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LOS LEGADOS DE DOS TENDENCIAS

El arte conceptual, un movimiento romántico

Una exposición histórica reúne en Madrid 150 obras conceptuales

La exposición inaugurada ayer en la Fundación Caja de Pensiones, en su sede de Madrid (Serrano, 60), Arte conceptual: una perspectiva, carga sus fuerzas en el tiempo transcurrido para analizar, cerca de 25 añosdespués, un movimiento casi ignorado por el público en su momento, pero que ha cobrado dimensiones románticas y hasta épicas para los artistas de hoy. Con ésta coincide en el Centro Cultural de la Villa de Madrid otra exposición sobre la escuela de Vallecas, ese interesante episodio de la vanguardia artística española de antes y después de la guerra civil, así como sobre la nueva visión del paisaje que generó ésta posteriormente a la experiencia vallecana.

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FIETTA JARQUE La exposición Arte conceptual: una perspectiva, presentada anteriormente en el Museo de la Villa de París, reconstruye la fría atmósfera de una época extrañamente apasionada. Las obras que se presentan son documentos históricos, aunque ellas mismas quisieron negar en su momento su trascendencia como objetos de arte. Pero estas paradojas no hacen sino reforzar el interés que existe entre los artistas de hoy por un movimiento considerado críptico y excéntrico en su momento, pero que se reveló como importante por las grandes consecuencias que tuvo para el desarrollo del mundo del arte tal como lo vivimos hoy.

Algunas de las obras, por el carácter efímero que tuvieron han sido reconstruidas para la exposición, como los Cubos de espejo, de Robert Morris, o la de Sol Lewitt. También se incluyen trabajos de artistas como Duchamp, Beuys, Art & Language, Baldessari, Broodthaers, Buren, Jasper Johns, Dan Graham, Dan Falvin y On Kawara, entre otros.

La exposición ofrece un punto de vista sobre la etapa más intensa del movimiento, entre principios de los años sesenta y principios de los setenta. Se presentan también obras que no se encuadran dentro de la tendencia central, sino que la contradicen o reinterpretan, como las de Broodthaers y Haacke.

"Uno de los motivos que me llevaron a organizar esta exposición es que nos encontramos en un período muy intenso para el arte contemporáneo. Al mismo tiempo puede que haya llegado el momento en que la gente quiera echar una mirada hacia atrás a los últimos 25 años y, en particular a lo que pudo significar el arte conceptual en su momento", afirma Claude Gintz, comisario de la exposición.

Contra el objeto

La actitud combativa y contestataria de estos artistas, que quisieron desplazar la importancia dada al objeto de arte hacia la expresión de una idea por medio de otros signos y expresiones, levantó grandes polémicas en su momento y sus consecuencias no han sido debidamente valoradas hasta ahora. "Existía en esos artistas una actitud general en contra del objeto como arte. El arte conceptual fue sólo una de las formas de rechazo y desconfianza del objeto de arte como tal, pero hubo otras. Por ejemplo, una exposición histórica como fue When attitudes become form (Berna, 1969), a la que yo no llamaría una exposición de arte conceptual, reunió a artistas cuya principal actitud fue simplemente la de no presentar objetos, sino la de hacer algo no-objetual. Además de ésta había otras formas de expresarse, como el performance, body-art, process-art", prosigue Gintz.

"En cuanto a los criterios que aplicamos para esta exposición, nos basamos en que el arte conceptual fue una etapa de transición entre el uso de los signos visuales en el arte hacia el uso de signos lingüísticos. Partimos de este postulado porque el término de arte conceptual como tal es demasiado amplio, como el de cubismo fue a su vez inadecuado en su momento para definir el trabajo de los cubistas".

"Otra de las ideas de la exposición fue la de mostrar un proceso en marcha desde los primeros años sesenta, en que los trabajos de unos se van engarzando con los de otros artistas, citando a unos y otras, hasta finales de los setenta. Se puede observar un proceso casi envolvente desde los preconceptualistas Manzoni y Robert Morris hasta los puros conceptualistas, como Kosuth, Robert Barry, Lawrence Weiner u On Kawara".

"Uno de los aspectos importantes del arte conceptual, de las consecuencias, ha sido la forma en que han variado las relaciones entre: las instituciones, el arte y los artistas a partir del arte conceptual, especialmente tras When attitude become form y la Documenta de Kasel, en 1968. Los artistas estaban muy conscientes de que la producción del arte era parte del proceso y llevaron un revulsivo que desencadenó una forma distinta de relación entre ellos, los distribuidores y los consumidores del arte".

Seth Siegelaub vivió los primeros momentos de lo que después se llamó arte conceptual como activo promotor de esas iniciativas y ha contribuido activamente con esta muestra aportando algunas obas de su colección. "Creo que el arte conceptual debe considerarse en el contexto de la protesta general contra la sociedad capitalista, el Mayo del 68 y la guerra de Vietnam. Puso en entredicho los valores del arte que se vivían en el momento".

"Muchos de los artistas entonces se empezaban a plantear preguntas sobre el mercado del arte, sobre lo que pasa con el arte cuando abandona el estudio, quién lo controla, etcétera. Por mi experiencia con - ellos en ese momento puedo decir que ése era el sentir general", comenta Siegelaub. "El arte conceptual no existió como un movimiento unificado. Estaba en l'air du temps. El público no mostraba interés por el arte conceptual. Pero con el tiempo ha cobrado una dimensión distinta justamente a causa de los cambios que se han operado en el mundo del arte a partir del arte conceptual. Y eso es mucho más importante".

Los críticos

"En un amplio sentido, uno de los aspectos del arte conceptual en su momento es que atacaba a los valores de la propiedad, el arte como propiedad. Tal vez parezca algo romántico hoy en día, pero el artista desafiaba con su actitud a alzar preguntas como quién puede poseer arte, cómo puede llegar uno a apropiaré de él, y es interesante cómo el mundo del arte llegó incluso a digerir esto y a ser lo que es ahora. Era un momento en que te sentías bien, había cierta exuberancia y excitación por lo que estabas haciendo y deshaciendo. También la relación con los críticos y teóricos del arte fue mucho más estrecha que en ningún otro momento de la historia. El crítico era cómplice del artista, y no su juez".

"Pero, una vez más, todo ello ha cobrado un valor distinto a causa del desarrollo posterior del mundo del arte. Porque para mí antes de esto el arte se había quedado en una forma de expresión artesanal, de pequeños artistas en sus estudios -incluso los grandes artistas- y pequeños negocios. En esa época casi todos los artistas se veían a sí mismos como contestatarios, como luchadores contra el capitalismo y la injusticia. Ahora se ha transformado en un gran negocio, lo que para mí es un desarrollo absurdo, pero innegable. Por eso se ha convertido en un movimiento romántico a los ojos de la gente de ahora. En ese sentido fue un momento dramático, heroico", concluye Siegelaub.

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