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SEMANA DE CINE DE VALLADOLID

La calidad constante pone en aprietos al jurado

Las películas 'Un ángel a mi mesa' y 'Daddy nostalgie' se añaden a la lista de candidatas

Mal lo tiene el jurado de esta 35ª Semana de Cine de Valladolid. Cuando la tónica de los festivales de este año ha sido la mediocridad, la Seminci está demostrando que su opción de rescatar lo mejor de cada casa le permite configurar un brillante festival de festivales. De ahí que quienes están llamados a conceder laureles tengan dificultades para dirimir virtudes en una selección cuajada de ellas. Dos de las tres últimas películas a concurso, la neozelandesa Un ángel a mi mesa y la francesa Daddy nostalgie, se sumaron ayer a la lista de candidatas a obtener los galardones.

La turca Noches de toque de queda, sin desmerecer, aparece a años luz. Para amantes de curiosidades, la Seminci proyectó en sesión de noche el episodio piloto de Twin peaks, la serie televisiva escrita por el inquietante David Lynch.Un ángel a mi mesa, de Jane Campion, y Daddy Nostalgie, de Bertrand Tavernier, están curiosamente hermanadas por un elemento común: la descripción de vivencias personales que tienen como protagonistas a dos mujeres. En el primer caso se trata de una larga trilogía, cada uno de cuyos capítulos corresponde a un tomo de la autobiografía de Janet Frame, inquietante escritora neozelandesa prácticamente desconocida en España.

En el segundo, Tavernier pone su oficio a disposición de su ex esposa, la guionista Colo O'Hagan, para narrar un episodio igualmente autobiográfico: los últimos días de la vida de su padre.

Cosas importantes

Otro elemento tienen también en común: ambos cuentan cosas importantes -el valor de la memoria, las dificultades que toda relación personal, incluso aquellas presididas por el afecto más desbordado, entraña; la necesidad de mojar la pluma de la inspiración en las entrañas mismas de la vida cotidiana-, y ambas lo hacen con delicadeza, sin ninguna afectación, concediendo toda la importancia a las pequeñas cosas, a instantes que para otros pueden perfectamente no significar nada.

La mirada es casi oblicua, a veces huidiza, nunca grandilocuente, jamás imperativa. La puesta en escena es en ambas ejemplarmente sencilla; el tempo narrativo, más lineal en Tavernier, brillantemente elíptico en Campion, concede al espectador la oportunidad de recrearse sobre todo en grandes trabajos actorales: la impresionante Kerry Fox da vida a la Frame en los dos fragmentos finales -los mejores, al criterio de este cronista-, y la suya es una actuación hecha de matices, pequeños esbozos que esconden toda la fuerza de una inspiración creativa ahogada por ocho años de absurda reclusión psiquiátrica de la cual justamente la sacaría su enorme talento narrativo y poético, que habría de llevarla a la mayor consideración pública en el universo literario anglosajón.

Lo de Dirk Bogarde y Jane Birkin en Daddy Nostalgie es sencillamente superlativo. En su trabajo reside prácticamente toda la magia de este filme de cámara, nostálgico como pocos, confirmación una vez más que donde no llega la vida llega, venturosamente, el arte.

El mejor papel

O'Hagan rinde tardío hornenaje a su padre muerto, y Bogarde se mete en la piel de ese personaje singuiar con un oficio abrumador, con una sutileza que no sólo no empalidece la labor de su partner, sino que empuja a la Birkin a realizar el mejor papel de su carrera, sin discusiones.

La carga de sencillez y de ternura, de brillantez formal y de hondura humana que llevan ambos filmes en su interior los hacen máximos candidatos, con Judou y Quieto, muere, resucita, a la obtención de los galardones.

Noches de toque de queda, del turco Yusuf Kurçenli, ha tenido la desdicha de optar a los mismos premios que las anteriores, y aunque poco tenga que hacer, su presencia en la selección se explica no sólo por su compromiso ético con la historia de su país -el filme narra a partir de una novela la peripecia de un profesor perseguido por sus ideas democráticas en la Turquía de 1944-, sino también por su buen pulso narrativo, que, no obstante, no le ayuda a superar por completo las dificultades que plantea un guión que estira innecesariamente una historia mucho más concisa de lo que aparenta.

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