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Tribuna
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¿Qué es peor?

Cuando por fin, en este país, los poderes públicos deciden lanzar un mensaje de prevención del embarazo y de las enfermedades de transmisión sexual, dirigido al grupo de adolescentes -uno de los colectivos de mayor riesgo-, la España reaccionaria asoma la cabeza y enarbola la oxidada lanza del temor, la represión, la fatalidad y el pecado. Se rasgan las negras vestiduras por el simple hecho de verse enfrentados a una realidad tan evidente como que tres de cada cuatro jóvenes menores de 19 años mantienen relaciones sexuales, que el 54% de los abortos practicados en 1988 lo fueron en mujeres adolescentes y que, de ellas, la mitad no había usado ningún método anticonceptivo.La España reaccionaria se opone a la educación sexual en las aulas, se escandaliza ante una campaña de prevención y se moviliza contra cualquier regulación de la interrupción voluntaria del embarazo que no sea directamente la cárcel. Mientras tanto, los y las jóvenes españoles y europeos juegan al amor y prueban el sexo ajenos y ajenas -muchas veces- a los riesgos que ese momento de amor o de placer pueden acarrear, hipotecando para siempre sus vidas.

La España reaccionaria, para subsistir, necesita de la falta de libertad de los adolescentes, se alimenta de la incultura y el miedo de las mujeres, prefiere ignorar la realidad y operar sobre supuestos arcaicos antes que adaptar su discurso a una nueva moral mucho más liberal, en la que la autonomía de los chicos y las chicas ha de ser el fundamento.

Es responsabilidad de la sociedad en su conjunto alertar a los más jóvenes sobre las posibles consecuencias del sexo... A la vista de los datos que tenemos sería intolerable no intervenir desde los niveles de responsabilidad política. Pero también es escandaloso que otros poderes, que generan opinión y tienen capacidad de orientar a los y las adolescentes, prefieran ignorar el estado de la cuestión y lancen mensajes negativos sin aportar una sola alternativa real que pueda paliar el problema al que nos enfrentamos: se incrementan los contagios de sida, hepatitis B y herpes genital, aumenta el número de embarazos adolescentes, se multiplican los casos de madres jóvenes solas en muy mala situación afectiva y social, se mantiene altísimo el nivel de abortos entre las jóvenes.

Educación en las aulas

Los y las jóvenes necesitan de una educación sexual impartida en las aulas. Los adultos y las adultas tienen también que desanollar su capacidad para vivir unas relaciones sexuales más satisfactorias y con menos riesgos, y así no proyecta sobre sus hijos mundo de frustraciones eces, acarrean. Es ¡mible, a corto plazo, resolroblemas que plantea la :gulación sobre el aborto... Es muy urgente dar con las claves desde el punto de vista de la investigación sobre el sida.

Las actuaciones que se requieren para lograr que el sexo sea vivido con libertad son múltiples. Algunas son urgentes, otras se irán dando con el tiempo.

Pero, mientras tanto, tenemos una posibilidad que palia en gran medida el problema y que recomienda la comunidad científica mundial: el preservativo. Y en nuestro país hemos dado con un eslogan, despojado de connotaciones retorcidas: "Póntelo, pónselo".

Elena Valenciano es presidenta de la Asociación Mujeres Jóvenes.

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