Mario, Vargas Llosa: "Creo que he recobrado mi libertad"
El frustrado candidato a la presidencia peruana regresa a la literatura con el fantasma de la violencia en la memoria "El fantasma de las violencias", como lo llama él, y la sensación, de asco por la atmósfera "de mezquindad, viscosa e insoportable" que rodeó la campaña electoral peruana, son los elementos que se han quedado como un huracán en la memoria de Mario Vargas Llosa tras su intento frustrado de llegar a la presidencia de su país. Fue derrotado en la segunda vuelta, celebrada el 10 de junio, por Alberto Fujimori, un ingeniero de origen japonés en el que muchos han querido ver los contornos de un personaje del propio autor de La guerra del fin del mundo. En su primera reflexión sobre el final de una aventura iniciada hace dos años y medio con la intención de gobernar su país, confiesa que esta larga marcha, que ha terminado en lo que puede considerarse como el primer fracaso de su vida pública, le ha cambiado, "aunque aún no sé de qué manera". En todo caso, cree que ahora ha recobrado la libertad: 'Los peruanos me han devuelto a la literatura".
Flaco -ha perdido ocho kilos a lo largo de la campaña-, parsimonioso y elegante, Mario Vargas Llosa llegó a París el pasado jueves, tres días después de haber aceptado su derrota. Como u ciudadano anónimo que regresa ra a una tierra propicia, en la que por otra parte vivió algunos de lo mejores anos de su vida, el candi dato, que durante más de 24 meses ha sido amenazado de muerte -"nos enviaban mensajes manchados de sangre: al final era como una rutina, y nos acostumbramos"- y ha vivido rodeado de guardaespaldas y de miedo paseaba solo por el barrio de Saint Germain des Pres. Sentado en la misma silla que muchas ve ces ocuparon los amigos de Sartre, en el Café Les Deux Magots, vestido con una cazadora roja, serio y algo melancólico, el autor de La ciudad y los perros parecía regresar de La guerra del fin del mundo. No está arrepentido de haberia iniciado, pero sí está convencido de que en esta larga aventura, "en la que me metí al principio por casualidad y luego por pura convicción pública", han sido cometidos muchos errores "y algunos muy importantes se cometieron en nuestra propia campaña". Como candidato a la presidencia, terminó su etapa "Ya está cerrada". Y como los candidatos a la presidencia de Perú sólo aspiran a eso, a ser pre sidentes, "seguiré en la política, pero como antes de haber inicia do la campaña: como un escritor, como un intelectual que aspira a que su país salga adelante".El personaje
Alejado de toda intención de re novar su carácter de aspirante Vargas Llosa vivía en París -y luego lo hará en Londres, Los Ángeles y Madrid- el regreso a la ciudadanía privada: "Eso fue lo primero que perdí". Y a la literatura: Victor Hugo es su próxi mo personaje. Atrás queda uno que parece suyo: Alberto Fujimori.
Pregunta. En un libro que a usted le apasiona, La lozana andaluza, Delicado dialoga con sus personajes y se pelea con ellos. ¿Qué impresión tiene un autor que ha debido batirse contra un perso naje que parece suyo?
Respuesta. Cuando haces política de una manera tan intensa y absorbente no tienes casi tiempo para desdoblarte como suelen hacer todos los escritores. La política es tan absorbente como la literatura; te disuelve en la pura acción, aunque la memoria su pongo que retiene lo más impor tante. Mientras he estado , durante estos dos años y medio, enfrascado en la campaña, no ha habido un instante para hacer este tipo de reflexiones.
P. ¿Cómo explica, de todos modos, que un personaje de las características de Fujimori se constituya en un enemigo tan importante como para frenar su llegada a la presidencia peruana?
R. Si alguien conoce la situación peruana y tiene en cuenta las distintas frustraciones y el enorme empobrecimiento que ha padecido este pueblo, no puede sorprenderse tanto de que esto haya sido así. Hay una frase de un campesino peruano explicando su voto por Fujimori que me impresionó: "Le voto", dijo "porque no sabemos nada de él" Ésa es una frase tremenda, porque quiere decir algo como esto: sólo hemos conocido malos en política. No saber nada de alguien y votarle da la medida de una inmensa frustración y de una gran desesperanza. No ha habido empobrecimiento tan terrible como el que ha sufrido Perú: la nación produce hoy el 20% menos que hace dos años y los salarios han caído en términos reales hasta el 50%. El país, globalmente, ha retrocedido 30 años en su desarrollo. No hay un territorio que haya tenido un colapso semejante. El Estado se ha vuelto elefantiásico, frena las iniciativas, impone una autarquía económica y va en general en contra de lo que ha sido la corriente económica y cultural de la época. El resultado es el desplome: frustración, crispación, mortalidad infantil elevada, plagas, violencia.
