_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Apaños y parches en Europa

La deliberada ambigüedad del Kremlin sobre la unificación alemana descubre claramente cuál va a ser la postura de Moscú ante el rediseño del mapa estratégico de Europa, acabada la era de la guerra fría. Esa ambigüedad es un ejercicio en el que se combinan rotundas tomas de postura contra la pertenencia a la OTAN de la futura gran Alemania con atisbos de flexibilidad.La carta alemana que Mijaíl Gorbachov guardaba en la manga cuando, aún no hace un año, fue recibido espectacularmente en Bonn ha ido perdiendo valor según el vértigo de los acontecimientos ponía en evidencia la auténtica dimensión del colapso del imperio soviético. El apasionado abrazo que los países miembros de la Comunidad Europea (CU) -incluido el reticente Reino Unido- han dado al proyecto pangermánico y paneuropeo del canciller federal Helmut KohIcoincide con la fría recepción en Moscú de su protegido el hugonote Lothar de Maiziere, el virrey de las provincias germánicas orientales, en función de mensajero llegado para comunicar la inminente absorción de sus dominios por el renovado Sacro Imperio.

Mientras la agencia oficial soviética repetía las tesis del zar reformista en el sentido de que Moscú no permitiría que la Alemania unificada formara parte de la OTAN, su brazo derecho, el georgiano Edvard Shevernadze, se entregaba a un curioso ejercicio semántico sustituyendo el tenebroso concepto de neutralidad por el de no alineado, en una entrevista casualmente concedida a un periódico irlandés para que las huestes de Bruselas se desayunaran con ella.

De Maiziere indicaba que su -impresión personal" era que Gorbachov estaba preparado para asumir que la Alemania unificada entrara a formar parte ele la Alianza Atlántica "una vez que las nuevas estructuras y estrategias hayan sido establecidas".

'Dos más cuatro'

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Las comisiones de expertos de la conferencia dos más cuatro, en la que las llamadas cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial y las también llamadas dos Alemanias deben llegar finalmente a un acuerdo sobre el tratado de paz nunca firmado al acabar el último desaguisado planetario, se reunían ayer en Berlín Este para preparar el temario de los ministros de Exteriores que se reunirán el sábado en Bonn.

De hecho, hace tiempo que las bases del acuerdo quedaron establecidas. Concretamente cuando Kohl y Genscher llegaron a Moscú a principios de año en busca de la llave de la unidad. Al margen de las garantías estratégicas que el Kremlin considera imprescindibles para sentirse seguro en su flanco occidental, Gorbachov exige a Bonn que se haga cargo de dos importantes facturas. La primera, que le mantenga el suministro de bienes de alta tecnología y manufacturas especializadas que, hasta muy recientemente, le proporcionaba la República Democrática Alemana (RDA). Y los quiere, además, en forma de últimos modelos; no quiere un Trabant, sino un Mercedes, y, además, pagado en rublos.

Las tropas soviéticas estacionadas en la RDA -380.000 hombres-tampoco van a volver a su tierra, por lo menos en un futuro previsible. Moscú no tiene ni los medios ni el dinero para repatriarlos. Bonn se hará cargo también de la factura.

Lo que han descubierto tanto los estrategas del Kremlin como los de Bonn, Washington, París y Londres es que la fluidez de los acontecimientos no permite aún establecer un marco ideal para la seguridad en Europa que sustituya los viejos mapas de la guerra fría. El ejemplo lituano es evidente. Nadie sabe a ciencia cierta cuál va a ser la salida final al embrollo báltico. Mientras tanto, hay que buscar apaños temporales, soluciones pequeñas, parches.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_