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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Orgasmos perdidos y hallados

A esta chica le robaron su orgasmo. Mala cosa, aunque frecuente. El hombre con quien yació se llevó el suyo; y se acabó. Por eso ella le cita, le pone una aguda navaja en el cuello y le pide insistentemente su orgasmo. No parece que el hombre, en esa situación, esté en condiciones de producir nada semejante. Luchan, la navaja se le clava a ella: murió por pretender su orgasmo. Y el hombre huye.Así es el primero de los tres dialoguillos del amor efímero de Paloma Pedrero. Si el primero es trágico, el segundo es cómico, pero no menos frustrante: la actricilla que espera todos los martes al hombre que ama y no llega nunca -sólo su llamada telefónica- bebe para aplacarse; llega el vendedor de biblias, le hace beber y ni siquiera llegan al simulacro del amor físico: les sorprende el amado que por fin viene, y la muchacha se queda finalmente sin el orgasmo deseado ni el ocasional. En la tercera parece que al fin sucede: es un apunte de sainete entre la mujer medrosa, burguesa y tímida que se encuentra encerrada en el metro con el joven obrero en paro; se deja llevar por la tentación. Pero el telón los oculta antes. Quién sabe lo que pasará con el orgasmo.

Noches de amor efímero

Tres diálogos de Paloma Pedrero. Intérpretes: Berta Gómez, Vicente Ayala, Nuria Gallardo, Iñaki Mirarnón, Paloma Paso Jardiel, Antonio Carrasco y Joaquín Casares. Dirección de Jesús Cracio. Teatro Alfil, 13 de noviembre.

Diálogos, casi monólogos, de tres mujeres completamente histéricas. Sin duda, simpáticas. La autora Paloma Pedrero tiene la posibilidad de dialogar, tan dificil en el teatro, y la de crear algunas situaciones escénicas y resolverlas convenientemente: pero es un teatro demasiado pequeño, demasiado poco importante, sin ninguna clase de valentía. Más agudo que otra cosa. Está bien dirigido por Jesús Cracio, que da movilidad a las situaciones únicas, y los intérpretes hacen lo que pueden: Berta Gómez -el orgasmo perdido- tiene buenos rasgos y palabras, pero se le van de la mano -de la voz- en cuanto la situación es falsa y es inverosímil; Nuria Gallardo tiene su grata presencia y la comicidad simpática, pero hacer de borracha no le va, y parecería que no sabe hablar si no se hubiera visto que sí en otras condiciones. La mejor es Paloma Paso Jardiel: compone su tipo, que es más verosímil dentro de la exageración del apunte cómico de sainete. En los hombres, Vicente Ayala no tiene más que un papel breve y odioso; Iñaki Miramón -el vendedor de biblias- saca partido a su comicidad, y Antonio Carrasco hace muy bien el papel de joven trabajador en paro. El público, joven, aceptó muy bien la simpatía de la obra, rió mucho con las buenas frases y las situaciones cómicas y aplaudió con entusiasmo.

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