Pamploneses de fuera
Se han ido los domingueros y ya han dejado sitio en las calles. Las fiestas de San Fermín se vuelven más agradablemente caseras a partir del lunes. Los domingueros llegan a Pamplona dispuestos a todo. Sólo fienen 48 horas y no se puede desperdiciar nada en dormir. La juerga es hasta que el cuerpo aguante.El comportamiento de los que viven en Pamplona toda la semana es más racional. Casi se puede decir que eligen los momentos de su desmadre, y el fin de semana no está entre sus preferidos. No hay prisa por sacar todo el jugo a las fiestas, una vez comprobado que mantenerse en pie ocho días resulta imposible. Así que algunos asiduos empiezan sus fiestas particulares el lunes. Los asiduos no siempre quiere decir los pampioneses. También hay forasteros que parten el año por el 7 de julio; reservan hoteles de un año para otro, también sus vacaciones y su extra de julio. Son una especie de sarifermines de alto nivel. Es el caso de un grupo de catalanes que descubrieron San Fermín en 1969 y siguen viniendo a las fiestas, ahora ya como profesionales talluditos. Forman la peña Eskolti. En sus pañuelicos rojos van unidos el escudo de Pamplona y el de Barcelona.
El inglés lan también es un fijo, aunque todo empezó por motivos profesionales. En realidad con la excusa del trabajo tiene una semana extra de vacaciones. Ian es el jefe de publicidad en Europa de la revista Newsweek. Anualmente la revista distingue a las compañías que más se anuncian con un viaje exquisito; a veces el destino era una estación de esquí en Suiza o playas paradislacas. El hombre estaba al punto del desespero porque ni con estos lujos conseguía una masiva asistencia. Un día lan descubrió San Fermín. Desde entonces no le falla ni uno.
El piso que alquila es como el Parlamento Europeo, pero sin traductores. La organización es perfecta. Cada uno hace lo que quiere y camina sin preocupación alguna. De su cuello les cuelga una cadenita con un papel plastificado en el que están escritos los datos imprescindibles para subsistir, sea cual sea el estado en el que se encuentren. Cuando tienen un apuro, estos publicistas enseñan el escapulario al primero que ven con más raciocinio que ellos. Lo primero que pone en la tarjeta es el nombre. Hay ocasiones en San Fermín en que uno se olvida de todo. Y luego están escritas las citas imprescindibles para encontrarse una vez al día: a las dos en el café Iruña.
Los publicistas europeos, la peña Eskoiti, como la antiquísima peña sueca, han logrado incorporar nuevos ingredientes a unas fiestas que ya no son sólo de Pamplona. En ocasiones han promovido hábitos enraizados. Es el caso del presidente de Sol, figura alternativa a la persona que preside la corrida. El presidente de Sol goza del fervor popular de las peñas; viste de frac, elegante si no fuera porque lleva unos pantalones cortados a tijera por la rodilla. El presidente de Sol es otro más de la peña catalana Eskoiti. Para todos ellos, San Fermín no es unajuerga de fin de semana, sino un rito anual y casi sagrado.
Babelia
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