Francisco Nieva representante de la vanguardia artística, ingresa en la Academia
'Esencia y paradigma del género chico', tema de su discurso de recepción
Francisco Nieva en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, abordó el tema Esencia y paragigma del género chico.Vanguardista confeso, autor dramático, director teatral, escenógrafo, pintor y articulista, incluso compositor inédito, Nieva representa en España algo así como el eco del artista del Renacimiento. Autor de obras tan personales como Pelo de tormenta, el pasado mes estrenó en el Festival de Teatro de Madrid El baile de los ardientes.
Como era lógico esperar de Francisco Nieva (Valdepeñas, 1927), su discurso académico no fue estrictamente académico. Con buen criterio, partió de narrar la propia peripecia. "Un buen día", empezó por decir,"en compañía del grande y extravagante poeta Carlos Edmundo de Ory, entré en la vanguardia de las artes y creí no haber salido jamás de allí hasta ,que me encontré en la Academía, a la que ahora me siento tan orgulloso de pertenecer. La mía es una versión humanística del cuento de la Cenicienta".Para el nuevo académico, militar en la vanguardia artística no contradice ya el ingreso en instituciones como la Real Academia Española. "En principio", señala en su discurso "las academias deben denostar de todas las vanguardias. Pero ya es tarde para ello. Las van guardias históricas han triunfa do de forma total.
No hace mucho asistí a una sesión de filmes e imágenes obtenidas por ordenador y lo primero que comprobé fue que el lenguaje surrealista es hoy un lenguaje común del comic y del cine fantástico, por no hablar de otros sistemas en donde también se ha infiltrado: la publicidad, el videoclip y un largo etcétera. Así pues, Picabia, Duchamps, De Chirico, Max Ernst, han programado hace años los ordenadores artísticos del presente".
Todo aquel clima lo respiró Francisco Nieva en el París de los años cincuenta y sesenta aunque también le marcaron las estancias en Venecia. Sin embargo, la zarzuela y la zar zuelita (es decir, el género chico) son parte tan integrante de su sensibilidad artística como la ópera. Y el género chico para Nieva, participa de la magia misma del teatro: "También los intérpretes del género chico tuvieron su voz de cartón, su voz única del género chico, irreproducible en la actualidad. Todos los intérpretes del género tenían voz de cucurucho, nada entonada ni realista, pero eminentemente original y teatral".
Nieva pasa revista al ensimismamiento formal de esas obras, similar al de la opereta en Austria. Y ve con lucidez el papel del autor: "En esta maquinita de activos sueños no importan tanto los autores como la función".
Y, sin embargo, es lícito ver esos libretos a la luz de los cánones. "Todo contribuye", indica Nieva, "a no disparar la imaginación de los autores, sino a sujetarla. A ninguno de estos sainetes, hasta la aparición de la revista de la época, les falta su exposición, nudo y desenlace. Todo en pequeño, claro está".
No olvida Nieva el elemento musical, "grande como sentimiento, pequeña de forma", que necesita degustarse en el conjunto teatral. "La tiranía formal, la reducción a lo pequeño a que obliga el género chico hay que tomarla al pie de la letra. Estos grandes músicos de zarzuela hay que escucharlos como pequeños clásicos del corazón".
Francisco Nieva expresó su preocupación por el futuro del género chico al afirmar que, "quizá debamos despedirnos de ese género musical crítico", y señaló como responsable a la política de subvenciones "que con su apoyo finaciero, ablanda y deja inutilizado al entrañable teatrito de cartón".
Carlos Bousoño fue quien contestó al discurso del nuevo académico, cuyo teatro definió como "profundamente moral, precisamente porque no es moralista ni dogmático".
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