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Georg Baselitz, balance de una década

Se exponen en Madrid 80 obras del artista

Tras exhibirse en Barcelona, la Fundación Caja de Pensiones presenta en su sala madrileña (Serrano, 60) una exposición del artista alemán Georg Baselitz (Deutschbaselitz, 1938), que permanecerá abierta hasta el 15 de julio. La muestra consta de más de 80 obras, entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos, realizadas en la pasada década, en el momento álgido de proyección internacional de este representante del mejor neoexpresionismo alemán.

Aunque no es la primera vez que el público español puede contemplar en directo obras de Baselitz -hay que recordar a este respecto esas otras dos ocasiones anteriores más notables en que pudo hacerlo, con motivo de las colectivas tituladas Origen y visión y Referencias-, ésta es, sin duda, la exposición más importante que se ha presentado en nuestro país hasta la fecha, tanto por ser la primera monográfica individual como por la calidad de las piezas seleccionadas en ella.Por lo demás, una vez que ha pasado definitivamente la moda expresionista, que acaparó todas las plataformas de exhibición disponibles sobre todo en la primera mitad de la década de los ochenta, el momento actual resulta particularmente idóneo para una contemplación serena, con cierta perspectiva, cuando de lo que se trata es de enfrentar nos con la obra de un pintor de calidad excepcional, como es, sin duda, Baselitz, capaz de sobrevivir a la estereotipación de su estilo ampliamente difundido. Porque, en efecto, no sólo captamos mejor la calidad de su obra, sino que también la comprendemos -raíces, motivos y variaciones- de una forma mucho más precisa.

De hecho, frente a la impresión primera que pudo producir Baselitz como un émulo del expresionismo alemán de comienzos de siglo, ahora nos percatamos de su constante e intensísimo diálogo con las corrientes de después de la II Guerra Mundial, empezando por el expresionismo abstracto americano a través de Guston o De Kooning, pero también del europeo, más intimista y dramático, así como de las sucesivas recreaciones expresionistas que se siguen produciendo en nuestro continente hasta bien avanzada la década de los sesenta. En cualquier caso, la obra de Baselitz se nos presenta, a través de esta excelente exposición, como una obra en plena madurez espiritual y técnica, dotada de inquietud, misterio y una sensualidad desazonante.

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