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Tribuna:
Tribuna
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Retrato de Jerusalén

Habéis tirado piedras, no he dicho nada; habéis disparado a los niños, he hecho como si no lo viese; habéis prendido fuego a los neumáticos, impuesto el toque de queda, roto los parabrisas, inundado las calles de gas lacrimógeno, no me he inmiscuido jamás en vuestras historias. Los judíos vais a un peluquero judío, los palestinos a un peluquero palestino, para las fotografías acudís todos a mí, a Hagop-photo en Jerusalén, para circuncisiones, bautismos, Barmitzva, regreso de Haji, bodas, carnés de identidad; os conozco; veo vuestras cabezas mejor que vosotros, cabezas de asesinos; habéis cambiado.Vacío mi copa, me importa un bledo. Vosotros lucháis en las arenas movedizas, es cuestión vuestra, os preguntáis quién va a ganar cuando cada movimiento os derrota, es vuestro problema. Debería haberme quedado en mi casa, es culpa mía, he estado a punto de que me linchasen en Lina calle a los gritos de "¡muerte a los árabes!", he estado a punto de que me apuñalasen en otra a los gritos de "¡Allah Akbar!", todo en el mismo día, hoy.

Tiemblo de rabia. ¿Acaso parezco un judío? Pregunto: ¿es que tengo aspecto de árabe? No me parezco a nadie, no me parezco a nada, dejadme en paz, soy armenio.

Levanto mi copa a vuestra salud, nací en 1910 en Turquía, no hablo, mi vida comenzó con una tragedia, deseo que termine en paz, espero que lo entendáis.

Desde el otro día habéis caído, la explosión en la explanada de la mezquita, 21 muertos de un solo golpe en el lugar más sagrado, tenía que suceder, ya está hecho. No os sitúo en el mismo plano, no creáis, hago diferencias entre los invasores y los invadidos, lo sé, lo sé, no me expliquéis otra vez quién tiene razón y quién está equivocado, tengo ojos en la cara. Pero habéis atravesado una frontera, no sé si os dais cuenta, os miráis mal, escrutáis las caras para distinguir al enemigo del hermano. No tengo ganas de llevar una insignia para demostrar que soy armenio, yo, las iglesias, las comunidades, no estoy hecho para este país. Soy sólido como una roca a pesar de mis años, me mantengo derecho, no trato de sonreír, no intento que me perdonen mi desgracia.

Hago mi trabajo, eso es todo, no nos movamos más, miradme, ya está. Me contáis vuestras historias; si yo tuviese que contar las mías, no podríais ni imaginarlo. El genocidio deun pueblo lo conozco, creedme; el sufrimiento de vivir en su país como un extranjero, cómo olvidarlo, no sois los primeros.

La noche, cierro la tienda, subo a mi casa, una casa de piedra en el barrio armenio, algunos pepinos pelados, un poco de labné, dos tomates, mi terraza da al Monte de los Olivos, un pequeño vaso, otro, otro más, soy el rey.

Ningún vino es puro, Tierra Santa no produce nada mejor desde hace algún tiempo, bebo todas las noches, no me emborracho jamás, creo. Dejad de divagar, este conflicto es antiguo, muy complicado, son ellos los que empezaron. Ya no sé quién decía "tomemos el problema por el final, después, si hay tiempo, se volverá al principio", no lo sé, el principio, me acuerdo bien, se vivía, podríamos habernos arreglado, quién sabe, pero no, vais a hacer que salte todo, voy a acostarme.

No puedo dormir, no creo que todos seamos hermanos, que haya que amarse, todo lo que intento es encontrar una salida para el atolladero en el cual nos habéis metido.

Que los palestinos tengan una patria, posiblemente sufro de insomnio, decidme si veis otro medio. Os escucho desde aquí, qué horror, evacuar los territorios ocupados, jamás. Sois demasiado malignos, dadme otra idea. De lo contrario, continuad, dejad que vuestros hijos jueguen a los soldados de la ocupación, fusiles apuntando, el miedo en el vientre, el ojo inquieto, disparad sobre niños que reclaman su independiencia, demoled las casas como castigo, haced pagar a toda la familia por el hijo, a todo un pueblo por una familia, ¿es esa vuestra ley?

Decís que no tenemos elección, no cesáis de decirlo, pero de qué vale la vida que habéis elegido? Yo pongo toda la moral de lado, todos los sentimientos. Deseo hablar fríamente. Contestadme: según vosotros, ¿qué va a suceder? Incluso si aplastáis la Intifada, ¿qué pasará después, qué creéis?