P. La violencia étnica ha parecido un elemento importante en la campaña electoral.
R. La violencia étnica existe en todas las sociedades que, como la nuestra, albergan culturas y tradiciones diferentes, y es mas grave en sociedades como la peruana, con diferencias económicas muy marcadas. Pero su uso en campaña electoral ha sido peligroso y explosivo en un país con tantos motivos de división. Esperemos que el presidente electo contribuya a apagar ese fuego, aunque él mismo lo avivó lanzando un eslogan que luego fue retirando poco a poco: "El chinito [el propio Fuffirnoril y los cholitos [el pueblo peruano], contra los blanquitos [los partidarios de Vargas Llosa]".
Errores
P. ¿No se arrepintió nunca de haberse metido en una campaña tan larga y tan violenta?
R. No. Pude haber hecho las cosas mejor, pero nunca me arrepentí. Fue una experiencia muy rica; he conocido el país al revés y al derecho, y me he visto con toda clase de peruanos. Ha tenido también esta experiencia una consecuencia, que es el hecho de que las ideas que hemos mantenido para que Perú salga del subdesarrollo y abandone el capitalismo mercantilista hayan sido tan francamente criticadas, porque eso supone que han sido puestas sobre la mesa. Creo que pocas veces se ha expuesto la verdad de una forma tan contundente durante una campaña electoral. Jamás dije algo que no pensara hacer, y acaso eso es de mal político, porque probablemente esa sinceridad no me ha dado la victoria. Pero es que yo no hice esta campaña por el puro apetito del poder. Me dije: no vamos a mentir, vamos a decir en qué consiste la reforma liberal que propongo. Eso nos abrió muchos flancos; he aprendido que en política todo vale, y yo sabía que la política es una actividad sucia que se refina de acuerdo con la cultura o la tradición de una sociedad. Pero en Perú esa suciedad virtual de la política adquirió dimensiones de horror o de comedia. Durante buena parte de la campaña, aquella convicción mía de que había que decir la verdad sobre lo que me proponía funcionó bien.
P. ¿Qué errores hubo para que se produjera el descalabro?
R. Hubo muchos errores nuestros. Uno muy grave se produjo a mediados de la primera vuelta. Como las intenciones de voto nos favorecían de manera tan aplastante, en nuestro lado se produjeron excesos muy la mentables de triunfalismo y surgieron luchas fratricidas entre compañeros de listas para alcanzar la supremacía en ellas. Hubo candidatos.de nuestro grupo, el Frente Democrático, que hicieron una publicidad inmensa para lograr los votos preferenciales que les pusieran en primer lugar en esas listas. Esa lucha sumergió mi propio mensaje y mostró que conmigo estaban políticos desprestigiados, de modo que se dijo que Vargas era un instrumento de esos políticos ávidos de poder. El espectáculo fue muy chocante y llegó a darme asco a mí mismo. Yo debí parar eso, incluso a costa de la ruptura del Frente Democrático. A ello se unió contra nosotros una campaña negativa financiada con dinero del propio Estado. Resultó muy eficaz. Nuestra intención de poner en marcha un plan de estabilización se presentó como la amenaza de un shock, se me atribuyó la intención de subir los precios y se introdujo la imagen de que yo iba a dejar Perú como si por el país hubiera pasado un apocalipsis. Fui, además, machacado por ocho o nueve periódicos sensacionalistas que vomitaban todo tipo de injurias.
P. ¿Cuál fue la más pintoresca?
R. La más pintoresca me resulta aún Increíble: yo había elcho en un reportaje de televisión que una de las experiencias que más asco me habían dado en la vida la tuve a los 14 años, cuando me dieron a probar droga, que jamás volví a usar. Pues salió la ministra de Educación del Gobierno a prevenir a las madres de familia: 'Tiensen en sus hijos, cómo van a ponerlos en manos de un drogadicto". Mi adversario salió también a decir lo propio. Y trajeron a la tía Julia [Julia Urquidi, tía de Vargas Llosa, con la que éste estuvo casado y de cuya relación nació La tía Julia y el escribidor] para inventarle mil historias. Intentaron, con verdaderos ejércitos fiscales, acusarme de evadir impuestos: en una sola semana fabricaron 16 puntos (le investigación sobre los que había que presentar documentos. Los niveles de inmundicia han sido muy penosos y han carecido del más mínimo nivel de decencia.
P. ¿Usted no ha sido salpicado también por ese clima?
R. A pesar de esa atmósfera de Inmundicia, yo no he incurrido ni remotamente en semejante indecencia. No me puedo avergonzar de nada: creo que he salido íntegro de esta campaña. De todos modos, sí hay un problema, el del lenguaje, que debe siempre preocupar a un escritor y que a mí me ha preocupado sobremanera. El lenguaje político conduce al estereotipo, al lugar común, y esa evidencia producía en mí una tensión insoportable y muchas veces tenía que recor
darme a mí mismo que estaba en política, en campaña, pero no para ganar de cualquier manera. Así me proponía siempre, ante la tentación del estereotipo, seguir un código de conducta moral, política y ética, sin bajar jamás a esos coeficientes de inmundicia que envenenaban de manera atroz la atmósfera.P. ¿No hubo nada ninguna compensación en la campaña?
