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La reforma institucional de la CE divide a los Doce

La unión política que hoy se debate en Dublín implica nuevas reformas institucionales de la CE, que se añadirán a las derivadas de la unión monetaria. La RFA, Francia, España, Italia y Bélgica están entre los más firmes partidarios de conceder a la Comunidad nuevas transferencias de soberanía nacional. El Reino Unido es el gran resistente y Dinamarca advierte que cualquier reforma del Tratado de la CE en su país significa referéndum o, lo que es lo mismo, bloqueo.

El motor franco-alemán es la Imagen más recurrida para explicar los hitos que constituyen lo que significa la CE. Hoy ese motor, que en un momento amenazó con pararse a raíz del anuncio inevitable de la reunificación alemana, ha vuelto a ponerse en marcha.Los dos líderes de Europa parecen haber vuelto a aunar sus fuerzas por motivos diferentes. La RFA se ha decidido a demostrar que la victoria pacífica de su tercera guerra mundial pendiente, es decir, la reconstrucción de la llamada gran Alemania, puede hacerse dentro de su compromiso europeo. Francia vio el peligro de perder un protagonismo político mucho mayor que el peso de su economía y aprovechó la ocasión para intentar consolidar una Europa comunitaria. Los dos, Francia y Alemania, han lanzado el reto de la unión política, el gran debate al que los jefes de Estado y de Gobierno de la CE deben hacer frente hoy en la cumbre de Dublín. Bajo este nuevo impulso de la construcción europea se esconden las reformas institucionales a llevar a cabo para reflejar la transferencia añadida de soberanía nacional a los poderes comunitarios. La unión política, todavía indefinida, es un sombrero que cubre la unión monetaria en marcha, los cambios que producirá la entrada de la RDA en la CE, la reunificación de las dos Alemanias y el proyecto de convertir la Comunidad en una superpotencia.

Informe confidencial

Un informe confidencial de la Comisión Europea sobre las Cuestiones importantes para el porvenir de la Comunidad refleja las posiciones de los Estados miembros, en las que destacan las coincidencias generales para encarar este nuevo salto adelante. La RFA, Francia, España, Bélgica, Italia, Holanda, Portugal, Irlanda y Grecia apoyan decididamente el reforzamiento de poderes de la Comisión Europea, el Consejo de Ministros y el Parlamento de la CE. El Gobierno español puntualiza incluso que la transferencia de soberanía a esas tres instituciones debe ser equilibrada para evitar "un secuestro de los poderes de control democrático", en una defensa entusiasta de la eurocámara.

El Reino Unido, el gran resistente al cambio, estima que el Acta Única "es demasiado reciente para que se puedan contemplar modificaciones institucionales en muchos años".

En el nuevo equilibrio que se dibuja en el continente la mayoría pone el acento en el papel a jugar por la CE y por la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE). Madrid propone una especie de carta europea de seguridad común, una vez que la URSS haya dado el beneplácito a una Alemania unida dentro de la OTAN, y hace notar que "los problemas de seguridad amenazan con trasladarse a los Balcanes (rivalidades nacionales y religiosas) y a la zona mediterránea por la presión demográfica del Magreb.

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