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Crítica:ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Laberinto de pasiones

La música pop australiana vivió en la pasada década momentos de auténtico esplendor. The Church surgió entonces como grupo, con un sonido en el que se daban cita comercialidad y calidad. Visitaron el club madrileño Rock-Ola para presentar su primer elepé, y a partir de ese momento se convirtieron en asiduos de nuestros escenarios. En estos casi 10 años, la evolución de la banda ha sido mínima, y han mantenido con entereza un envidible equilibrio. Nada hacía presagiar cambios radicales en su nueva visita a España.Llegaron a la sala Jácara para presentar su nuevo elepé, titulado Gold Afternoon Fix, y se sumergieron en un enrevesado laberinto de pasiones. En ocasiones acertaron con este nuevo planteamiento, y entonces el concierto alcanzó momentos de gran belleza; el resto del tiempo, la mayor parte, se desperdició con los músicos buceando en un mar oscuro, cubierto por una densa trama de guitarras y voces. Un deambular monótono y aburrido que carecía de comienzo y de final. Los Church melódicos, amigos del sonido brillante y las canciones estructuradas con la mirada puesta en el pop, han dejado paso a unos Church ácidos y corrosivos, que disfrutan creando ambientes. Siguen siendo muy intensos en lo instrumental, pero han perdido por completo la capacidad melódica y el sentido del ritmo. Canciones como The Unguarder moment, Almost with you o Under the milky way, clásicos hasta hace bien poco de un repertorio muy agradecido, son ahora un simple recuerdo.

The Church

Steve Kilbey (bajo y voz), Marty Wilson-Piper (guitarra y voz), Peter Koppes (guitarra y voz) y Jay Dee Daugherty (batería). Madrid, sala Jácara. Día 3 de mayo.

Compositor y guitarra

El grupo se apoya en las virtudes como compositor de Steve Kilbey y en la guitarra de Marty Wilson-Piper. El primero cada vez disfruta más con el enrevesamiento de textos y músicas; el guitarrista lleva sus manías hasta extremos: en escena alterna tres Rickembaker, dos de sonido metálico y una de doce cuerdas muy cálida, con las que efectúa una y otra vez los mismos frascos y distorsiones. Muy efectivo para el público pero carente de la emoción vísceral que le caracterizaba.El grupo, posiblemente cansado de parecer un mágico cruce entre The Byrds y R.E.M., ha decidido buscar alicientes complicándose la vida. Improvisan hasta extremos irracionales en una banda de sus características, juegan con términos etéreos y disfrutan con la presencia de Jay Dee Daugherty, un gran batería que sustituye en esta gira a Richard Ploog, miembro original. El grupo australiano atraviesa un periodo de transición.

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