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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La firmeza de la ONU

EL CONSEJO de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó en la madrugada de ayer una resolución sin precedentes que establece el derecho de los países que tienen navíos en la zona del golfo Pérsico a emplear la fuerza para inspeccionar y controlar los cargamentos de los barcos destinados a Irak, o provenientes de ese país, a fin de garantizar la aplicación estricta del embargo decretado por la ONU en una sesión anterior.Esta resolución, fruto de un compromiso entre los miembros del Consejo de Seguridad, otorga el derecho al uso de la fuerza sin llegar a las sanciones militares propiamente dichas. La palabra "fuerza" ni siquiera figura en el texto, si bien éste especifica que, en caso de necesidad, se emplearán todos los medios precisos, "bajo la autoridad del Consejo de la ONU", para obligar a los barcos sospechosos a parar y ser inspeccionados. Es significativo que Estados Unidos haya aceptado esta fórmula blanda para lograr el consenso en la ONU; indica que, en el enfrentamiento entre los partidarios de actuar en el marco de la ONU y los que preconizan acciones militares ofensivas, los primeros han impuesto, de momento, su criterio.

Es natural que el Gobierno español haya acogido con satisfacción la decisión de la ONU de colocar bajo su autoridad las operaciones de control del embargo. El envío de nuestros barcos a la zona se sitúa ahora en un marco más acorde con lo que debe ser la política exterior española: contribuir al cumplimiento de las decisiones del Consejo de Seguridad.

No es exagerado decir que estamos ante un verdadero viraje de la situación en el Golfo. Hasta ahora había, por un lado, un embargo dictado por la ONU, con la unanimidad de los cinco miembros permanentes, y, por otro, iniciativas de distinto calado de países árabes, de EE UU y de países europeos para concentrar fuerzas militares en la zona del Golfo. Las unidades navales, las que ya están allí y las que van a llegar pronto -como las españolas-, representan en conjunto una fuerza considerable. Ahora esas dos acciones se unifican gracias a la resolución de la ONU. Las fuerzas navales tienen desde ayer una misión concreta: asegurar la eficacia del embargo. Con ello, la ONU da un paso que hasta ahora nunca había dado; en casos anteriores, el embargo tuvo una eficacia escasa porque no hubo una fuerza que lo impuslese. El aislamiento de Irak va a ser otra cosa, algo que ningún Gobierno puede resistir mucho tiempo.

La firmeza de las Naciones Unidas se refleja también en otros puntos. Concretamente, cuando dice que la coordinación de los navíos en el Golfo se hará con "la asistencia del Comité Militar de Estado Mayor de la ONU", un órgano que figura en la Carta, pero que jamás ha funcionado. En la etapa de la guerra fría no se podía ni imaginar una cooperación militar entre EE UU y la URSS. Hoy, esa posibilidad apunta como una realidad, si bien de forma incipiente. El punto 3 de la citada resolución demanda "a todos los Estados" que presten "la ayuda que sea necesaria" a quienes lleven a cabo el control del embargo. Es decir, que, en el caso de que la actitud iraquí provocase el estallido de hostilidades, el Consejo de Seguridad establece desde ahora un deber de solidaridad de "todos los Estados" con los que estén cumpliendo las medidas de control naval.

¿Qué reacción cabe esperar por parte de Sadam Husein? Su esperanza de separar a la URSS y EE UU, de crear divisiones entre los europeos, de formar un frente de Estados árabes a su favor, se ha hundido. Si algunos de éstos han criticado el envío de tropas de EE UU, no han dicho nada contra las resoluciones de la ONU. El hecho de que el dictador iraquí no haya cumplido, por ahora, sus amenazas de asaltar las embajadas en Kuwait si no se cerraban en la fecha de su ultimátum puede ser un síntoma de que toma conciencia de su debilidad. Si en la dirección iraquí subsistiese un mínimo de realismo, lo lógico sería que buscase ya angustiosamente caminos políticos que le permitieran retroceder con el mínimo coste. El ofrecimiento del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, de actuar como mediador podría proporcionarle la vía diplomática necesaria.

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