R. Claro que hubo compensaciones maravillosas. Hubo gente que dejó sus trabajos para estar conmigo; hubo una iniciativa de acción solidaria que fundó Patriela, mi mujer, y que funcionó muy bien en los pueblos jóvenes [los barrios pobres], creando empresas populares, talleres. Por supuesto que es una gota de agua en el desierto, pero fue muy importante para mí observar de cerca la generosidad, el heroísmo y el idealismo de cientos de personas que me permitieron difundir en Perú estas ideas exóticas en defensa de la iniciativa privada, en contra del capitalismo mercantilista. Fueron unas ideas que calaron en vastos sectores populares hasta el punto que votaron por ellas el 38,9% por ciento de los peruanos. Y no lo hicieron por mi cara.
P. Algo habrá influido su cara.
R. Mi cara habrá influido, pero yo creo que han votado a favor de estas ideas para que Perú se convierta en un país moderno y se abra al exterior. Decir eso hasta ahora era tabú. El resultado, pues, no puede decirse exactamente que haya sido una frustración. Aunque por supuesto que lamento no haber ganado.
P. ¿No hubo ningún instante en que le hubiera gustado arrojar la toalla?
R. Al terminar la primera vuelta parecía dificil que se produjera una victoria en la segunda. Los indecisos iban a apoyar a Fujimori. Un líder de la izquierda comunista dijo en televisión: "Vargas Llosa es el demonio. Hay que unirse contra él, sea quien sea el adversario". Alan García trabajó para coaligar esos. intereses con los intereses conservadores; todos se unieron al sector independiente más golpeado de Perú, de modo que esa gente ha votado por lo presente y contra el cambio. Eso me demuestra que hoy la izquierda representa la rutina intelectual, la incapacidad para renovarse. Mi propuesta era la única revolucionarla y de cambio, porque trataba de privatizar para construir un capitalismo popular, de difundir el accionariado de la empresa pública, de efectuar una reducción drástica de toda la burocracia. Queríamos la apertura al mundo y tratábamos de liberalizar para que hubiera una auténtica economía de suficiencia.
P. ¿Y qué hubo frente a eso?
R. Eslóganes. "Tecnología, cambio, honestidad". "SI los ricos no votan por los pobres, ¿por qué los pobres han de votar por los ricos?". "Ni shock ni gradualismo para acabar con la inflación, sino consenso".
P. Parece, en el fondo, que la suya es una reflexión amarga.
R. No entienda que hay amargura en lo que digo. Tampoco se puede reprochar a los peruanos haber tenido miedo. Es un pueblo que ha sufrido un verdadero terrorismo publicitario, un proceso de represión del consumo y ha vivido en permanente estado de trauma; es lógico que tengan temor y que hayan preferido un statu quo que en definitiva no hace otra cosa que dar una idea de la magnitud de su frustración, de que la calidad de su vida se ha reducido a los niveles de lo intolerable.
P. Se suponía que iba a ser así. ¿Por qué un escritor como usted se empeñó en esta otra carrera?
R. Yo tuve que hacer un enorme esfuerzo. Fue para mí una sorpresa que tuviera éxito mi intervención contra la estatización de la banca. Aquella actitud echó las bases de lo que fue luego el Frente Democrático. Como yo había desempeñado un liderazgo protagónico, se pensó también que podía enfrentarme con éxito a los apristas del Gobierno. Yo nunca había pensado en la política práctica, por lo que me resultó muy angustioso y dificil aceptar la candidatura. Luego me pareció deshonesto jugar a capitán Araña y abandonar el barco. No tenía ni el apetito ni probablemente la actitud para llegar al poder político, y luego me entraron muchas dudas al advertir los niveles de inmundicia que había, pero una vez superada la alergia a la candidatura ya no hubo dudas hamletianas e hice la campaña como debía hacerla.
P. ¿Esta campaña le ha hecho más o menos peruano?
R. Me ha identificado mucho más con mi país, y me ha conmovido más. Es un país con una enorme riqueza potencial, un pueblo sufrido y paciente, que ha desaprovechado de manera trágica sus recursos y cuya contemplación hoy resulta muy dolorosa. Me da mucha pena que haya elegido ser pobre, atrasado, y que esté en manos de una clase política que ha trabajado tan insistentemente para ello.
P. ¿Se acabó la política para Marlo Vargas Llosa?
R. Ha terminado una etapa. Mis compatriotas me han de vuelto a la literatura. Sigo muy preocupado por mi país y continuaré trabajando como lo hacía antes de la campaña. Mi relación con mi país será muy normal, seguiré escribiendo y contribuyendo intelectualmente a su vida. Siempre pensé que mi vocación de escritor se interrumpía y que no se abandonaba. Al terminar la campaña, ya nadie espera de mí un liderazgo. Trabajaré de una manera más independiente. Creo que he recobrado mi libertad: me la han devuelto. Aunque pienso que nunca debo decir nunca más. Es demasiado eterno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.