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'Hooligans'

La exposición de Velázquez, ideada como todas las de su género como una manifestación cultural para el estudio y disfrute de los habituales interesados en el arte, se ha convertido en un fenómeno sociológico. Parece que la consigna "Hay que ir" se divulgó por medio de ese invisible, y a veces inexplicable, séptimo sentido desarrollado en nuestra época: el del consumo.Hace unos días, el director del Prado, Alfonso Pérez Sánchez, expresaba su irritación ante la respuesta masiva de un público que se sometía a muchas horas de espera para ver lo que puede ver cualquier día del año. Se ha achacado a la repercusión en los medios de información y a la publicidad la responsabilidad de esta avalancha, pero los resortes no son sólo esos.

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El 'efecto Velázquez'

El comunicólogo Jorge Lozano también se muestra sorprendido por el efecto Velázquez. "Es interesante observar cómo después de una cultura construida tras la tesis de Walter Benjamin. sobre la cultura post-áurica; sobre la cultura de masas basada en la repetición, la clonación, la simulación, la pérdida de significación de la obra de arte, surja un fenómeno como el de la muestra de Velázquez, en la que el público parece fascinado por una concentración del aura de ese pintor", afirma.

"Estamos en lo que se podría llamar el grado xerox de la cultura. Después de consumir tanta repetición, parece increíble que la gente vuelva a buscar el original en su propio espacio del museo. Se han acercado como hooligans que buscan esa cualidad del aura".

"Me parece estupendo que vayan a ver a Velázquez, que el catálogo se verida tanto, pero hay que prestar atención porque el efecto Velázquez atiende también a un fenómeno de mercado. Se relacionan con la obra de arte a partir de la xerocopia y luego llegan al original. Acuden como en un acto nostálgico a ver la obra original".

Organización

Los cincuenta niños de la escuela Ramón y Cajal de Los Ijares (Granada) habían llegado a las 6.30 de la mañana a las puertas del Prado e inmediatamente se pusieron a la cola. A las 12 entraban a las salas para después de ello volver a casa. "Nos conocemos ya todos los cuadros que vamos a ver", decía uno de los niños poco antes de entrar. Pero no todos iban tan preparados, y se detenían confusos ante los cuadros e intentaban consultar con el pesado catálogo, a falta de una guía más manejable.

De todas formas, el fenómeno de masas parece haber quitado protagonismo al propio Velázquez. El interés por el pintor.Y su obra han quedado desplazados a favor del asombro de ver congregada tanta gente, tanto tiempo. El director del Metropolitan de Nueva York decía hace algunos días que parecía una peregrinación impulsada por un sentido místico despertado no se sabe por qué mecanismos. La necesidad de estar -o haber estado- en el lugar indicado; en el lugar de los hechos. El no perderse el acontecimiento cultural del siglo parece haber sido más fuerte que la comprensión de lo que estaba ante sus ojos. Para eso ya habrá tiempo en casa.

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