Tenéis a un millón y medio de palestinos bajo vuestros brazos y esto nada podrá cambiarlo nunca. ¿Qué vais a hacer? ¿Expulsarlos? ¿Anexionarlos? Ignorarlos, considerarlos como trabajadores inmigrados, rodearles de torres de observación y vigilarlos? ¿Y después? Vuestro miedo es mi pesadilla, lo reconozco, es un pozo sin fondo imposible de llenar, el sentimiento de estar amenazados es tan viejo para nosotros como el tiempo.

Sólo veo un lugar en el que se sentirían como en su casa, con una bandera, un himno nacional, un pasaporte, todas esas estupideces que amáis y que yo, desde hace mucho tiempo, he olvidado.

Ya no vale la pena, voy a levantarme, a encender nuevamente la terraza, a coger otra vez la botella, pronto amanecerá. Se escucha un camión, la basura, puede ser el lechero. Esta ciudad es horrible, pero qué bella hubiera podido ser. Unas cuantas horas más y vendrás a hacerte una fotografía, lanzador de piedras, frente al objetivo, con tu sonrisa crispada. Estoy cansado.

No llegarás a nada, los israelitas tienen miedo, mírate, no conseguirás tranquilizarlos. No te encojas de hombros, los conozco, tienen muchas armas, misiles, aviones, créeme si puedes, es el miedo lo que continúa rigiéndoles. Un miedo de un tipo que tú no conoces, va mucho más allá de ti, tienen miedo, no puedes imaginarlo.

Lo sé, la OLP ha reconocido a Israel, habéis aceptado el principio de un Estado palestino desmilitarizado, es difícil pediros más sin recibir nada más que ciudades patrulladas por el Ejército, el humo, las balas, como si lloviese. No es un impedimento.

Para ti Sadam Husein es una

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promesa de revancha, la impotencia por fin conjurada, demasiado bajar la cabeza, demasiadas aceptaciones. Todo este resentimiento lo entiendo. Pero para ellos, estos israelitas que te hablan, es la prueba de que les habéis engañado desde hace años, ya no saben nada, os repudian. Continúa diciendo que quieres la coexistencia de los dos Estados, uno al lado del otro. Es demasiado tarde, creen que les mentís.

Mi botella está vacía, los autobuses han empezado a circular, quizá sea mejor así, punto cero, ninguna ilusión. No tenéis ninguna confianza, tenéis razón. No obstante, no podréis desembarazaros unos de otros, no podréis haceros desaparecer, no podréis ignoraros, cuántos muertos necesitaréis aún para aceptar este castigo, aceptar vivir juntos, forzados. No hablo ni de entusiasmo ni de fraternidad, solamente digo lo inevitable, vuestro interés,y el mío por encima de lo demás. No os pido que cambiéis vuestro corazón, eso nadie puede medirlo.

He aquí lo que te diría si te hablase, lanzador de piedras endomingado para la foto, y tú pensarías "Hagop sueña, vive en otro mundo, él no sabe, él no siente". Podría contestarte, pero no te diré nada. He conocido Gaza, he ido, no volveré jamás, no hablaré. Vamos a continuar así, cada uno en nuestra prisión, dando vueltas a nuestras heridas, hasta el fin.

Todavía bebo, siempre bebo un fondo de agua de vida olvidado, todo me vuelve. El patriarca ha comenzado su homilía. Nació en 1919 en un campo de refugiados iraquíes. Sus padres, procedentes de Van, cerca de mi casa, habían huido del genocidio... No debería haber hablado de esto, las palabras no sirven de nada, el dolor se siente traicionado. Los candelabros, la decoración, las pompas, el oro y los cantos, no he visto nunca esto, ha hablado de desarraigo, ha hablado de exilio, ¿será pena?, la gente respiraba con él, se habían colocado altavoces en el atrio. Su sermón ha caído, ha prometido desastres, yo presentía que llegaba la fotografía, me la había encargado, había instalado mi trípode en medio del paseo, mi mano ha elevado ligeramente la pera, él ha levantado el dedo hacia el cielo, su frase ha retumbado, nos encontramos en la víspera de una calamidad sin igual en la historia de esta tierra, he presíonado.

¿Cómo pueden ser paralelas las calamidades, qué quiere decir eso? Hacía estas preguntas en las calles, erraba, volvía a plantearlas, no sabía dónde iba, allí fue donde me atacaron, Allah Akbar, muerte a los árabes, todavía siento vuestros gritos en mis oídos, que el diablo os lleve, mi cámara de fotos está hecha añicos.

Me habéis aplastado mi foto, eso es lo que habéis hecho. Era la entronización del señor Torkom Manoogian en la catedral de Santiago, en la vieja ciudad de Jerusalén, es el 96º patriarca armenio de Tierra Santa, ¿sabéis?, el 96º... ¿Veis? No estáis solos, que Dios os perdone, soy un infiel, también nosotros estamos allí desde hace cierto tiempo.

Sélim Nassib es periodista libanés.

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