El vértigo alemán
La integración europea, según el autor, debe llevar su propio ritmo imparable, pero sin la velocidad con que se realiza la unidad alemana. Destaca que los problemas son tan numerosos que conviene abordarlos con delicadeza.
Todavía puede decirse de la evolución que sigue Alemania que la velocidad del proceso de acercamiento es demasiado alta, que los demás procesos no pueden seguir ese ritmo, o sea, las conversaciones dos más cuatro, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) de Viena y otras mesas de negociación Este-Oeste, y finalmente el proceso de integración europea. En la República Federal de Alemania se había dado en los últimos tiempos demasiada importancia a la retórica de la integración. Para algunos observadores fue por eso tanto mayor la sorpresa de que de los aliados occidentales sólo EE UU realizase desde la caída del muro una política consecuente en favor de una rápida reunificación que incluía la pertenencia de una Alemania unida a la OTAN. Las señales procedentes de París y Londres distaron mucho de ser tan claras. Sólo el resultado de las elecciones celebradas en la RDA convenció al Reino Unido y a Francia del carácter inevitable del proceso de la reunificación de las dos Alemanias.Efectivamente, la unión de ambos Estados alemanes altera el mapa. El centro europeo se desplaza hacia el Este. Francia. y el Reino Unido quedan en una situación periférica si no se impulsa el proceso de la unión política europea. Dentro de la CE el producto social bruto de la Alemania unida supondrá aproximadamente el 40% de la comunidad económica.
Sin embargo, la potencia económica de Alemania, junto con sus cerca de 76 millones de habitantes, no debería ser considerada una amenaza por sus aliados.
Pues la política alemana sigue orientada hacia la Europa occidental. La acción de ayuda en favor de la RDA no conducirá a una reorientación del país hacia el Este, aunque sí absorberá a corto plazo ciertos recursos y orientaciones generales de su política exterior.
Cuanto más intensiva sea la participación de los miembros de la CE en la modernización de la RDA, más corto será ese camino. Pues cada marco invertido con éxito en la RDA será también una inversión para la prosperidad de toda Centroeuropa oriental.
Sólo Polonia sigue la evolución de Alemania con cierta preocupación, por motivos históricos. En cambio, los checoslovacos, los húngaros, los rumanos y los búlgaros tienen grandes esperanzas de que Alemania y con ella toda Europa occidental aseguren y consoliden con un generoso programa de ayuda el proceso de sustitución de los regímenes estalinistas por democracias pluralistas. Si esto no se logra, Centroeuropa oriental y los Balcanes podrían caer rápidamente en aquellas situaciones de la época situada entre las dos guerras mundiales.
A una inestabilidad latente se sumaría otro problema que, de todos modos, ocupará intensamente a Europa occidental en la década de los noventa: el problema del asilo. Si los europeos occidentales no logran transferir una parte de su bienestar al Este y al Sur, millones de personas se pondrán en marcha hacia Europa, huyendo también de los enormes problemas medioambientales provocados por la mala gestión socialista.
Compromiso de EE UU
Mientras que respecto a la política de una de las superpotencias, Estados Unidos, existe la suficiente claridad sobre su compromiso europeo, no puede decirse lo mismo de la Unión Soviética.
Todos los acuerdos previstos tienen el inconveniente de que nadie -sabe qué camino seguirá este último imperio colonial del mundo. ¿Conseguirá Mijaíl Gorbachov hacer de la Unión Soviética una especie de Commonwealth, o se derrumbará el país un día debido a los numerosos conflictos de la periferia y a los problemas no resueltos del interior? Nadie lo sabe. Pero probablemente habrá que contar con dos constantes en la política soviética.
Por un lado; el gran vecino del Este seguirá siendo una superpotencia militar que también, después de un acuerdo sobre el desarme en Viena, conservará aproximadamente el 40% del potencial militar entre el Atlántico y los Urales. Por otro, la URSS es una potencia nuclear, a pesar de todas las crisis.
Respecto a las probabilidades de éxito del proceso de reunificación de Alemania, hay que añadir como hecho agravante que Moscú insiste en ser una potencia vencedora de¡ año 1945. La unificación alemana no podrá comprarse a este país que, según sus propios datos, perdió 27 millones de personas durante la 11 Guerra Mundial.
El precio que exige Moscú por aquel proceso, que, según sus propias palabras, considera inevitable, no está, por tanto, determinado. Probablemente supondrá, junto a enormes ex¡gencias materiales a corto y medio plazo, que la Unión Soviética pueda disponer del suficiente tiempo para retirarse militarmente de Europa central guardando la cara.
Una presencia prolongada de 380.000 soldados en el territorio de la antigua RDA implica numerosos riesgos y deja abiertos un sinfín de problemas. Éstos no desaparecerán probablemente con las nuevas estructuras de seguridad que hayan de sustituir en Europa a la OTAN y al Pacto de Varsovia.
Por tanto, la clave de la solución de la cuestión alemana sigue estando en Moscú. Los alemanes y los europeos occidentales harán bien en no -abandonar en tiempos de incertidumbre aquellas estructuras que han demostrado su eficacia durante 40 años. Aunque es necesario que Occidente tenga en cuenta los intereses de la debilitada superpotencia, es fundamental que cambie la URSS.
, historiador, es director de la revista Europa Archiv. Traducción: Anton Dieterich.
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