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Tribuna:EL AÑO DEL COMPOSITOR DE 'LA FLAUTA MÁGICA'
Tribuna
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Providencial coincidencia

Félix de Azúa

No ha sido mala coincidencia la del Año Mozart con la guerra de Irak; es de agradecer que la Providencia siga siendo tan exacta. Para una vez que se celebraba algo digno de celebración perpetua, bien está machacarlo con el espectáculo de la barbarie, in luido, como elemento desencadenante de una próxima hecatombe, el comunicador Jesús Hermida. Y no vaya a creerse que le cito por capricho. Y es que Landon es, para el Año Mozart, lo que Hermida para la guerra del Golfo, a saber, su único protagonista. Se diferencian, empero, en que Hermida es lo que se merecen los directivos de TVE, en tanto que Landon es lo que se merece Mozart.Porque el trabajo que Landon acaba de publicar en España es descomunal y va desde el descubrimiento de detalle (por ejemplo, cuál de los 108 Esterhazy era el verdadero Esterhazy) hasta un fuerte replanteamiento de la interpretación del Réquiem y de los añadidos de Süssmayr. Todo ello sin olvidar que la especialidad de este musicólogo es, en realidad, Haydn. Como encarnación de la investigación mozartiana, Landon ejerce una actividad agotadora, pero sólo para él mismo, y no para los demás, como Hermida. Entre ellas, asesora al sello Decca en su voluminosa oferta discográfica, incluido un Almanaque mozartiano que habrá que leer y escuchar; o supervisa a Goodman en su grabación del Réquiem antes mencionado (Nimbus); o escribe libros como el que suscita este artículo. En Mozart. Los años dorados ha recogido Landon un buen puñado de artículos, los ha cosido, los ha remendado, los ha planchado y los presenta en forma unificada y novedosa. No es un reproche, pero sí una advertencia; nadie busque en esta hermosa edición un trabajo completo, bien articulado y bien definido, porque no lo va a encontrar. Encontrará, eso sí, materiales muy diversos, a veces mal soldados (como cuando en el capítulo VIII comienza una revisión de los quintetos y la abandona a medio cocinar), pero siempre cautivadores.

Más información
"Mozart gusta porque consuela"

Ilustración seria

El libro, abundantemente ilustrado -y con una ilustración realmente seria-, quiere ser la historia de los 10 años de fabulosa actividad compositiva que anteceden al hundimiento de Mozart en 1791. A este último año dedicó Landon un ensayo (editado en España por Siruela en una lamentable traducción), que ha sido devorado por miles de lectores, a quienes ya adelanto que encontrarán más entretenimiento e información en este nuevo volumen que en el anterior. Los 10 años que anteceden a la catástrofe están dibujados con trazo impresionista y tan pronto se nos explica la renovación de la harmonie austríaca, en relación con la Serenata K. 361, como se nos informa sobre los 30 miembros de una logia masónica vienesa, uno por uno. El desorden, sin embargo, puede ser una virtud para quienes tengan curiosidad histórica, sociológica y política, además de la estrictamente musical, pues ninguno de los múltiples aspectos que comenta Landon (y en esto es lo opuesto a Jesús Hermida) carece de interés.

Si hubiera que subrayar algunas páginas sobresalientes, bien podrían ser aquellas que atañen a, la disputa sobre la instrumentación adecuada para una correcta interpretación mozartiana. Landon es un decidido partidario de la renovación histórica y filológica que está sustituyendo la vieja traducción tardo-romántica (a lo Karajan, para entendernos) por una lectura más exacta y rica de la partitura mediante el adecuado uso de los llamados "ínstrumentos de época",

Así, argumenta Landon que la delicada escritura para piano-forte de Mozart suele triturarse cuando se interpreta en pianos románticos. 0 bien demuestra que no puede alcanzarse el pleno contenido de algunas partituras si se emplean trompas de válvulas, pues buena parte de su dramatismo reposa sobre las "notas apagadas" que sólo pueden producirse con trompas clásicas.

Un segundo aspecto relevante es el análisis operístico. Landon liga fuertemente la figura del em-

Providencial coincidencia

perador José II con la existencia de las óperas "de Da Ponte", hasta el punto de insinuar una dependencia absoluta, no sólo porque el monarca controlara a sus censores favoreciendo a Mozart, sino, sobre todo, por una comunión ideológica entre el soberano y su músico. Desde luego la muerte de José II va unida a la decadencia económica de Mozart y a su fatal consunción, pero Landon sugiere un tándem político-artístico entre el reformador social y el propagandista, similar al que puede establecerse entre los jacobinos franceses y Jacques-Louis David. De ser así, la adhesión masónica del músico (retratado junto al rey en una reunión de logia) se enriquecería con significados más fuertes.En la zona final del volumen se cuenta la historia de la recepción de La flauta mágica, como una ampliación de lo expuesto en el párrafo anterior. Según Landon, la ópera habría ido tomando sucesivos significados oficiales a medida que se precipitaban los acontecimientos políticos en 1794 y 1795, de un modo muy similar a los sucesivos significados que se atribuyeron al Brutus de Jacques-Louis David por razones equivalentes.

Y, en fin, también encontrará el lector un sinnúmero de notables informaciones de detalle. Las fugas del Gloria y del Sanctus, en la Misa en do menor; el Aria de concierto K 431, la diminuta y sorprendente Gige K 574 (y no K 547, como viene en el libro); o el mismísimo Quinteto en sol menor, son piezas sobre las que el aficionado se precipitará, tras leer la personal interpretación de Landon, en busca de comprobación o pelea.

Sólo una leve mancha oscurece esta muy recomendable lectura. No es que la traducción sea mala, ni mucho menos, pero nadie la ha supervisado. Aparecen así pequeños errores, algunos sólo tipográficos, comprensibles (aunque poco) en ediciones populares, pero que no pueden colarse en una edición de lujo.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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