El coste del embargo económico

ÁNGELES ESPINOSA ENVIADA ESPECIAL Las calles de Bagdad están llenas de carteles que invitan a la población a la calma y a la cooperación con los responsables de la defensa civil. La televisión difunde cada noche consejos en caso de ataque aéreo. Todas las dependencias oficiales han colgado mapas nuevos de Irak en los que aparece Kuwait como 19ª provincia. Los centros de enseñanza han estrenado este curso libros de texto de historia y geografía con la anexión y su justificación histórica incluidas. Sin embargo, la población continúa su vida con normalidad y sin signos de entusiasmo.

El embargo comercial impuesto por las Naciones Unidas a Irak por su invasión de Kuwait está costando al país 2.500 millones de dólares al mes (250 mil millones de pesetas) en pérdida de ingresos, según un informe elaborado por el Consejo de Cooperación del Golfo. El Gobierno de Bagdad no ha dado cifras de las pérdidas, pero ha reconocido que se ha visto obligado a suspender importantes proyectos industriales, acuíferos y energéticos. En lo que más ha insistido ha sido en la escasez de alimentos y medicinas, a la que ha atribuido 4.000 muertos, de ellos unos 2.000 niños menores de cinco años."No queremos nada de él [George Bush], ni regalos, ni comercio. Sólo que deje pasar nuestras medicinas en las fronteras donde las tiene bloqueadas", explica a EL PAÍS el doctor Kasem Ismail, director del hospital infantil Sadam, el mayor en su especialidad del país. "Siempre hemos estado muy bien abastecidos, pero ahora, además de los pacientes habituales, nos vienen también de otros hospitales don de no contaban con tantas reservas como nosotros, y se han incrementado mucho las urgen cias", asegura.

"Es cierto que la ONU permite el paso de alimentos y niedicinas por razones humanitarias, y estaba previsto el envío de algunos productos que solicitan", asegura un embajador europeo. Pero, según cuenta, Sadam no autorizó la visita de una comisión investigadora, al frente de la cual estaba un representante personal para estos asuntos del secretario general de la ONU. De momento, las madres que no pueden alimentar de forma natural a sus hijos recién nacidos reciben un cupo de tres botes de medio kilo de leche matemizada al mes.

El racionamiento de alimentos básicos no ha supuesto ninguna novedad para los ciudadanos iraquíes. Ya durante los ocho años de guerra con Irán tuvieron que depender de las cartillas para llenar la cesta de la compra: 60 gramos de té, 730 de azúcar, un kilo de arroz, un cuarto de kilo de alubias y cinco kilos de trigo resultan insuficientes para alimentar a un adulto durante un mes, pero en el mercado libre no hubieran podido pagarlo con sus salarios. Ésa es quizá la consecuencia más inmediata del embargo, el encarecimiento de los productos, alguno de los cuales cuesta un 700% más que antes de la invasión.

De lo que el hombre de la calle se ha beneficiado de forma repentina ha sido de la mejora inmediata de la flota de autobuses urbanos. Los viejos y destartalados autobuses rojos de dos pisos han desaparecido de las calles para dejar paso a los casi nuevos blancos y azules traídos de Kuwait. Ni siquiera los han pintado. Ha bastado con cambiarles las matrículas y los números. Total, todo se queda en casa.

El parque automovilístico también se ha visto incrementado con lujosos Cadillac, Jaguar y BMW, que han pasado a manos de gente importante de las Fuerzas Armadas o del partido Baaz. Incluso las embajadas se han beneficiado del trasvase. A largo plazo, resulta más grave la reducción en al menos un 90% de sus importaciones y en un 97% de sus exportaciones.