Kasparov, "No se pueden cambiar en dos meses, las ideas de 73 años"
El campeón mundial de ajedrez, dirigente de un nuevo partido
, El soviético Gari Kasparov, nacido en Azerbaiyán de madre armenia y padre judío, campeón del mundo de ajedrez, es uno de los líderes del nuevo Partido Democrático de Rusia (PDR), un grupo anticomunista cuyo objetivo es constituir una alternativa sólida al actual Gobierno de la Unión Soviética. A los 27 años de edad, Kasparov se considera "un paracaidista de la política por obligación moral". Su gran objetivo consiste en "convencer a Occidente de que Gorbachov es el problema, no la solución".
Kasparov reconoce que es "hiperactivo e inquieto por naturaleza" y justifica así su inmersión en la política: "Desde que soy campeón del mundo viajo constantemente, lo que me da una perspectiva privilegiada con relación a la gran mayoría de mis compatriotas. Soy muy popular en mi país y en el extranjero; mis ideas se han ido alejando paulatinamente de las del Gobierno. Por tanto, puedo ser un excelente portavoz de los sentimientos de la mayoría silenciosa de mi país".
Tras su dramática huida de Bakú, en enero, se entrevistó durante hora y media con Mijaíl Gorbachov, que quiso conocer su opinión sobre los conflictos del Caúcaso. El pasado fin de semana, durante el congreso constituyente del PDR, Kasparov propuso la elección de varios copresidentes encargados de elaborar un programa aglutinador de todas las tendencias. Sus tesis fueron derrotadas por estrecho margen (55% contra 45% aproximadamente), y Nicolái Travkin, parlamentario y antiguo miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), fue elegido presidente único.
Pregunta. Su discurso del domingo fue muy aplaudido por los congresistas, pero ese apoyo no se reflejó en los votos. ¿Cómo explica esta contradicción?
Respuesta. Aunque en mi intervención dije que en nuestro partido no hay sitio para el bolchevismo, creo sinceramente que la elección de Travkin no implica un deseo dictatorial, sino que es la consecuencia de nuestra falta de tradición democrática. Para mí, es ilógico elegir al presidente sin elaborar previamente el pro, grama, pero muchos colegas piensan que el partido no podría sobrevivir. sin un líder desde el principio. Todo esto es normal porque no se puede cambiar en dos meses una mentalidad forjada durante 73 años.
P. A pesar de esas diferencias, internas, usted mantiene que el
PDR será alternativa de poder.
R. Margaret Thatcher, George Bush y otros líderes occidentales dicen que se debe apoyar a Gorbachov porque no hay alternativa. Pues bien, ahora sí la hay. Tras el congreso, un centenar de militantes decepcionados anunciaron que se marchaban, pero yo propuse la creación de una corriente dentro del partido, cuyo espejo sería la fracción liberal del Partido Republicano de Estados Unidos. Cuento con un gran apoyo en las regiones de Rusia y estoy convencido de que el resultado de las votaciones en el segundo congreso (en otoño) será bien distinto.
Radicalismo
P. Hace cinco años usted actuó como ariete de las ideas de Gorbachov al exigir, por ejemplo, una renovación absoluta de las estructuras deportivas de la URSS. Sin embargo, ahora es un opositor -radical.
R. En 1985 los deseos del pueblo soviético coincidían con los de Gorbachov. Era nuestro punto de partida. Pero las cosas se complicaron mucho más de lo que él había imaginado y de pronto tuvo que empezar a comportarse como un gran maestro de ajedrez en una posición difícil, encontrando siempre las únicas jugadas salvadoras. La más brillante fue convencer a Occidente de que era necesario apoyarle. El aparato del partido se dio cuenta de que tenían que ir con él porque Ligachov (líder de la corriente conservadora del PCUS) podría ser nuestro Ceausescu. Nos hicimos muchas ilusiones cuando se derogó el artículo sexto de la Constitución (que otorgaba un papel dirigente al PCUS), pero, tras el nombramiento de Gorbachov como presidente, los ciudadanos soviéticos descubrieron que el partido comunista controlador se había convertido en un Gobierno comunista incontrolable. Eso no es democracia.
P. Entonces, ¿usted cree que con Gorbachov no se puede llegar a la democracia?
R. Exactamente. Una buena prueba es la composición de su gabinete de asesores. Además de otros miembros destacados por su conservadurismo, incluye a Dimitri Yarin, un comunista de la línea. dura que se opone a la propiedad privada y aboga por la restauración del Imperio Ruso, y a Valentín Rasputin, un conocido fascista y padrino del Painyat (grupo ultranacionalista ruso). Su nombramiento es un insulto a los demócratas; quienes creen que ésta es una jugada de Gorbachov para controlar a los sectores más conservadores deben creer también, supongo yo, que el envío de las simpáticas tropas a Lituania se debió a que la mayoría de los lituanos no quieren librarse de los comunistas.
Lituania
P. La oferta conciliadora de Gorbachov a los lituanos y la elección de Borís Yeltsin como presidente del Parlamento de Rusia, ¿podrían cambiar el panorama?
R. Soy escéptico sobre el primer punto porque quizá sea demasiado tarde para la negociación. Gorbachov, que debería haber empezado por ahí, ha perdido ya la confianza de los lituanos. En cambio, creo que la victoria de Yeltsin es el primer gran triunfo de la democracia contra los burócratas. Rusia alberga aproximadamente a la mitad de los 285 millones de soviéticos; eso quiere decir que la elección de. Yeltsin mina considerablemente el poder de Gorbachov y fortalece las aspiraciones de las demás repúblicas. Todavía creo que es posible crear una confederación porque los odios interétnicos son compensados por motivos económicos.
P. Sin embargo, es muy probable que las reformas económicas conlleven un periodo intermedio lleno de peligros. Se habla de 40 millones de parados en los próximos años.
R. Ciertamente, ése es un problema gravísimo, pero yo veo una solución en dos vertientes. En primer lugar, hay que canalizar con sentido común los miles de millones de rublos que el Gobierno derrocha. También es necesaria la ayuda de los países capitalistas, pero bajo premisas bien distintas de las actuales. Tal como están las cosas, prestar dinero a la URSS es como echar agua en las arenas del Sáhara.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.