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UNA NUEVA EUROPA

Yanquis, no volváis a casa

Estados Unidos, mantendrá una presencia militar en el Viejo Continente pese a los cambios en el Este

Estados Unidos mantendrá sus efectivos militares en Europa, a pesar de los cambios drásticos que se han registrado en los países del Este y en la Unión Soviética en los últimos meses, por tres motivos principales: por deseo expreso de sus aliados, por considerar que el poderío militar de la URSS constituye todavía la única amenaza real a la seguridad norteamericana y porque a ambos lados del Atlántico se considera que la presencia de tropas estadounidenses contribuye a garantizar la estabilidad del Viejo Continente frente a un futuro todavía incierto en su sistema de seguridad.

La línea oficial norteamericana, expuesta en las últimas semanas por los portavoces autorizados del país, desde el presidente, George Bush, hasta el comandante supremo de la Alianza Atlántica, general John Galvin, pasa inevitablemente por esos tres ejes y no es previsible que sufra cambios sustanciales en los tres años que quedan hasta la próxima elección.Bush repite una y otra vez en sus intervenciones el concepto de gradualismo en los temas de desarme y la reducción de tropas, y advierte que ese gradualismo o desarme por etapas es "el único camino para conseguir una paz duradera".

El 6 de febrero declaraba en San Francisco: "No debemos permitir que una impaciencia nacida de la euforia ponga en peligro lo que pretendemos conseguir en el futuro. Hemos demostrado que la firmeza norteamericana puede ayudar a profundizar la reforma en la Unión Soviética, y que esa firmeza ha sido el catalizador de las conversaciones sobre control de armamentos".

Y en el mismo discurso, Bush se refirió a la presencia de Estados Unidos en Europa con estas palabras: "Nuestro objetivo prioritario como norteamericanos es impedir otra guerra mundial. Y para ello necesitamos seguir plenamente comprometidos. La seguridad, estabilidad y, libertad europeas, tan ligadas a las nuestras, requieren la presencia norteamericana. Todos los europeos occidentales quieren que permanezcamos en Europa, cada uno de esos países quiere evitar que nos repleguemos a un aislacionismo sin compromisos. Y tengo la impresión de que, cuando el polvo se pose, las nuevas democracias, de Europa oriental pensarán exactamente lo mismo".

Adiós a la guerra fría

La guerra fría se declaró oficialmente superada en la cumbre de Malta, a principios de enero, pero la incertidumbre hacia el desenlace final del proceso interior que vive la Unión Soviética sigue latente en Washington, como lo demuestra el secretario de Estado, James Baker, cada vez que le preguntan sobre la posibilidad de llegar a una evacuación total de las tropas norteamericanas en Europa.

El 16 de febrero, Baker declaraba que "no se debe ir más allá en las reducciones de tropas que se consideran en el momento presente". "No debemos olvidar que, sin perjuicio de sus buenas intenciones y de todos los cambios que se están operando, la Unión Soviética sigue siendo una superpotencia poderosamente armada. Esto no significa poner en duda su experimento reformista, sino simplemente constatar un hecho", dijo Baker.

En la reunión sobre cielos abiertos celebrada el pasado mes en Ottawa, la URSS aceptó la propuesta hecha por Bush el 31 de enero de reducir los efectivos de ambas superpotencias en Europa central a 195.000 soldados por cada parte.

Igualmente, Moscú aceptó que Estados Unidos mantuviera 30.000 hombres adicionales en los países periféricos de la Alianza, Turquía, Grecia y Reino Unido.

¿Por qué esa insistencia norteamericana en mantener más efectivos que los soviéticos? La respuesta hay que buscarla en la geografía. "Cuando nosotros retiremos a nuestros soldados", declaró Baker el 22 de febrero ante el comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, "tendremos un océano por medio para volverlos a traer si hay necesidad de ello en el futuro". "En cambio, una retirada para Moscú significa sólo un repliegue sobre la zona europea de la Unión Soviética al oeste de los Urales", añadió.

Baker reveló en la misma declaración que en sus conversaciones con líderes europeos, occidentales y orientales, la presencia de tropas norteamericanas en Europa había sido defendida como "un factor de estabilidad". ¿Frente a quién? Baker no lo dijo, pero no es dificil adivinar que tenía in mente dos escenarios: un fracaso del programa reformista de Mijail Gorbachov, con sus posibles secuelas en Europa oriental, y un renacimiento del poder alemán en una Alemania unificada pero forzada a abandonar la Alianza Atlántica.

El futuro de la OTAN

Estados Unidos tiene muy claro por qué su presencia militar en Europa no es comparable a la de la Unión Soviética. El propio Baker lo explicó en su comparecencia ante la Cámara de Representantes.

"Como ha quedado suficientemente probado, nuestras tropas están estacionadas en Europa con el consentimiento o por invitación de nuestros aliados, mientras que los aliados de la Unión Soviética son los primeros que han pedido la salida de las tropas soviéticas de sus territorios".

Para remachar este punto, Baker subrayó que las tropas norteamericanas sólo permanecerían en Europa "en tanto en cuanto fueran requeridas" por los aliados de Estados Unidos. Ni un día más.

En cuanto a la Alianza Atlántica, sus días no sólo no están contados, en opinión de Washington, sino que ni siquiera se contempla su desaparición, aunque sí su transformación a corto y medio plazo.

El general John Galvin, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, considera que "la única forma de encontrar seguridad en un mundo tan pequeño y tan altamente tecnificado como el actual radica precisamente en la participación en alianzas". "La Alianza Atlántica es importante para nosotros no sólo porque garantiza la seguridad, sino porque en estos momentos es la única organización que puede garantizar la vigilancia y verificación de todos los tratados sobre desarme que están por firmarse".

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