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Leonie Rysanek: "En la ópera faltan personalidades inconfundibles"

La soprano vienesa actuará a partir del día 14 en el Liceo de Barcelona

Es uno de los últimos grandes monstruos de la lírica. La pasión que infunde a los personajes que representa caracteriza a la soprano lírico-spinto Leonie Rysanek (Viena, 1926), 40 años encarnando a grandes heroínas sobre los escenarios de ópera. Rysanek, que actuará a partir del día 14 en el Liceo de Barcelona, opina que los cantantes actuales "están mejor preparados técnicamente, pero quizá falten personalidades inconfundibles".

Acaba de incorporar a su repertorio en Marsella el personaje de Clytemnestra de la ópera Elektra, de Richard Strauss. Anteriormente había sido la protagonista que da nombre a la ópera y Chrysothemis. Todo un récord. En la Ópera de la Bastilla de París interviene estos días en Katia-Kabanova, de Janacek, como Kabanicha. A partir del 14 será la sacristana Kostelnicka de Jenufa en el Llecc, de Barcelona, bajo la dirección musical de Vaclav Neumann y escénica de Mario Gas. Leonie Rysanek está viviendo una segunda juventud.Gran wagneriana (Senta, Elsa, Kundry, Elisabeth, Sieglinde) y no menor straussiana (La mujer sin sombra, Salomé, Elektra), ha incorporado también a su repertorio una cuidada selección de personajes del área italiana (Desdémona, Aida, Lady Macbeth, Medea) y eslava (especialmente Kostelnicka, la sacristana, de Jenufa).

De familia humilde, hija de un emigrante checo en Viena y nieta de un director de banda militar, castigada por la historia, "tres de mis hermanos murieron en la II Guerra Mundial", comenzó aprendiendo arte dramático. Una pedagoga anciana de su barrio le dio las primeras lecciones de canto, a me pagarás, cuando tengas dinero", hasta su ingreso en el Conservatorio de Viena, donde fueron fundamentales las enseñanzas del maestro de interpretación escénica y barítono Alfred Jerger.

En 1951, recibió una llamada telefónica de Wieland Wagner invitándola a cenar. Al tratar de encender un cigarro, Wieland Wagner se lo arrebató diciendo: "Mi Sieglinde no fuma". Era el primer Bayreuth de la posguerra, donde Leonie Rysanek cantaría La walkiria, dirigida por Karajan y Knappertsbuch.

Dolores de portera

"Wieland Wagner ha sido la influencia más grande de mi vida. Tuvimos muchos choques, una relación simultánea de amor y odio, pues él era muy intelectual y yo muy emotiva. A mis sentimientos los llamaba dolores de portera. Wieland encarriló mis emociones. Si hoy viviese: sería el director de eseena más vanguardista. Nadie ha manejado la luz como él".La cantante que hizo exclamar a Fürtwangler: "¡Cómo se me ha privado hasta ahora de esta voz!", en la primera grabación que tuvieron juntos, recuerda su primer encuentro con Karajan a comienzos de los cincuenta: "Ya era entonces muy perfeccionista y riguroso en sus exigericias"; evoca el clima ceremonial de las actuaciones de Knappertsbuch: "Era el menos vanidoso de los grandes. Al final estaba muy amargado por el clima de desnazificación al que se le sometió, cuando él siempre se había manifestado contra Hitler"; reconoce la importancia de Böhm en su evolución musical: "La posibilidad de seguir cantando aún se debe a sus consejos en la elección del repertorio. Aunque tenía un carácter violento, fue para mí como un padre".

Espíritu exigente, en sus momentos de plenitud dosificaba sus actuaciones (70-80 al año). Actualmente, la frecuencia es la mitad. "Los cantantes de ahora están mejor preparados técnicamente, pero quizá falten personalidades inconfundibles. El exceso de actuaciones y grabaciones no es bueno para las voces".

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