos Habana tiene referencias de ese tipo y no han ido masivamente a verla. La llevé al último festival de cine de La Habana y fue un éxito de público". Cuenta que tuvo un encuentro con Fidel Castro y que éste le dijo: "Me gusta la película y lamento que no se haya rodado aquí".

De todas formas, su opinión sobre el régimen de Castro no deja lugar a dudas. "Había un régimen corrupto y luego, con la revolución, ha habido buenos resultados en educación y sanidad. Pero me parece peligroso que un señor tenga el poder absoluto".

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