El manuscrito perdido
Borges encarna, dice María Kodama, "una serie de ideales que parece que dejaron de existir ya. Pudo haber tenido posiciones contradictorias, pero era esencialmente ético; siempre fue él mismo: un hombre libre, y eso es algo que muy pocas personas pueden llevar a la práctica. Y era también un ideal de cultura que está desapareciendo: podía manejar con la misma flexibilidad textos clásicos que literatura en diversas lenguas. Era, me parece, el último representante de un conocimiento de otras culturas. Su autodeclaración de anarquismo era una declaración de libertad y de sinceridad: todo eso hizo que tuviera un gran poder de atracción sobre la gente. Aun hoy, tres años y medio después de su muerte, hay mucha gente que lo considera vivo. Pero de verdad".María Kodama sabe que el Borges disperso está en algún sitio, "y en muchos casos sabemos Incluso los lugares físicos donde se hallan esos vestigios. ¿El que me gustaría encontrar? Me gustaría hallar el manuscrito de Las ruinas circulares, un relato del libro Ficciones que es mi cuento favorito. El no era celoso con sus papeles: los regalaba, los dispersaba. A él lo que le interesaba era escribir y publicar, y después, inmediatamente después, ponerse a escribir otra cosa".
Borges no podía entender, dice María Kodama, que la gente sufriera escribiendo. "Era como una fuente, como si cada palabra, la suya o la ajena, generara en él un entusiasmo ilimitado".
Pocos inéditos habrá de Borges. Kodama tiene uno: un guión de cine sobre Venecia. "Un borrador", dice, "hecho por encargo desde Italia". Pero aparecerán otros textos que Borges dejó hechos por el mundo. Ella está segura.
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