La Administración teme que el crecimiento económico a final de año se sitúe por debajo del 3%
El crecimiento económico a finales de este ejercicio puede quedar situado en torno al 3%, en lugar del 4% previsto, si la evolución de los costes laborales mantiene el ritmo de aumento de los últimos meses, incompatible con los objetivos diseñados por el Gobierno. La incertidumbre actual, en unos momentos en los que la mayor parte de los convenios colectivos está aún en pleno proceso de negociación, no impide que, de forma matizada en público y algo más abierta en privado, se empiecen a barajar estas nuevas cifras.
"Con aumentos del 8,6% como los que se han firmado será muy dificil situar la inflación al final el año en el 5,7%", afirmó el pasado martes el secretario de Estado de Economía, Pedro Pérez, en la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados. Un par de horas antes el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, había dicho en el mismo foro que "si los costes laborales de la economía siguen aumentando por encima de las previsiones, el Banco de España puede tener que revisar algunos de los objetivos establecidos para 1990". A la salida de su comparecencia, el gobernador del Banco de España no quiso concretar nada más de lo que había afirmado, escudándose en que era pronto todavía para poder hacer estimaciones y, sobre todo, saber qué objetivos podrían ser modificados. Miembros de la Administración, sin embargo, han dado un paso más en los últimos días, en conversaciones privadas, cuantificando algo más los que podrían convertirse en nuevos objetivos.El crecimiento del producto interior bruto podría acercarse al final del año a la barrera del 3% lo que se traduciría de forma inmediata en una creación de empleo inferior a la prevista para este año, que ya es bastante menor que la alcanzada en 1989. La inflación quedaría en torno al 7%, en lugar de "por debajo de la de 1989 o del 5,7%, que es el objetivo no oficial del Gobierno". Junto a todo ello se correría el peligro de que el proceso de crecimiento de la inversión dependiera exclusivamente de la evolución de la construcción y, más concretamente, del proceso de adjudicaciones de obra pública en infraestructura civil. Todas estas cifras tienen como elemento básico el mantenimiento de la tasa de crecimiento nominal de la economía, que no se vería afectada.
Los escenarios macroeconómicos de la Administración establecían como punto de equilibrio que el crecimiento de los costes laborales no subiera más allá del 7,5% en este año, algo que no se ha cumplido en el convenio de la construcción -y ha provocado graves tensiones entre la patronal del sector y CEOE y entre las partes y el Gobierno- y que no está claro todavía si se ha superado o no en otros convenios como el convenio del textil, ya que mientras la Unión General de Trabajadores y la patronal intertextil anunciaban una subida del 8,2%, la patronal CEOE reducía ese porcentaje hasta el 6,2% al no haberse producido una subida en todos los conceptos.
Tipo de cambio
Pero, se señala en algunos medios de la Administración, aunque la desviación de los costes laborales puede provocar problemas, existen otros desequilibrios que no pueden dejarse de tener en cuenta. El problema de la economía, señalan estas fuentes, es la competencia por mantener los mercados para los productos nacionales. "No hay que irse muy lejos", añadían estas mismas fuentes para explicar la situación. "La inflación en Francia está en torno al 3%. Los precios en España, salvo incrementos muy fuertes de la productividad, no deberían subir mucho más allá de esa cifra si se quieren mantener mercados ya que, desde la adhesión de la peseta al mecanismo de cambios fijos del Sistema Monetario Europeo, las posibilidades devaluatorias de la peseta han desaparecido".Hasta ahora algunos sectores productivos, como son el turismo y buena parte de la industria, "han jugado siempre en sus procesos de ajuste con una devaluación de la peseta a un plazo más o menos corto. Pero hace muchos años que, en el mercado europeo, la variación de las monedas apenas supera el 2%". Ello significa que, por mucho que se intente, "el tipo de cambio no juega ya en la misma medida en que lo ha venido haciendo hasta ahora".
De esta forma, los procesos de ajuste de mantenimiento de la competitividad deberán producirse mediante controles en el conjunto de los costes. No sólo los salariales, sino también en el resto de los factores sobre los que se puede actuar, como son los beneficios empresariales y, en la medida en que la política monetaria alcance los objetivos previstos, en los costes financieros.
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