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Goteo de saqueos y muertes en Perú

ENVIADO ESPECIALPeruanos desesperados por el hambre cometen asaltos a comercios y huertas en busca de comida. Esto provoca incidentes y enfrentamientos aislados, con un continuo goteo de muertes. El Gobierno espera que en esta semana se formalice la situación del transporte en Lima e incluso un descenso de los precios.

La inflación desbocada parece haber remitido. El índice de precios se mide cada día en Perú. La subida del sábado fue sólo de un 11,27%. El alza del pasado jueves, al día siguiente del anuncio del fujichoque, fue de un 136,5% de un solo golpe, y el viernes, de un 20,2%. Este descenso induce a alimentar una brizna de esperanza y a pensar que los precios pueden bajar ante la casi absoluta caída de la demanda.

El fin de semana ofreció en Miraflores, uno de los barrios elegantes de Lima, un cuadro insólito de locales vacíos, camareros sin tarea a la puerta de los restaurantes a la caza de clientes y precios de locura por las consumiciones. Dos jugos de naranja y una botellita de agua mineral cuestan 800 pesetas en el Haití, un popular café miraflorino. Un periódico titulaba ayer: Precios europeos y salarios africanos.

La subida de la gasolina, que multiplicó casi por 30 su precio, ha sacado de la circulación a miles de coches, que literalmente se movían cayéndose a pedazos cuando el litro de gasolina costaba dos pesetas. El precio actual del litro de gasolina normal, casi 60 pesetas, resulta un lujo prohibitivo. De repente, el parque automovilístico de Lima parece haberse renovado por arte de magia. Sólo circulan buenos coches, los de quienes pueden pagar la gasolina.

Desesperación

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La desesperación por el hambre y la falta de transporte se palpa en la capital peruana. Mujeres lloran ante las cámaras de televisión y explican que no tienen para comer. Colas enormes de personas esperan en vano un medio de transporte y cuentan que llevan allí casi tres horas. El hambre obliga a muchos a conseguir comida por cualquier medio Pobladores de los barrios de San Juan de Lurigancho, Comas y Tungasuca invadieron huertas de cultivos. Armados con palas y azadas, invadieron fincas y sacaron patatas y lo que podían ante la impotencia de los encargados de la custodia de las fincas. Una propietaria explicaba que una turba hambrienta derribó la valla de protección y cosecharon lo que pudieron. La dueña, resignada, decía: "Es gente hambrienta. ¿Qué podemos hacer con ellos? Sólo quieren comer".

No todos los propietarios reaccionan con la misma resignación. Una conocida cadena de supermercados ha instalado en una azotea guardias armados que se protegen con sacos terreros. En diferentes tentativas de asaltos y escaramuzas se produjeron algunos muertos aislados en diferentes puntos del país. En Cajamarca, los saqueadores mataron a una propietaria de comercio. Otro comerciante que salió en defensa de la agredida corrió la misma suerte. En otros casos, los que caen abatidos a balazos son los asaltantes.

Se trata de casos aislados, y el Gobierno se felicita de que en Perú no se haya producido un caracazo, con asaltos masivos a comercios y millares de muertos.

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