La película británica 'Paper mask', candidata al Premio Europa
Cara y cruz ayer, tras el pase de las dios primeras películas que optan al Premio Europa en esta cuarta edición del Festival de Cine de Barcelona. Mientras Paper mask, del británico Christopher Moraban, una brillante comedia negra, era la cara, la cruz y qué cruz- corrió por cuenta del filme francés Farendj, debú en la realización de Sabine Prenczina, una pretenciosa reflexión sobre el atractivo de un país, Etiopía, con el telón de fondo de la coartada cultural que proporciona el bueno de Arthur Rimbaud.
En paralelo, el festival conoce sus primeros cambios de programación: a la deserción de Dalí de Antoni Ribas se sumó ayer la del filme de Wim Wenders previsto corno ilustración del simposio Constructores de sueños.Christopher Morahan, conocido actor televisivo que ya había debutado en la realización en 1985, construye su Paper Mask a partir de una novela de John Collee, que el propio escritor adaptó para la pantalla. El filme narra, con ejemplar cinismo, la historia de una suplantación. Un joven ambicioso, disconforme con su destino, adopta la personalidad de un médico trágicamente fallecido y, ni corto ni perezoso, opta a una plaza en un hospital de Bristol. Su periplo está jalonado de tensiones, que el espectador, en el supuesto de que cometa la equivocación de identificarse con el atractivo antihéroe, sufre realmente en carne propia.
Pero los dardos del cinismo de Morahan no apuntan sólo a la destrucción de la identificación secundaria del espectador, sino ante todo hacia las Instituciones. Su personaje es la excusa para arremeter contra el estamento médico, que aquí queda reducido a un grupito de ineptos incapaces de percatarse de que el recién llegado es poco más que un carnicero. Contra la educación que estos, médicos reciben; contra la eficacia de las instituciones sanitarias británicas. El filme es más astuto que sabio, pero esto no obsta para que su visión resulte en todo punto gozosa. Su aire. de falsa gravedad apenas esconde el vitriolo, y sus personajes son siempre convincentes.
Farendj, que etimológicamente viene de la deformación del vocablo inglés French, designa en Etiopía al extranjero, pero Sabine Prenczina hace que el farendj de su película sea una especie de escritor errante que busca su destino. Desgraciadamente, y a pesar de que la propia realizadora aventuró, en. rueda de prensa posterior, que lo suyo pretendía ser "una interpretación personal de los últimos años, el período más fascinante de la vida de Rimbaud" y a pesar incluso que la propia Prenczina pasó seis años en el país, lo cierto es que cuesta extraordinario trabajo intentar desentrañar las intenciones de los personajes de su película, meras caricaturas vagando por paisajes, eso sí, hermosamente fotografiados.
Babelia
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